“On the rocks”, una delicia de Sofia Coppola
Querido Teo:
"On the rocks" de Sofia Coppola ha llegado directamente a la plataforma Apple TV+ sufriendo una campaña promocional nula que, a pesar de la ingente oferta, hace que propuestas como ésta queden en tierra de nadie si ni se atreven a pasar por salas ni por otro canal de lanzamiento más mayoritario. En todo caso, y a disposición sólo para usuarios de la plataforma, se ha estrenado una deliciosa propuesta en la que la directora y guionista ha optado por una historia sencilla que, sin embargo, transmite una gran humanidad sobre varios dilemas contemporáneos que nos atenazan como sociedad sobre el escenario de una Nueva York estilosa y lucidora.
La séptima película de Sofia Coppola tiene el reclamo de ser el reencuentro de la directora con Bill Murray 17 años después de “Lost in translation” sino tenemos en cuenta el especial televisivo “A very Murray Christmas” (2015), pero en realidad lo que encontramos aquí es a una voz que se ha quitado presiones estéticas o trascendentales y que da la impresión de que ha hecho esta película casi como un divertimento para ella misma.
En apenas hora y media salen a la palestra muchas situaciones propias de la vida en pareja urbanita y contemporánea mientras también asistimos a cómo vuelven a conectar de nuevo una hija y su padre; ella ahogada entre responsabilidades, problemas creativos y sospechas de infidelidad y él como un vividor que, a pesar de su fachada, se ha ido guiando por la vida buscando el amor en los ojos de los demás aunque ello le haya llevado a equivocarse más de una vez.
Laura (Rashida Jones) es una escritora que se encuentra en vacío creativo ya que no logra impulsar el libro que está preparando. La rutina del día a día le absorbe con dos niñas pequeñas, así como las consabidas clases y horarios prefijados de ésta, mientras su marido, Dean (Marlon Wayans), pasa poco tiempo en casa ya que por trabajo se ve obligado a viajar mucho al dedicarse casi por entero en impulsar la empresa que él mismo ha fundado hace poco. Tanto trasiego, y algunos comportamientos de éste, hacen sospechar a Laura que le está engañando con Fiona (Jessica Henwick), su atractiva compañera de trabajo y con la que Dean tiene que compartir mucho tiempo, viajes de negocios incluidos.
Lo que empieza como una posibilidad acaba adoptando aires de certeza cuando se encadenan una serie de situaciones, encuentros y descubrimientos, avivados por la aparición de Felix (Bill Murray), el padre de Laura, un playboy que tiene un contacto intermitente con su hija desde que éste se fuera con otra mujer cuando estaba casado con su madre. Un tipo ligón y despreocupado que se propone aconsejar y ayudar a su hija para descubrir qué está pasando realmente, lo que no será más que una excusa para volver a pasar tiempo con ella recordando lo que es estar con la que ha sido siempre, a pesar de su hedonista vida, la niña de sus ojos.
“On the rocks” se mueve en la ligereza tierna aportando un enredo propio del Woody Allen noventero en una Nueva York que muestra su lado glamuroso y en el que todos los que conviven entre sí son atractivos y están bien posicionados, pudiendo permitirse ir a galerías de arte, actividades infantiles instructivas, restaurantes de lujo, recorrer la ciudad con chófer a tu disposición, o comprar un buen regalo en una joyería. Por ello tiene mucho de reparador entregarnos a esa banalidad desenfadada y mordaz con un Bill Murray que se lo pasa en grande en un papel hecho a su medida; verborreico, carismático y que tira de contactos, agenda y una sonrisa para lograr lo que quiere.
Y es que es muy disfrutable ver las aventuras que llevan a cabo padre e hija por las calles y lugares de una ciudad en la que lo importante no es saber si hay o no una infidelidad sino que lo que queda es la conexión que vuelve a brotar entre dos personas, separadas por su carácter y distintos modos de vida pero que todavía tanto se necesitan.
Es verdad que a algunos “On the rocks” les puede parecer que peque de poca sustancia en algunos momentos, y su desarrollo y definición sea bastante esperable, pero hay que alabar como muestra algunos temas interesantes destacando, entre ellos, cómo sufre una relación de pareja el paso del tiempo y el peso de la rutina cuando se agolpan las responsabilidades y sacrificios traducido en trabajos absorbentes o hijos que precisan toda la atención; provocando que casi no haya tiempo para alzar la vista del suelo y volver a mirar a tu pareja a los ojos recordando qué es lo que te enamoró de ella y te hace querer seguir estando a su lado. Todo ello frente a la referencia de un padre hedonista que no supo encarar precisamente lo que le correspondía como tal y que no estuvo cuando se le necesitaba.
“On the rocks” es una delicia dentro de la filmografía de Sofia Coppola, quizás menor y poco trascendente, pero también posiblemente su película más disfrutable e íntima alejada de alardes visuales vanguardistas o pretensiones reflexivas propias del cine “indie”. Lo que se ve suena a fresco, limpio y auténtico respirando verdad con unos personajes que intentan encarar su vida y sus relaciones de la mejor manera que saben pero que, a pesar de la soledad a la que parecemos abocados, siguen necesitando a gente que les ayude, abra los ojos y consuele.
Una Sofia Coppola alejada de imposturas pero que en realidad sigue hablando de temas que le tocan y le preocupan como el referente paterno, la incomunicación de la pareja y los estímulos de una sociedad vertiginosa que nos hacen perder la confianza con los demás. Una película irónica y casi fabulada, burbujeante y chispeante como el champagne más caro y sugestivo, en la que ver a Bill Murray recordar a su hija cómo se silba, oler unas flores como si no hubiera un mañana, conducir como un loco con su descacharrado descapotable rojo, o cantar una ranchera en una escapada mexicana, son algunos de esos pequeños grandes momentos que llevan a que una película, como fiel reflejo de la vida, encuentre su alma y su sentido en el valor de las cosas que verdaderamente importan.
Nacho Gonzalo