San Sebastián 2016: Rodrigo Sorogoyen sigue creciendo, Bertrand Bonello siembra polémica ante el terror en París, Isabelle Huppert y el niño calabacín

Querido Teo:

Prosigue el Festival de San Sebastián mostrando variedad de géneros y propuestas heterogéneas que seguro que van a dar mucho juego en el futuro. Prosigue la buena racha del cine español de género con “Que Dios nos perdone” de Rodrigo Sorogoyen y ha sido el día de Isabelle Huppert con sus dos películas de este año en la sección Perlas, “El porvenir” y "Elle", de la que ya te hablé cuando descolocó y fascinó en Cannes.

Rodrigo Sorogoyen sorprendió en su momento con “Stockholm”, una de esas películas que además de sacar partido al Madrid nocturno logró impactar y dar un giro inesperado después de esperarse de que estábamos ante la clásica historia del mismo corte y patrón que las de “Antes del amanecer” con una pareja conociéndose y deambulando por la ciudad. Ahora en su segunda película, tras las tres nominaciones en las categorías de revelación que consiguió por su debut detrás de las cámaras, es el momento de la confirmación (o no) para todo director y la verdad es que Sorogoyen confirma que va a darnos muchas alegrías en su carrera como realizador. En “Que Dios nos perdone” logra un policiaco castizo, sólido y con una tensión in crescendo que parte de la confrontación de caracteres y técnicas de dos detectives del cuerpo de policía (una bestia parda de rotundidad física que pone la fuerza y el carácter pagando disciplinariamente por ello y un apocado y gris oficial cuya virtud es más la sagacidad y espíritu de observación) cuando en Madrid comienzan a sucederse una serie de hechos que podrían estar hablando de la existencia de un violador y asesino de ancianas. Unos sucesos que van creando una gran consternación en la sociedad (en pleno caluroso verano madrileño de 2011 marcado por la visita del Papa y las manifestaciones del 15-M) y que servirá para poner al límite a este cuerpo de investigación, mientras ahondamos en las descorazonadoras vidas personales de cada uno de ellos y que van desde la familia desestructurada y rota hasta el aislamiento hasta la incapacidad de emprender una relación romántica normal. Una película con ciertos trucos en el guión (basados en un caso real ocurrido en Cantabria) pero que son salvados por el oficio de Sorogoyen en una película que no abandona cierto humor localista y una trama lo interesantemente atractiva (e in crescendo) para mantenernos pegado a la butaca. En el reparto actoral destaca especialmente un Roberto Álamo animal y magnético con un gran trabajo físico junto a un Antonio de la Torre en el personaje de tartamudo traumatizado que resuelve con esa sobriedad (“Caníbal”, “Tarde para la ira”) a la que parece estar abonando su carrera últimamente. A destacar también a José Luis García Pérez, Luis Zahera y un sorprendente Javier Pereira en este “Seven” patrio y callejero que también recuerda a "El secreto de sus ojos". Entre Alberto Rodríguez y Rodrigo Sorogoyen bien podría estar con todo merecimiento la Concha de Oro de este año y el duelo de cara a los Goya está servido.

“Nocturama” de Bertrand Bonello llega a la sección oficial de San Sebastián tras hacerse público de que en su momento fue rechazada para participar en Cannes. Y es que no nos extraña teniendo en cuenta la sensibilidad internacional hacia las continuas actuaciones terroristas que están poniendo en jaque al mundo occidental. En la cinta encontramos a una serie de jóvenes, hijos de esa generación de Mayo del 68, que desde la disidencia ante el desarraigo que sienten ante un entorno que no sienten como propio y el sistema burgués en el que han sido criados, emprenden una serie de acciones terroristas que asolan París. La cinta se divide en dos actos; el primero la captación de los miembros y la planificación de las actuaciones terroristas y el segundo el amotinamiento de estos jóvenes en un lujoso centro comercial mientras París fuera vive una noche de pesadilla con continuos ataques programados. Una cinta que el director afirma llevar preparando ya más de un lustro movido por ese sentimiento de descreimiento, indignación e insatisfacción de los jóvenes franceses frente al modelo establecido, aunque veamos en cierta manera ahí reflejados la crítica del capitalismo y el foco de terror con el que el ISIS asedia especialmente el país galo. Una película destinada a generar el debate por el estado de desesperanza de la juventud y también a crear polémica por su mensaje tan reprobable en esta especie de “La naranja mecánica” del terrorismo actual en el que lo que destaca es el reparto juvenil y algunos momentos especialmente logrados como una liberadora interpretación del My way de Sinatra; especialmente todos ellos los desarrollados en esa jaula de cristal que supone el centro comercial que representa todo el lujo y opulencia que es la que precisamente ellos aborrecen. La cinta no toma partido aunque no se sabe hasta que punto martiriza a estos jóvenes y eso la hace muy discutible.

Mia Hansen-Løve se ha ganado el crédito necesario con “Eden”, una película reciente de culto, para que sus nuevos proyectos tengan ya garantizado el interés. “El porvenir”, por la que ganó el premio a la mejor dirección en el Festival de Berlín 2016, se adentra en una profesora de filosofía hastiada con su vida y lastrada por su trabajo y sus obligaciones familiares con su marido también profesor y con unos hijos más materialistas que inquietos culturalmente como ella. Precisamente es en uno de sus ex alumnos de Bachiller con el que encuentra esa conexión intelectual ante la pasión común por la literatura y la filosofía así como el agradecimiento mutuo que se profesan. La cinta no es más que ver como esa mujer va poco a poco reencontrándose a sí misma y liberándose de las cadenas que le han llevado una vida burguesa cómoda pero que no siente como propia. Una cinta correcta pero que no llega a la brillantez que se espera de una de las directoras con mensaje más genuino y libre de la que, de momento, se espera más de lo que ha demostrado hasta ahora. Eso sí, la cinta es todo un vehículo de lucimiento (y ya son muchos los directores que se lo han brindado) para Isabelle Huppert que clava de principio a fin su personaje.

A destacar la sorpresa que ha sido la producción animada “La vida de Calabacín” que es la representante de Suiza este año para el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Una cinta de una hora de duración a la que no le hace falta más para conmover y entretener con la historia de un niño de 9 años que se queda huérfano tras la muerte accidental de su madre, recalando en un hospicio en el que encontrara a otros inadaptados como él y que también vienen de sufrir más de lo que se merecerían por edad encontrando entre ellos una manera de lamer sus heridas y crear un grupo que pueda con sus traumas. Una modesta propuesta que recuerda en técnica al cine de Laika y que nos gana por su sensibilidad y emoción teniendo la valentía de tocar temas duros y muy reales como el desarraigo, la soledad y las heridas del pasado de una manera que no desvirtúa su mensaje optimista en una apuesta muy honesta abordando hechos importantes sin renunciar a la esperanza.

Nacho Gonzalo