San Sebastián 2021: El peso de la religión, familias asfixiantes y una insoportable Marguerite Duras
Querido Teo:
El Festival de San Sebastián ha proseguido con algunas películas en sección oficial que van de ser una posible opción a palmarés a hacer que los espectadores se rasguen las vestiduras pensando que es lo que llevado al comité de selección a poner determinados títulos en la competición oficial. En todo caso siempre está también la sección de Perlas como bálsamo de rescate y más cuando es una cinta tan esperada como lo nuevo de Paul Verhoeven.
“As in heaven” (Tea Lindeburg), tensión religiosa en una granja patriarcal // Sección Oficial
“As in heaven” se ha convertido en una de las cintas que más ha destacado en la sección oficial y que por perfil autoral bien podría encajar dentro del palmarés de un certamen como el de San Sebastián. La cinta nos presenta a una joven de 14 años, la mayor de seis hermanos, que vive en la granja familiar con relativa felicidad a pesar de las estrecheces y las inclemencias de quedar siempre a merced de lo que marque un clima que condiciona cosechas y el día a día así como de ese sentimiento puramente nórdico arraigado en lo más profundo de la religión en una casa en la que priman los crucifijos, biblias, cofias, rezos y símbolos distintivos de una religión presente que muchos creen que repara cuando lo que está haciendo es coartar.
El ambiente se va oscureciendo cuando su madre embarazada empieza a tener dificultades en el parto con las consecuencias que ello puede tener para una estructura familiar que, a pesar del patriarcado de la época, tiene en la madre la figura de referencia que es la que vertebra e ilumina a todos los demás, desde los hijos más desorientados a la hora de encaminar sus pasos de futuro hasta los que por edad pueden quedar más desamparados sin su protección. Una noche en la que la hija mayor puede ver cambiada su vida por una tradición que le hará madurar a la fuerza pasando a ser la mujer de la casa viéndose obligada a abandonar cualquier pretensión alejada de esa casa convertida en prisión.
“As in heaven” ofrece un poderoso retrato formal sobre la represión, la religión, la feminidad, el miedo y la pubertad en una granja danesa de 1800 sustentándose en la mirada de una estupenda Flora Ofelia Hofmann Lindahl como una joven que ve como sus aspiraciones de futuro de volar fuera de allí se ven truncadas por la moral de la época y por el hecho de tener que asumir un rol en base a ello, rastrillo en ristre y asumiendo su destino, debido a las circunstancias, a pesar del empuje que le da su madre a ello en contraste con el tosco carácter de un padre violento que pone la semilla que engendra para luego tener a sus hijos como una prole de operarios que mantengan la granja y le cuiden cuando sea el momento de ello.
Meritorio tono y empaque siendo ópera prima, con una fotografía entre velas y sombras muy sugerente y con una poesía simbólica de cielos rojos y viento alienante, pero sin sorprender porque ese tono existencialista heredero de Dreyer, Bergman, Tarkovski o Malick ya se ha visto en otras tantas películas con reverencia al poder de la fe y con manos acariciando el trigo y mirando al horizonte. Aun así una de las cintas mejor acabadas y satisfactorias de esta edición.
“Blue moon” (Alina Grigore), el yugo de una familia asfixiante // Sección Oficial
“Blue moon” es una cinta rumana que presenta a una joven de poco más de 20 años, cuyo padre vive en Londres junto a su hermano, que busca vivir su vida, irse a la Universidad de Bucarest y construirse un futuro al margen de una familia cuyo yugo es difícil dejar de lado ocupada como está con el negocio familiar dedicado al turismo y la construcción. Es lo que le ocurre tanto a ella como a su hermana, que cumpliendo con su condición de mujeres se han quedado en casa, presionadas y sustentadas por un primo irascible, violento y dominador que las tiene acogotadas creando un ambiente lleno de angustia y confusión pero también de dependencia por el miedo al repudio social en el caso de rebelarse y abandonar a su familia.
Esa es la vertiente dramática de una historia en la que el resto de familia aparecen como meros invitados de piedra en ese hostal, casi como un matón manipulador, obsesionado porque ninguna de las mujeres jóvenes de su familia se salga de la norma, a lo que asiste como un peón a veces sumiso y otras veces desconcertante en sus decisiones el personaje al que da vida Iona Chitu la cual, además de todo ello, mantiene una relación sexual con un hombre casado y mayor que ella que no dudará en aprovecharse de ella.
Hay elementos interesantes en una ópera prima que destaca por una cámara nerviosa, inquisitiva y pegada al rostro y la nuca de sus intérpretes, y por el cuidado con el trabajo en los actores apoyándose en sus gestos y reacciones, respirándose siempre una tensión latente que puede explotar mientras se trasluce los pensamientos de una joven que asiste impávida a la situación y que no sabe si tendrá red suficiente para poder dar el paso o sí, por mucho que quiera, seguirá ligado a unos lazos familiares que subrayados por el machismo de la sociedad todavía hacen más compleja la posibilidad de coger el timón de su vida y hacer valer su propia identidad siendo atreverse a huir la única opción para escapar de ello.
Una pena que la cinta quiera contar tantas cosas y de manera tan intensa sustentándose en unas jóvenes atrapadas por una familia con conexiones mafiosas, o que por lo menos actúan como tal, en unos negocios al margen de la ley pretendiendo abarcar demasiado y derivando en diálogos y situaciones propias de telenovela turca. Eso sí, el final no puede ser más evidente y revelador mostrando metafóricamente esas alas que se antojan incapaces de desplegar para volar libre.
“Benedetta” (Paul Verhoeven), la monja ambiciosa // Perlas
“Benedetta” es sin duda uno de los platos fuertes de la temporada desde que pudo verse en el pasado Festival de Cannes. La historia real de la monja visionaria, lasciva y ambiciosa Benedetta Carlini que puso patas arriba a una localidad de Pescia en el siglo XVII en cuyo convento formó parte en la época de la Peste y cuya existencia fue conocida a través de la historiadora Judith C. Brown.
Benedetta Carlini proclamaba haber sido testigo de visiones y apariciones marianas que luego se demostraron falsas, saliendo a la luz también sus relaciones sexuales con otra monja (Daphné Patakia), experimentando con la masturbación y el orgasmo, bien a través de lo físico, con una figura santificada o con ensoñaciones divinas, mientras se proclamaba esposa legitimaria de Dios frente a todos. Eso le llevó a ser perseguida y cuestionada por las altas esferas de una iglesia que la veía como una farsante peligrosa y que la condenó a casi cuatro décadas de prisión ocultando su historia por vergüenza de una institución siempre caracterizada por su oscurantismo.
El sexo, la violencia, la envidia y la falta de complacencia son los ingredientes en los que Verhoeven se mueve como nadie en una cinta en la que prevalece más que nada su oficio y empaque ya que la cinta, con algunos momentos marca de la casa, en ningún momento traspasa la línea de la credibilidad abrazando tonos paródicos aunque haya momentos que lo bordean (como esa paloma que hace sus necesidades en el momento más oportuno) bebiendo en definitiva de “Narciso negro” (1947) de Michael Powell, "Cartas de amor a una joven portuguesa" (1977) de Jess Franco y también de Dario Argento y Paolo Sorrentino. El deseo, el placer y el pecado prohibido se presentan como arma de poder frente a la opresión y la lucha de poder enarbolando la rebelión frente a un sistema representado por una madre superiora descreída (Charlotte Rampling) y un nuncio del Papa pervertido y autoritario (Lambert Wilson).
Virginie Efira está estupenda en el papel de esa mujer harta de la sumisión y del doble rasero de la institución y que utiliza sus artimañas para hacerla explosionar desde dentro abrazando más la provocación temática que la puramente sexual en una cinta desvergonzada, libre y con retranca en la que el sexo, la religión y el poder se dan la mano en una propuesta larga, desmedida pero sugerente y efectiva.
Sin revolucionar nada ni en el género ni dentro de la carrera de Verhoeven es un buen legado demostrando la personalidad de un director que como esa Benedetta, amparada en su presunto mandato divino, lo que lleva a cabo el realizador es un peaje hacia su propia libertad aprovechándose de esta etapa que vive de mayor reivindicación de su carrera.
"Vous ne désirez que moi (I want to talk about Duras)" (Claire Simon) // Sección Oficial
La película de Claire Simon no ha sido sólo uno de los mayores fiascos de esta edición sino que uno no entiende muy bien qué es lo que hace esta cinta a competición, más teniendo en cuenta que el cine francés ya ha estado ampliamente representado en esta edición.
Un “one man show” centrado en una entrevista protagonizada por el amante tardío de la escritora Marguerite Duras, Yann Andréa, una personalidad que se nos presenta como autoritaria y posesiva y que tiene en jaque la estabilidad mental de un chico, 38 años más joven que ella, que cae bajo sus encantos literarios debido a su fanatismo hacia ello y todo lo que rodea a su figura. Duras se aprovechará de un joven con dudas sobre su sexualidad que se deja embriagar por el talento y fama de la autora entrando en un juego de sumisión que ha anulado su personalidad pasando a vivir a través de ella como amante, muso y secretario.
No merece mucho mayor comentario una cinta que en hora y media resuelve esa entrevista que casi parece ser más la grabación de un podcast con una periodista de Marie Claire, Michèle Manceaux, en la que prácticamente su función es poner el micrófono en ese ático de una fría tarde de 1982 y asentir y soportar las reiterativas disertaciones de esta persona frágil y sensible que ha visto como en su vida ha entrado un torrente como Duras que le ha minado por completo y que le cuestiona continuamente por su condición sexual. Una cinta que no deja en buen lugar a la escritora, no sólo por centrarse en los comentarios de ese amante que expone abiertamente los entresijos de esa relación enfermiza, sino también por utilizar material de archivo con grabaciones de una escritora que incluso se inspiró en su amante para algunas de sus obras.
A pesar del talento actoral de Swann Arlaud y Emmanuelle Devos éstos no pueden hacer nada por salvar los muebles de un plomo pedante en el que un hombre intenta liberarse a través de la palabra, pero con el convencimiento de que hay algo superior que le impide salir de ahí, salpicado de acuarelas que muestran el deseo que en el fondo nutría a esa relación y que deja al espectador en estado comatoso pareciéndose a una revelación de algún programa de famosos dejando en mal lugar a una figura de la que después de ver la película sólo quieres alejarte por la toxicidad que transmite. Las cintas nunca llegaron a emitirse siendo guardadas por la hermana de la periodista pero sí que dieron lugar al libro "L'amie" en 1997 pasando a ser obra de teatro en 2010.
Nacho Gonzalo