"En un barrio de Nueva York"
La web oficial.
El argumento: Basado en el musical de Broadway, sigue a un grupo de vecinos del barrio Washington Heights de Nueva York. El principal es Usnavi, el simpático dueño de una bodega, criado por su abuela que sueña con volver algún día a su República Dominicana. La abuela Claudia, que desempeña el rol de abuela para muchos de los vecinos del barrio, Vanessa, de quien Usnavi está perdidamente enamorado y Nina, una vieja amiga de Usnavi que regresa al barrio después de mucho tiempo, llevándole noticias inesperadas a sus padres, quienes han estado ahorrando toda la vida para darle una mejor educación académica de la que ellos tuvieron.
Conviene ver: "En un barrio de Nueva York" se estrena enarbolando la bandera de la comunión social que supone el regreso a las salas y las ganas de vivir en un musical colorido, con ritmos latinos y de rap que mezcla la vistosidad propia del musical clásico con el mensaje de multiculturalidad como enriquecimiento personal para unos tiempos en los que sólo la solidaridad y la empatía pueden hacernos ver la luz frente a la oscuridad. Una desbordante ración de optimismo y buenos sentimientos para afrontar el calor estival y las ganas de ir a la piscina en un trabajo de dos horas y medias que se sostiene, a pesar de sus picos y valles y el reto tanto de la duración como de ese clasicismo en el que las canciones se comen a los diálogos, por su dinamismo y sentimiento de evasión que genera. El argumento es lo de menos, previsible y con la ausencia de grandes conflictos, para una historia que reivindica a los latinos, una de las minorías todavía no lo suficientemente representada en lo audiovisual, en una fiesta para el espectador, sensual, caliente, vigorosa y rítmica que brilla por el carisma de sus actores, la viveza de sus largos números coreográficos urbanos (a los que un atropellado montaje termina lastrando y coartando como si hubiera miedo a que decayera el ritmo) y unos temas que son un chute de energía a pesar de que no ocultan la denuncia a temas como la discriminación y el racismo bañándolo de humor, chapuzones, expresiones propias y amores en un tono de comedia romántica nunca empalagoso.
“En un barrio de Nueva York” nos presenta, en una prometedora secuencia de inicio, el microcosmos de Washington Heights en el que no deja de ser, aprovechándose de la esencia musical de aquella, un “West Side Story” para la generación “millennial”, un barrio abandonado y sostenido por los que viven allí décadas y décadas que se enfrentan al hecho de que muchos jóvenes sepan que el futuro de ellos pasa fuera de allí a pesar de que los “sueñitos” que cada uno atesora, aquellos que hicieron que sus padres y abuelos cruzaran el océano para llegar al país, no son tan fáciles de conseguir como los que son de allí desde sus orígenes. Un sueño americano promocionado y del que se ha hecho emblema en Estados Unidos pero que también ha terminado siendo foco de frustración y de darse cabezazos en la pared ante las continuas puertas que se han cerrado. Jon M. Chu, director de origen asiático, ha sabido plasmar el alma de la historia que se mueve entre la sensación continua de desarraigo de los inmigrantes de segunda generación, especialmente de aquellos que no se sienten ni del lugar que vinieron ni del que ahora pisan, pero también el orgullo que sienten a la hora de reivindicar la cultura que todos ellos comparten en una serie de números que alternan el inglés y el español que suma facilidad y que deja momentos espectaculares (Carnaval del barrio o 96000) con otros más cómicos (Piragua), clasicistas (When the sun goes down), así como íntimos (Breathe) y demoledores (Paciencia y fe).
Lin-Manuel Miranda, aquí como productor y reservándose uno de los papeles secundarios de este proyecto tan personal reivindicado con el tiempo tras el éxito de “Hamilton”, construye una denuncia y una reivindicación con tono de amable optimismo, sin aleccionar, y centrándose en la emoción y energía que generan sus historias. A destacar un conjuntado equipo actoral en el que desborda el carisma que Anthony Ramos imprime a Usnavi o la tierna sabiduría que destila Olga Merediz como la Abuela Claudia, la única del reparto original de Broadway que repite su papel en la película. También destacable el trabajo de la Vanessa de Melissa Barrera, desde la llamada de teléfono que condicionará su futuro manteniendo una gran química con Ramos, y la Nina de Leslie Grace. “En un barrio de Nueva York” destila un vitalismo contagioso, quizá demasiado ilusoriamente buenista, con unos personajes atractivos, jóvenes y con ganas de comerse el mundo, pero no necesita ser el musical definitivo (ni tener temas memorables que hayan trascendido en el género) para ser una cucharada de todo lo que necesita el público para volver a recuperar la experiencia colectiva en pantalla grande y celebrar aquello que hemos echado de menos los últimos tiempos, la vida en plenitud, conectando no sólo con la reivindicación de la diversidad sino con esa ambivalencia tan universal y “millennial” que nos lleva a pensar si es mejor arriesgarse y saltar al exterior, a pesar de las dificultades con las que nos encontraremos, o seguir en nuestra zona de confort autóctona pero con el sinsabor de tener que conformarse con lo que uno tiene preguntándose si hubiéramos sido más felices y plenos si lo hubiéramos intentado.
Conviene saber: Adaptación del musical de Lin-Manuel Miranda ganador de 4 premios Tony.
La crítica le da un SIETE