"La chica del brazalete"

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El argumento: Lise, de 16 años, está acusada de haber asesinado a su mejor amiga. Durante el juicio, sus padres la defienden de manera inquebrantable. Sin embargo, a medida que su vida secreta comienza a desvelarse, la verdad se convierte en algo indiscutible.

Conviene ver: “La chica del brazalete” se presenta como un drama psicológico y judicial sobre el prisma con el que se mira a las mujeres a la hora de cuestionar su libertad sexual en una sociedad en la que todavía hay muchos tabúes y en la que cada uno tiene que amoldarse al rol predefinido tanto por presión familiar como del entorno. Es una cinta provocadora, tan sencilla como misteriosa, en la que no es importante la resolución del caso sino el viaje que lleva a plantearse los límites de la intimidad y el hecho de que uno no esté sólo a merced de una sentencia judicial sino al dictamen de una sociedad embrutecida que se mueve por impulsos y siempre deseosa de cargar tintas sobre aquel que no cumple las pautas establecidas. Es el remake de la argentina “Acusada” (2018) y en ella hay mucho del caso real de la estudiante estadounidense Amanda Knox acusada de asesinar a su compañera de piso. Es conforme la cinta se adentra en la esfera privada de la joven cuando la cinta gana enteros en su mensaje, el de cómo la sociedad mira con desdén y superioridad a unos adolescentes estigmatizados por su hedonismo y banalidad ante la vida, ofreciendo un interesante debate sobre si valoramos igual unos hechos si en el caso que ocupa el protagonista es una chica en vez de un chico cuestionando su modo de vida en un mundo de redes sociales y fiestas. Es lo que se ve a través de la furibunda fiscal a la que interpreta Anaïs Demoustier y que carga contra la acusada no sólo por esos hechos sino como si esto fuera un escarmiento por cómo los jóvenes de ahora se relacionan con los demás, encaran el sexo o intentan evadirse de sus responsabilidades.

Desde que la cinta empieza en la tranquilidad de una playa que parece ajena al cerco personal que terminará sucediendo, el director plantea preguntas y no presenta respuestas adoptando una mirada externa, observacional y reflejando la ambigüedad de unos personajes y unas instituciones en las que no hay blancos ni negros y que, además, han quedado en parte caducas a la hora de juzgar con leyes del pasado los hechos y las ambivalencias del presente. Todo con el fin de que sea el espectador el que saque sus propias conclusiones y haga suya su lectura de la película. Un choque generacional eterno representado en el estrado bañado de incomprensión e intolerancia, la misma que tradicionalmente se ha vivido con unos padres desconectados de la realidad de sus hijos, aquí representados por Rosdchy Zem y Chiara Mastroianni que descubren que no conocen a su hija como pensaban y asisten atónitos ante su frialdad. Hay tensión, interés, sobriedad y la cinta no se hace tediosa creando magnetismo y sosteniéndose en un buen reparto de actores, destacando la hermética protagonista interpretada por Melissa Guers, sujeta e indefensa ante la imagen que acaba proyectando ante los demás, y en el debate que se establece en el que se deja de lado el interés mediático para sacar a relucir temas importantes y que, casi sin pretenderlo, influyen en una sociedad en la que los prejuicios toman el mando frente a la ausencia de pruebas y en la que parece que todo vale, incluso dañar emocionalmente o inmiscuirse en la vida íntima de una persona, con el fin de que una idea prefijada siga teniendo su vigencia en la moral de uno más cuando, sea cual sea la sentencia, la protagonista tendrá que cargar con su condena social por siempre entre el desprecio de los demás y la inquisitorialmente en boga cultura de la cancelación.

Conviene saber: La cinta de Stéphane Demoustier ha conseguido 2 nominaciones en los premios César 2021 como mejor actriz revelación (Melissa Guers) y mejor guión adaptado.

La crítica le da un SIETE