“Solo en casa”, el clásico navideño de los que crecieron en los 90
Querido Teo:
Estamos ya en el pórtico de la Navidad más atípica de nuestras vidas a nivel general, la del 2020, pero en ella al menos podemos echar la vista atrás de los buenos momentos vividos con los nuestros para intentar que puedan volver en el futuro. Momentos como los disfrutados en cada visionado de una de las películas navideñas por antonomasia de la cultura popular, “Solo en casa”, todo un éxito rotundo que arrasó en la cartelera de su año gracias a la magia de su historia, el carisma de su protagonista y ese enredo tan naif como divertido y, visto desde ahora, nostálgico. La película protagonizada por Macaulay Culkin ya ha cumplido 30 años.
“Solo en casa” nos lleva a la casa familiar en un barrio residencial de Chicago en el que un niño de 8 años, Kevin McCallister, desee vivir al sufrir día a día el caos de una tumultuosa, amplia y ruidosa familia que está preparando un viaje de todos ellos para celebrar las fiestas navideñas en Francia.
Durante la cena, Kevin debe soportar las burlas de su hermano mayor Buzz, el maltrato de su tío Frank, y el enésimo castigo por parte de su madre Kate al causar éste un desastre en la cena. Lo que nadie se imagina es que el sueño de Kevin se hará realidad a la mañana siguiente, más por un despiste que por intervención divina, ya que al crío se le pegan las sábanas y su familia no se percata de que él no va con ellos hasta que ya se encuentran en un avión volando hacia París.
“Solo en casa” funciona como una cinta que recuerda al ritmo de la “screwball comedy” de la década de los 30 y 40 adoptando un clasicismo narrativo eficaz pero que funcionaba muy bien ante el público de todas las épocas, no sólo por los intentos de esa familia por volver a casa en búsqueda de Kevin (sacrificando su propósito vacacional) sino por ese niño rubio de apariencia angelical, pero autosuficiente y algo maquiavélico, que es capaz por el mismo de enfrentarse al asedio de los dos ladrones que intentan dar un golpe en la casa al pensar que era un objetivo fácil teniendo en cuenta que, en teoría, toda la familia iba a estar fuera por Nochebuena.
“Solo en casa” comenzó siendo una producción de Warner Bros. impulsada por John Hughes, tótem de la comedia juvenil de los 80, buscando un éxito para toda la familia, pero su preocupación por si el Estudio iba a ser demasiado inflexible en todas sus peticiones, ajustando demasiado el presupuesto, llevó a que también tanteara a 20th Century Fox como opción B. Al inicio de la etapa de producción, el presupuesto de la película aumentó a 14,7 millones de dólares, más allá del límite de 10 millones que Warner había impuesto, por lo que el Estudio exigió que se redujera en 1,2 millones de dólares. Los productores afirmaron que el presupuesto no podía ser recortado y Warner canceló la producción al día siguiente.
Esta se reanudó rápidamente cuando Fox aceptó la oferta de Hughes que muy inteligentemente ya había promovido previamente. Warner Bros. no pasaría las mejores Navidades teniendo en cuenta que dejó escapar a la película que se convirtió en la tercera más taquillera en ese momento, sólo por detrás de “E.T., el extraterrestre” y “La guerra de las galaxias”.
Chris Columbus estaría en la dirección pero todo el mundo sabía que la clave iba a ser encontrar al protagonista. No fue difícil para John Hughes que venía del éxito de “Solos con nuestro tío” (1989) en donde Macaulay Culkin compartía protagonismo con el malogrado John Candy, el cual también participaría en “Solo en casa” como el director de la banda de polka que ayuda a la familia en el recorrido de vuelta a casa de Pensylvania a Chicago.
Es más, la participación de Candy se sustentó casi como un favor personal entre director y actor ante el reclamo que suponía tener en la película a uno de los cómicos más populares del momento en USA. Sólo cobró 414 dólares y todas sus escenas fueron rodadas en un mismo día, teniendo a cambio la libertad de poder improvisar como así hizo en una participación en la que no hizo más que demostrar su verborrea y talento.
A pesar de la propuesta de Hughes desde el primer momento de contar con Macaulay Culkin, Columbus se reunió con aproximadamente 200 aspirantes para el papel, ya que sentía que era su "responsabilidad como director". Finalmente se reunió con Culkin y estuvo de acuerdo en que era la elección correcta para el papel. A sus diez años, convertido en la nueva estrella del momento, logró una nominación al Globo de Oro y, aunque posteriormente ha sido uno de los “juguetes rotos” más evidentes del siempre cruel Hollywood, no se puede negar que estamos ante una de las interpretaciones infantiles más carismáticas y reconocibles de la Historia del cine y, sin él, la cinta no habría conseguido ese nivel de empatía con el público gracias a ese niño tan candoroso como resolutivo e insoportable por momentos.
El director de fotografía Julio Macat afirmó que era más difícil trabajar con Joe Pesci que con Macaulay Culkin. Desde el principio se había buscado a un actor de renombre para el papel del ladrón Harry, siendo tanteado Robert De Niro y recayendo finalmente en Joe Pesci. El actor creía que algunos de los diálogos no estaban acorde a su nivel de interpretación y se mostró disconforme con el horario laboral que implicaba madrugar mucho, por lo que no podía hacer sus sesiones de golf matutinas, y terminar antes de las 10 de la noche ya que incluso en las escenas nocturnas Macaulay Culkin no podía trabajar más allá de esas horas debido a su edad. También hubo problemas con el otro ladrón, Marv, interpretado por Daniel Stern, que abandonó el rodaje los primeros días debido a la disconformidad en sus condiciones salariales. Finalmente volvió a ser reclamado de ello ante la poca química de su sustituto, Daniel Roebuck, con Pesci.
En el reparto también encontrábamos a Catherine O’Hara y el ya fallecido John Heard como los padres de Kevin o Roberts Blossom como Marley, el vecino de la familia, que se convierte en uno de los aliados de Kevin en esa Nochebuena tan accidentada. Incluso se puede ver como uno de los primos de Kevin a Kieran Culkin, hermano pequeño de Macaulay y ahora muy popular por su papel del hedonista Roman Roy en la serie “Succession”.
Los críticos más sesudos calificaron de inverosímil a la película, aunque sólo fuera por todos los trucos e inventos que llevaba a cabo el pequeño Kevin contra esos ladrones que al final daban más pena que otra cosa, pero el fenómeno popular se sustentó en el hecho de estar ante un entretenimiento para toda la familia que tenía de todo; humor físico, un guión ingenioso y de altura y, por supuesto, unos buenos sentimientos muy acordes para las fechas de fin de año hablando del calor del hogar, la unión familiar y la solidaridad vecinal, a pesar de ese tono irreverente y caustico en el que se movía para no caer en el sentimentalismo facilón.
Quizás por todo ello “Solo en casa”, o “Mi pobre angelito” como es conocida en Hispanoamérica, vio como de cara a los Oscar sólo fue tenida en cuenta en los apartados de mejor música y mejor canción, ambos a cargo de John Williams logrando una de las melodías más emotivas con las que el público cinéfilo de la generación que se crió en los 90 identifica en muchas ocasiones la Navidad. Al final su gran triunfo fue conectar con muchos espectadores que hoy todavía la recuerdan, independientemente de la edad, con cariño y nostalgia por todas las experiencias y recuerdos que evoca.
“Solo en casa” se convirtió en la película de comedia más taquillera de todos los tiempos en los Estados Unidos y mantuvo el récord mundial hasta que fue superada por “Resacón en Las Vegas” en 2011. También fue la película navideña más taquillera hasta que llegó “El Grinch” en 2018. Dos años después los artífices de la cinta repetirían experiencia en Nueva York con eficacia pero sin el encanto de la original. La saga moriría por falta de calidad, interés y notoriedad en una tercera entrega y en dos secuelas más para televisión, todas ellas ya sin Macaulay Culkin, el cual por mucho que pase el tiempo, y se vea la película una y otra vez, sigue siendo ese Kevin del que sus padres se olvidaron en Navidad.
Nacho Gonzalo