"Blackthorn. Sin destino"

La web oficial nos recibe con ese grafismo propio de cualquier salón de western. Trailer, argumento, notas del director, casting, equipo, galería, datos técnicos y extras son los contenidos.

El argumento: Tras haber huído de los EEUU, el legendario forajido Butch Cassidy murió en Bolivia en 1908, tiroteado junto a su amigo Sundance Kid. Esto es lo que dice la versión oficial. Pero lo cierto es que ha pasado 20 años escondido bajo el nombre de James Blackthorn. Ahora, en 1927, quiere volver a su casa y ver al hijo que nunca conoció. Sin embargo, pronto encontrará en su camino a un joven ingeniero español que acaba de robar la mina en la que trabajaba y que pertenece al empresario más importante de Bolivia... Ambos se embarcarán juntos en su última aventura.

Conviene ver: "Blackthorn. Sin destino" quita de un plumazo los fantasmas del cine español sobre la vena monotemática de nuestra industria. Mateo Gil se ha sacado un western magnífico que evoca el aroma de los grandes clásicos con el toque crepuscular que ofrece un magistral Sam Shepard como un cansado Butch Cassidy. El sello del western está plasmado en la figura de ese guerrero solitario, en conflicto con el mundo y con los otros individuos, para el que la amistad verdadera y los valores de honor y justicia. Eduardo Noriega hace uno de los mejores trabajos de su vida, aunque Shepard es el rey de la función. Es imposible no ver ahora su rostro, su mirada y su gastada voz a la hora de imaginarnos al Cassidy anciano. La fotografía en los paisajes naturales bolivianos contribuye a construir una atmósfera de grandeza, a la vez que sencilla y evocadora, y estéticamente muy bella. La fábula a raíz del guión de Miguel Barros se sostiene durante toda la película. A destacar los evocadores flashbacks que recuerdan al joven Cassidy y a Sundance Kid, así como una escena llena de fuerza entre Shepard y Magaly Solier, la protagonista de "La teta asustada". También las breves intervenciones de Stephen Rea. Estupenda factura, gran interpretación de Sam Shepard que engrandece cada una de sus secuencias y momentos, y sólo el handicap de un ritmo demasiado lento en algunas escenas como la del final del desierto hasta el climax final. Deja muy buen sabor de boca y sorprende para bien a los fans del género.

Conviene saber: Habitual guionista de Amenábar, es el segundo trabajo como director de Mateo Gil tras “Nadie conoce a nadie” (1999). La película ya ha comenzado su recorrido internacional tras su pase en el Festival de Tribeca donde cosechó muy buenas críticas.

La crítica le da un SIETE