"Begin again"
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El argumento: Novios desde el instituto, la pasión por la música lleva a la británica Gretta y a su novio Dav hasta Nueva York. Pero cuando él, una vez alcanzado el éxito y la fama, la abandona, ella se queda completamente desolada. Una noche, un productor de discos recién despedido, la ve actuar en un bar de Manhattan y queda cautivado por su talento.
Conviene ver: "Begin again" intenta universalizar y hacer más accesible la exitosa anterior película del director que también contaba con la música y los artistas callejeros como protagonistas pasando del Dublín deprimido al Nueva York de las oportunidades, pasando esa historia por el filtro de Hollywood aunque, en este caso, logra hacer algo distinto pero sin llegar a pervertirlo. Más luminoso, agradable y prometedor pero también menos crudo, puro y auténtico apostando por un toque de fábula capriana cercana a la utopía, aunque se vea con una sonrisa y tengamos ganas de traspasar la pantalla sintiendo con los protagonistas el proceso de enamorarse de una canción y las sensaciones mágicas que la música provoca. Una feel good movie, pero más seria de lo habitual, en una historia de segundas oportunidades personales y artísticas con personajes desnortados desde un punto de vista personal y tendentes al fracaso artístico, pero que se agarran a su pasión común, rodada con gran sutilidad y sin ninguna carga sentimentaloide, todo gracias a la química que desprenden Mark Ruffalo como un estupendo productor de vuelta de todo que pasa del histrinonismo a la empatía, y Keira Knightley (a pesar de que su mandíbula batiente sigue despistándonos) aunque aquí esté muy bien como ex novia de una futura estrella que viajó a la gran ciudad para cumplir su sueño conjunto con él pero que terminó en la cuneta por los caprichos de una industria megalómana y sin escrúpulos. Destila encanto y prueba sus buenas dotes para la canción. El encuentro de ambos en un bar es lo mejor de la cinta, sobre todo por como conecta las distintas versiones de la historia y porque Keira se luce con una dulzura y emoción que no se veía desde la de Carey Mulligan en “Shame”, mientras que a través de la mirada de Ruffalo vemos como esa canción le toca y la siente dedicada a él y a su triste devenir, tocándole el alma y sirviéndole como excusa para coger impulso y salir adelante. Emotiva, dulce y entretenida ofrece el lado amargo del éxito y parece querer narrar lo que vivieron Glen Hansard y Markéta Irglová después del éxito de "Once" ya que mientras uno lo ansiaba la otra no pudo digerirlo, algo que se narraba en el documental "The swell season". Es una pena que el resto de personajes como Hailee Steinfeld, Catherine Keener o James Corden no estén tan bien cuidados, pero Adam Levine también sorprende cumpliendo en su parte como cantante y, demostrando como decía su título original en un primer momento que una canción puede salvar tu vida, la cinta te lleva en volandas tras cierta indefinición a un final impecable en todo lo alto y lleno de matices, que es de lo mejor junto a esas grabaciones en las que se aprovecha en directo los sonidos de las calles de Nueva York. Esperanza y altruismo artístico frente al capitalismo que sacrifica el arte y a la ambición desmedida en una tierna historia llena de definidos personajes y música deliciosa. Optimismo y ganas de vivir ya que con buenos sentimientos y una buena playlist podemos hacer frente a la vida y, por supuesto, sentirnos mucho mejor con nosotros mismos. La versión americana de “Once”, por así decirlo, no desmerece, tomando otro tono respecto a una misma premisa, aunque se echa de menos, quizás, el espontáneo hechizo que desprendía aquella en la que la magia del cine y la música superaba cualquier fórmula de manual que, en esta ocasión, se intenta seguir de manera más evidente sin tener que ser expresado ello de manera despectiva.
Conviene saber: El irlandés John Carney salta al cine USA con este trabajo que fue adquirido por The Weinstein Company en el pasado Festival de Toronto por siete millones de dólares.
La crítica le da un SIETE