"El Gran Hotel Budapest"
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El argumento: Gustave H., un legendario conserje de un famoso hotel europeo de entreguerras, entabla amistad con Zero Moustafa, un joven empleado al que convierte en su protegido. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable y sobre la batalla que enfrenta a los miembros de una familia por una inmensa fortuna. Como telón de fondo, los levantamientos que transformaron Europa durante la primera mitad del siglo XX.
Conviene ver: “El Gran Hotel Budapest” es una slapstick comedy de altura con sabor a cine clásico de los 30 y 40 pero con ese toque estético inconfundible en el cine de Wes Anderson, tan hechizante como cargante, pasando de los tonos amarillos de “Moonrise kingdom” a los morados de un entorno que alcanza un punto de locura cercano al que tuvo “Four rooms”, también ambientada en un escenario similar. Tiene su toque excéntrico y satírico, a la par que melancólico, que la llena de encanto dándole un tono bufo que da al conjunto un aire carnavalesco sin llegar a lo ridículo y sin renunciar a moverse en un tono muy próximo al cine negro investigando un misterioso crimen. Todo con un tono de fábula que perfectamente podría ser la ensoñación que cuenta a un escritor británico el dueño del hotel cuando sólo era un joven refugiado. Una película bañada de mucha ironía y nostalgia en la que todos los personajes despiertan una gran ternura, a pesar de que algunos no necesitan muchos minutos para terminar brillando en un reparto coral y bien conjuntado que se mueve en su salsa en un periodo de entreguerras cercano al esperpento bordeando el desenfreno y la locura y jugando con las analogías a la hora de retratar a unos nazis paródicos y de manual en este Hotel en forma de gran maqueta que es prácticamente un oasis frente a la desmembración de la Europa totalitarista que transcurre fuera de sus paredes. La fotografía de Robert D. Yeoman (habitual de Anderson) es un personaje más jugando con el tono de colores para definir a cada personaje lo que le da la cinta un tono visual lleno de hermosura pictórica, en el que cada detalle está cuidado al máximo, al que contribuye también la excelente música de Alexandre Desplat en su tercera colaboración consecutiva con el director. Ralph Fiennes borda su personaje y se quita la careta interpretativa y el rictus más acartonado para desenvolverse como un protagonista juguetón, pícaro y que llena toda la película respaldado por actores de la talla, unos mejor aprovechados que otros en sus cameos/intervenciones, de Willem Dafoe, Tilda Swinton, Bill Murray, Edward Norton, Saoirse Ronan, Harvey Keitel, F. Murray Abraham, Jason Schwartzman, Jude Law, Jeff Goldblum, Owen Wilson, Léa Seydoux, Adrien Brody, Mathieu Amalric, Tom Wilkinson o el desconocido Tony Revolori como becario de botones, particular Sancho Panza del protagonista, con un gran trabajo gestual y mímico, y que termina siendo los ojos del espectador y el típico protagonista desarraigado del cine de Anderson, también con una incipiente y tierna relación amorosa iniciática propia de su cine, siendo un director que sigue expandiendo su universo y que aquí crece en su poderío visual como realizador y también como guionista creando una comedia negra y juguetona de trepidante gran ritmo que espolvorea muy bien el humor y los giros de guión, como si fuera un conjunto de muñecas rusas, inspirándose en la obra de Stefan Zweig lo que le da un toque intelectual lleno de homenajes pero, quizás, sin llegar al nivel de emoción que sí que encerraban “Los Tenenbaums. Una familia de genios”, “Life aquatic”, "Fantástico Sr. Fox" o la ya citada “Moonrise kingdom”, lo que impide que su nueva película se erija como su mejor trabajo pero que sea una estimulante propuesta (sobre todo para los que alguna vez se han sentido atraídos por sus anteriores trabajos) con aire evocador y vintage sobre el desmoronamiento de la Europa de la primera mitad del siglo XX. Un universo propio y atemporal que debido a ello siempre mantiene cierta frescura en su cine. El cine de Wes Anderson, una vez más, no busca dejar indiferente y tampoco engaña porque se mantiene fiel a su estilo y sabe cual es su público, y es que mientras para algunos vuelve a ofrecer una muestra de cine genuino y fascinante, para otros se queda en pura pretensión formal.
Conviene saber: Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín 2014.
La crítica le da un OCHO
Me gustó mucho, el cine necesita de Anderson, aunque darle un 8 me parece demasiado. Ralph Fiennes y Tony Revolori hacen una dupla brutal. La fotografía, muy mimada, y la música de Desplat, sublime.