Shanghai en manos del comisario Chen Cao: "Cuando el rojo es negro"
Querido diario:
En su tercer libro, "Cuando el rojo es negro”, Xiaolong aprovecha el asesinato de una escritora, víctima de la revolución cultural de Mao, para llevarnos al interior de la sociedad y cultura chinas más populares, comenzando por ambientar el caso en la construcción más popular de la ciudad desde comienzos del siglo XX hasta hoy.
Quedan cada vez menos restos de las casas shikumen, antiguas residencias señoriales extendidas en los años treinta, que fueron ocupadas por las avalanchas de campesinos recién llegados a la ciudad tras la victoria de Mao. Se tratan de casas de dos pisos, paredes grises, puertas negras, marcos marrones de piedra, patios pequeños, con varias alas y escaleras en forma de caracol. Como abejas haciendo su panal, los recién llegados se repartieron para vivir hasta una decena de familias por casa. "Mirando en dirección a la calle desde la entrada frontal, Yu vio a una anciana empujar con una mano la puerta negra de una casa shikumen, sosteniendo en la otra un orinal. Se trataba de una imagen sorprendentemente familiar, como si Yu hubiera vuelto a su propia calle, sólo que Treasure Garden estaba incluso en peores condiciones y las calles de alrededor eran más laberínticas y complejas. También había más ruido. Cerca de la entrada delantera un vendedor ambulante de pasteles de cebolla verde anunciaba en voz alta su mercancía, golpeando un cucharón metálico contra una sartén plana grande. Había una niña pequeña de cinco o seis años en mitad de la calle, llorando con todas sus fuerzas, por razones que Yu nunca descubriría. Se dio cuenta de que dirigir una investigación allí sería difícil. Con el flujo continuo de gente, y también con todo tipo de actividades constantes en la calle, un criminal podía entrar y salir fácilmente de aquel lugar sin ser visto". El espacio es tan pequeño en una shikumen típica de Shanghai, que cada familia pone su cocina en el patio común. La convivencia es intensa y Xiaolong nos pone ante personajes tópicos de la vida cotidiana, como la mujer-gamba.
A estas alturas, con su tercera obra, los lectores ya comenzamos a familiarizarnos con algunos de sus personajes recurrentes, como el dueño de un restaurante servido por chicas rusas en combinación o corsé, la inteligente esposa del inspector compañero de Chen, o "Nube blanca", una joven dispuesta a fascinar al inspector por su disposición y formación como "chica K".
Para algunos aficionados, con "Cuando el rojo es negro", Xiaolong volvía a recuperar el tono y sabor de su primer libro, comprometido en "Visado para Shanghai" por la presencia de una policía norteamericana muy atractiva, que regresará a su vida en la cuarta entrega. Se vuelve a sonreír con el poemario ancestral chino, máxime cuando el cadáver en esta ocasión es de una poeta enamorada de un poeta truncado por la revolución de los guardias rojos. El sonido, el ritmo y el simbolismo gráfico de los caracteres chinos no es traducible sin llenar el texto de anotaciones poco adecuadas para una novela socio-policiaca. Viaje a una ciudad llena de elementos complejos y muy atractivos para cualquier occidental al que le apetezca un buen viaje de papel.