San Sebastián 2017: Un autor voyeurista y cainita y enredo estudiantil "teen" convertido en anime
Querido Teo:
Continuamos el periplo festivalero recalando un año más en el Festival de San Sebastián que toma conciencia que, además de presentar sus películas a concurso y dar un empujón a la cosecha del cine español, también sirve de colofón presentando algunas de las películas más destacadas que se han visto en los festivales más importantes del año. Fuera de esta crónica quedan dos películas de la sección oficial como “inmersion”, el regreso fallido de Wim Wenders a la ficción en un drama a la deriva con James McAvoy y Alicia Vikander que se pierde en el romance, en la motivación confunsa de sus personajes y en la inclusión de la trama de los fanatismos religiosos, la argentina "Alanis", en un retrato de la miseria congénita para un conjunto de mujeres condenadas a ser eternas supervivientes, así como “Call me by your name” de Luca Guadagnino (con oleadas de elogios en la primera gran sensación del certamen como la película que ha abierto la sección de Perlas), “The square” de Ruben Östlund que, como si fuera “The assassin” hace un par de años, en Donosti se le han destapado las vergüenzas tras haberla ensalzado con la Palma de Oro en Cannes, y "Una mujer fantástica" de Sebastián Lelio.
“El autor” de Manuel Martín Cuenca es la primera carta que presenta la industria del cine español en esta edición del Festival de San Sebastián. Un año que, en teoría, se presenta de transición tras la gran cosecha del año pasado y que, por otro lado, tiene a “Verano 1993” como la película que se ha convertido en un fenómeno crítico y que, en principio, arrasará en la campaña de premios española. En todo caso, un hueco en la misma se merecería lo nuevo del director de “La flaqueza del bolchevique” y “Caníbal” que vuelve a presentarnos un magnífico retrato de personajes, tan excéntricos como perfectamente dibujados y reconocibles, en este caso adaptando la novela de Javier Cercas "El móvil" y centrándose en un acomplejado y gris procurador que trabaja en una notaría y que vive frustrado por el repentino éxito literario de su mujer en una calurosa Sevilla en la que él, de manera más o menos velada, sigue cultivando su sueño de ser escritor asistiendo durante tres años a talleres con tal fin.
La distinción que la capital andaluza le da a su mujer como escritora de éxito, los problemas en un trabajo rutinario y poco agradecido, y el repaso verbal por parte del profesor del taller sobre su falta de talento y habilidad para intentar acercarse a algo parecido a ser un escritor, provocarán un antes y un después en el modo de encarar su vida cogiendo el timón de la misma y preocupándose sólo por escuchar e investigar a los otros, sacando su lado voyeurista y descubriendo que encuentra su propia voz transformando o incidiendo en la vida de los demás manejando a sus vecinos como unos meros títeres en forma de personajes de ficción con el fin de enriquecer su vena literaria aunque sea sobrepasando todos los límites. Javier Gutiérrez vuelve a estar estupendo, incluso poniendo los testículos encima de la mesa y no a nivel metafórico, en este personaje llenándolo de fragilidad pero también de obsesión enfermiza y endogámica manejando los hilos laborales y personales de su portera, un matrimonio de mexicanos con problemas laborales y un anciano ex militar tosco y apasionado por el ajedrez. Aunque la película navegue por unos vaivenes demasiado retorcidos, y algo efectistas por momentos, estamos ante un gozoso juego de humor negro sobre realidad y ficción ante el intento desesperado de una persona inestable y frágil por encontrar su verdadera personalidad, en este caso literaria, sustituyendo con obsesión enfermiza la falta de talento en una Sevilla cainita y veraniega con un creador desesperado en busca de personajes que le hagan crear gran literatura y no la vacuidad propia de las obras que se convierten en éxitos de masas. Además de Gutiérrez hay que destacar a Antonio de la Torre, divertido robaescenas como el profesor del taller del protagonista, María León como la mujer que eclipsa a su marido y desata toda la trama y el descubrimiento cinematográfico de Adelfa Calvo (conocida por la serie “El secreto de Puente Viejo”) como la portera insatisfecha que termina siendo cómplice del protagonista. Para terminar de redondear, a destacar la canción en los títulos iniciales interpretada por José Luis Perales que se aleja bastante del tono negro que va cogiendo la película, una cinta que se ve con una sonrisa amarga ante, en realidad, la dureza de la historia que cuenta.
En las proyecciones especiales que integran la sección oficial se ha podido ver “Fireworks, should we see it from the side or the bottom?” de Akiyuki Shinbo y Nobuyuki Takeuchi, un anime oriental y naif que bebe de algún capítulo televisivo de serie de enredos de instituto de los 90. Una apuesta entre dos compañeros enamorados de la misma chica y el hecho de que ésta quiera fugarse de su casa debido a que su madre va a contraer matrimonio por tercera vez y, por ende, se va a tener que mudar de ciudad, marcan una historia que juega con la fantasía de los saltos en el tiempo en un mismo día llenando de lirismo y un espíritu algo tontorrón una historia sobre el primer amor y también sobre la imposibilidad de escapar de nuestro destino y de que el ser humano se siga preguntando en cada decisión si el camino que tomó fue el correcto. Una hora y media que se ve bien, por su desparpajo y humor tan torpe como transgresor en algunos momentos, pero que sí bien nos ha parecido efectiva no logrará perdurar tanto por su reiteración, su animación poco trabajada y una premisa difícil de salir airosa en cualquier propuesta debido a su simpleza debatiendo como metáfora si los fuegos artificiales son redondos o planos.
Nacho Gonzalo