"Orient Express"
Entre los trenes cinematográficos destaca uno; el conocido como Orient Express. Desde el "Asesinato en el Oriente Express" que hizo Sidney Lumet hasta la huida de Bond en "Desde Rusia con amor", los guiones se han inspirado en novelas. Para paladear este tren en el periodo de entreguerras la mejor posiblemente sea la que escribió Graham Greene. La tituló "El tren de Estambul", aunque está publicada en español como "Orient Express".
Título: "Orient Express"
Autor: Graham Greene
Editorial: Seix Barral
Un grupo de viajeros desembarcan en la costa francesa, donde les espera el tren que les llevará a París y luego a Oriente. Sus peripecias fueron el primer gran éxito de Greene en 1932 con el título de "Stamboul train". Tenía 28 años y había pasado brevemente por el periodismo antes de centrarse en la literatura, combinada con colaboraciones en prensa haciendo críticas de libros y películas.
Greene es un maestro entrelazando la acción con los personajes que viajan en el famoso tren. Una bailarina inglesa con un contrato de corista en Estambul; un comerciante judío rico y planificador; una periodista agresiva y lesbiana; un asesino; un intelectual revolucionario y algunos otros personajes laterales dibujados con una precisión justa para mantener la economía de lenguaje que exige el ritmo. El ambiente es contemporáneo al propio escritor y se aprecia en todos los detalles. El viaje terminará en drama para algunos de ellos, mientras otros sufren cambios que dirigirán sus vidas en otras direcciones. Greene describe el ambiente en el interior del tren, la convivencia forzada, los descansos en las paradas y hasta situaciones externas que comienzan fuera del Orient Express para resolverse en el convoy que atraviesa la Europa Central camino del cuerno de oro. Los intereses de clase, la política del momento, el amor, la necesidad y la codicia forman parte del paisaje. Greene ya tiene el ritmo que le permitirá convertirse en uno de los grandes autores de su siglo. A pesar del tiempo transcurrido desde su escritura, se sostiene en todo momento y resulta una cápsula del tiempo que vale la pena abrir.
Carlos López-Tapia