"Gaza mon amour"
La web oficial.
El argumento: Gaza, hoy. Issa, un pescador de sesenta años, está secretamente enamorado de Siham, una mujer que trabaja en el mercado con su hija Leila. Cuando descubre una antigua estatua fálica de Apolo en sus redes de pesca, Issa la esconde, sin saber qué hacer con este misterioso y poderoso tesoro. Sin embargo, en el fondo, siente que este descubrimiento cambiará su vida para siempre. Curiosamente, su confianza comienza a crecer y finalmente decide acercarse a Siham.
Conviene ver: “Gaza mon amour” termina con una dedicatoria de los directores a su padre después de que la cinta nos haya arrebatado por su humanidad, su poco habitual romanticismo en tiempos cínicos y por la sencillez de una propuesta que nos devuelve al placer del cine de las pequeñas historias sustentadas en la cotidianidad propias de sentimientos tan profundos como universales. Es la historia de un hombre de 60 años que nunca se ha casado a pesar de que su insistente hermana siempre vaya detrás de él para presentarle mujeres que sean buenas para él y para que así éste no pase solo su vejez. Lo que ocurre es que él sí que está secretamente enamorado, de una manera tan inocente como un chiquillo cercano a la adolescencia idealizando a su objeto de deseo que, en este caso, no es otra que la costurera que trabaja en el mercado. La aparición de una estatua griega pondrá en problemas a este pobre hombre cuando le sea reclamada por Hamas surgiendo una serie de desdichas que irán impidiendo, en conflicto con policías y autoridades, que dé un paso en su relación con su amada más allá de pedirle que le arregle los pantalones y declararle definitivamente su amor.
Salim Daw y Hiam Abbass están estupendos en una cinta con tintes chaplinescos que tira de situaciones bañadas de ternura en una especie de burbuja protegida por el amor a salvo de bombas en el conflicto de la Franja de Gaza, avivado en las últimas fechas y siempre presente desde hace décadas y a oídos sordos de la comunidad internacional. Un universo en el que el motor de ese sentimiento puro acaba haciendo olvidar todo lo demás lo que le da un tono a la historia tan naif como cercano y mundano. Una cinta que juega con el absurdo pero que conmueve sobremanera alternando el tono propio de Kaurismäki, cercano a lo esperpéntico, con el devenir más entrañable y fabulado como es ver al protagonista cocinar al ritmo de la canción Que no se rompa la noche de Julio Iglesias o que suenen temas de Chopin, Tchaikovsky y, especialmente, uno de los más mágicos, románticos y cómicos de la Historia de la ópera como el que pertenece al segundo acto de la ópera “La Bohème” de Puccini y que inunda a la película del espíritu de la deliciosa comedia “Hechizo de luna” (1987).
Una propuesta que bien merecería su público bañando de amor, humor y nobleza el día a día de un país en conflicto y en el que sólo cabe resistir ante la falta de ayuda de los demás. Una fórmula que en los tiempos que corren, no puede ser más reparadora y necesaria abrazando, al menos, algo de esperanza incluso para una generación, como la pareja protagonista de la película, que ya nació con un conflicto enquistado desde la segunda mitad del siglo XX.
Conviene saber: Vista en el Festival de Toronto 2020, Espiga de Plata y mejor guión en el Festival de Valladolid 2020 y representante de Palestina para el Oscar 2021 a la mejor película internacional.
La crítica le da un OCHO