"Hijos del sol (Sun children)"
La web oficial.
El argumento: Alí, un niño de 12 años, y sus tres amigos trabajan para sobrevivir y ayudar a sus familias haciendo pequeños trabajos en un garaje y cometiendo pequeños delitos para conseguir dinero rápido. En un milagroso giro de los acontecimientos, Alí recibe el encargo de encontrar un tesoro oculto bajo tierra. Para ello recluta a sus amigos pero, antes de empezar la misión, deben unirse a la Escuela del Sol, una institución caritativa que intenta educar a niños sin hogar y que está ubicada cerca de donde supuestamente se halla el tesoro.
Conviene ver: “Hijos del sol (Sun children)” es una cinta iraní con clara vocación neorrealista que homenajea en parte al cine de pandillas de los 80, algo muy popular en el cine usamericano en aquellos años pero que no habíamos visto trasladado a una realidad social como la que se cuenta en la cinta. La aventura, el realismo social y el thriller se dan cita en una película que se adentra en la explotación infantil, uno de esos temas que queda sepultado en países en los que la pobreza y las consecuencias de la guerra son tan extremas que parece que todo está permitido con el afán de sobrevivir. En clave de fábula se nos presenta esa realidad cuando el protagonista y sus amigos, que malviven trapicheando para las mafias locales, reciben el encargo de encontrar un tesoro que se encuentra debajo de la escuela teniendo que acceder allí a través de un túnel y previamente matricularse en el centro por lo que la educación que propone este centro para niños de la calle también cambiará sus modos de ver la vida. Es verdad que en la filmografía del director ya había una preocupación manifiesta por el porvenir de los niños (tal es el caso de "Baduk" en 1992, "El padre" en 1996, "Niños del paraíso" en 1997, "El color del paraíso" en 1999 o "Lluvia" en 2001), siendo el motor del que depende las sociedades que queremos construir, pero aquí da un paso más sin cargar tintas pero mostrando la crudeza de lo que hay detrás de la misión que emprenden los chicos a pesar de su vulnerabilidad y de la camaradería que llevan a cabo casi sin plantearse ni ser conscientes de la situación en la que están ya que, para ellos, no queda otra. A ello se suma la gran labor de casting para la que se ha contado con actores no profesionales, mostrando como sus personajes su desamparo pero también el gran talento que atesoran si se potencia, bordeando casi el documental a la hora de contar la rutina del día a día de estos niños explotados en la que la máxima aspiración es tener un lugar en el que caerse muertos, encontrando contando sus historias una voz en una cinematografía que habitualmente se ha preocupado mucho por los problemas de la infancia y su día a día ante el conflicto y su vida en un estado opresor. Una mirada para desde su inocencia ser capaz de conmover y tener un impacto mayor de los problemas que padecen frente al espectador.
Un film con una muy buena producción combinada con el oficio del director y que golpea nuestras conciencias a través de la precariedad que allí vemos y ante el hecho de que la sociedad occidental se tape los ojos, siempre que no dejen imágenes demasiado evidentes, siendo conocedores (queramos admitirlo o no) de las condiciones en las que viven los niños en muchos lugares del mundo, tanto prostituyéndose, siendo captados por células terroristas o, en el mejor de los casos dentro de lo malo, ser unos pillastres que roban y bracean en la vida como pueden sin ninguna esperanza de cambiar de situación ante una condición social heredada y congénita. Una desigualdad cada vez más presente en el mundo que tiene en estos niños sus principales víctimas, así como el drama de los refugiados con los que comparten miseria y desesperanza, y que con suma habilidad no intenta meternos el dedo en el ojo, o impactarnos con las imágenes, sino bañar en aventura y desparpajo de barrio una propuesta que en hora y media abraza a Charles Dickens, a Vittorio De Sica y a John Hughes, teniendo alma y sabiendo conmover gracias al carisma de los críos protagonistas para hablar, desde la sabiduría de los que conocen la calle como su hábitat natural, de cómo la mejor inversión es el cuidado de las generaciones del futuro a través de la protección de sus derechos, la educación y la salud.
Conviene saber: La cinta de Majid Majidi ganó el premio al mejor intérprete revelación en el Festival de Venecia 2020 y se quedó en la criba final de cara al Oscar 2021 a la mejor película internacional.
La crítica le da un SIETE