"Una grieta en la creación: CRISPR, la edición génica y el increíble poder de controlar la evolución"
Ya se ha usado edición génica para crear mascotas de diseño, como los microcerdos que nunca crecen más que un perrito. Y en lo que parece una secuencia extraída directamente de una famosa película de ciencia ficción que todos hemos visto, algunos laboratorios están intentando un proyecto conocido como desextinción, que es nada menos que la resurrección de una especie extinta a través de la clonación o la ingeniería genética. "Mi amiga Beth Shapiro, profesora de la Universidad de California, Santa Cruz, está ilusionada con el uso de esta estrategia para recrear especies de aves extintas y así estudiar el parentesco con especies modernas. Siguiendo el mismo criterio, se están haciendo esfuerzos usando CRISPR para convertir, trozo a trozo, el genoma del elefante en el genoma del mamut lanudo".
Título: "Una grieta en la creación: CRISPR, la edición génica y el increíble poder de controlar la evolución"
Autor: Jennifer A. Doudna y Samuel H. Sternberg
Editorial: Alianza Editorial
Hace un siglo, los nombres de los ganadores del Premio Nobel en ciencias brillaban como si fueran símbolos del apogeo más excelso del pensamiento de la humanidad. Incluso los nazis entraron en crisis cuando el austríaco Erwin Schrödinger, galardonado con el Nobel de Física el año que «alcanzaron el poder», después de irse de vacaciones a Italia, optó por no volver a su cátedra en Berlín.
Albert Einstein, que logró escapar de la pesadilla del nazismo y sobrevivir en Princeton, fue considerado el «rostro del siglo» durante mucho tiempo. Marie Curie o Werner Heisenberg fueron figuras reverenciadas por desentrañar algunos misterios de la naturaleza y haberlos plasmado en fórmulas matemáticas.
Ahora, los nombres de los premiados apenas los recordamos al día siguiente de su proclamación. Los Nobel quedan reservados como un honor para las instituciones, en su mayoría académicas, en las que trabajan esos investigadores de alto nivel y reflejan la altura de los programas científicos nacionales. Sin embargo, su relevancia social se ha reducido porque sus conocimientos superan el entendimiento de la mayoría y, a duras penas, somos capaces de intuir su impacto potencial en nuestras vidas.
¿Cuántos de nosotros somos conscientes de que las dos premiadas más recientes en el campo de la química, la hawaiana Jennifer Doudna y la francesa Emmanuelle Charpentier, han abierto la puerta del cambio más radical para los seres vivos conocido e imaginado? Dicho con la simplicidad necesaria de la divulgación, son las creadoras finales de la mejor herramienta de "corta y pega" del ADN. Unas "tijeras" capaces de eliminar cualquier defecto genético y devolverlo a su estado óptimo o, y esto es desde esperanzador hasta terrorífico, porque permite introducir elementos capaces de cambiar a todos los seres vivos.
No es que no hayamos tocado y retocado el ADN desde que terminó el proyecto Genoma, pero era un esfuerzo costoso, lento, muy prolijo y al alcance de muy pocos. Ha dejado de serlo y al ritmo que se mueve la ciencia, son cambios que en diez años darán paso a transformaciones dignas del cine de ciencia ficción. No estoy siendo sensacionalista, podéis creerme o mejor, podéis animaros a leer "Una grieta en la creación: CRISPR, la edición génica y el increíble poder de controlar la evolución".
Ya os aviso que para muchos será asomarse a un abismo, que os detendréis a menudo al vislumbrar las consecuencias de lo que ya ocurre en los laboratorios más avanzados, que comprenderéis la rotura del concepto de humanidad que significa. Lo sé, suena muy fuerte, suena exagerado, puede ser tan maravilloso como aterrador, pero es real y muy complejo de aceptar.
Muchos biólogos, y también muchas personas simplemente aficionadas a la ciencia y la Historia, nos hemos preguntado cual sería el siguiente paso en la evolución del sapiens, que clase de homínido nos sustituiría, ante la convicción de que todas las especies han ido desapareciendo. Los futurólogos han avanzado la posibilidad de una mezcla de material biológico y tecnológico dirigido a la inmortalidad. Este libro resume y ofrece una respuesta que, a menudo, no es necesariamente agradable, aunque también encierra el potencial de resolver tantas enfermedades, podríamos concluir que todas, que no queda más opción que leerlo o mirar hacia otra parte en modo avestruz. Comprendo perfectamente la segunda opción y sé que será la de la mayoría. Incluso también podría recomendarla en algunos casos.
No es que fuera totalmente ajeno a este asunto. Pero ni los artículos científicos en los medios habituales, ni los podcasts de temática científica, ofrecen la disposición, la concentración y la consiguiente intimidad que proporciona la lectura pausada y reflexiva de un libro. El ritmo actual y el asalto de las pantallas están convirtiendo esta intimidad en algo extraordinario. Estoy seguro de que moriré, y que vosotros también lo haréis, pero después de leer esto, ya no puedo decir lo mismo de los nacidos en 2050.
Suelo reproducir para vosotros fragmentos que considero significativos en los libros que recomiendo. En este caso no lo voy a hacer. Tan solo quiero deciros que todo parte del dominio de la entidad biológica más prevalente del planeta: los fagos. Tan ubicuos en el mundo natural como la luz y la tierra. Pueden encontrarse en el suelo, el agua, nuestro intestino, las aguas termales, en muestras de perforaciones de hielo y en cualquier otro sitio que albergue vida.
Los científicos estiman que hay alrededor del orden de 10 elevado a 31 en la Tierra; diez quintillones, o un uno seguido de treinta y un ceros. Una sola cucharadita de agua de mar contiene cinco veces más que el número de habitantes de Nueva York. La respuesta al gran quizás que esconde la muerte natural estaba ahí. Si ningún desastre lo impide, el tiempo la va a concretar. Yo no dejaré huella de mi ADN, pero los que tengáis hijos y nietos, podríais estar interesados en el hecho imparable de que los hijos de estos últimos van a sufrir y disfrutar de todo esto. La etiqueta manoseada de "momento histórico" es exacta en este caso.
Carlos López-Tapia