Mundo futuro: “Alien, el octavo pasajero” (1979), el culto de Ridley Scott

Querido Teo:

La nave comercial Nostromo vuelve a la Tierra con sus siete tripulantes a bordo bajo hibernación cuando una transmisión desconocida procedente de un pequeño planeta hace que el ordenador central (llamado “Madre”) les despierte. Creyéndose casi en casa, la tripulación se lleva la gran sorpresa de que no se encuentran ni cerca del Sistema Solar. A pesar de todo, el comandante Dallas, a instancias del oficial científico Ash, decide ir a investigar la señal de lo que en principio podría parecer un mensaje de origen inteligente. Así, los expedicionarios descubren una extraña nave abandonada en cuyo interior los asombrados visitantes dan con una enorme sala repleta de huevos. Al acercarse a uno de ellos para examinarlo, una forma de vida alienígena se lanza sobre el oficial Kane y se le agarra a la cara. Asustados, regresan a la nave y, pese a las reticencias de la suboficial Ripley, al mando de la Nostromo mientras el comandante y los otros están fuera de exploración, acaban entrando en la nave para analizar el estado de un Kane todavía con vida. Lo que viene después es una de las escenas más impactantes, terroríficas y míticas de la Historia del cine, que da pie a una genial historia de suspense, terror y lucha por la supervivencia entre el alien y los humanos.

Después de coescribir con John Carpenter la parodia de ciencia ficción “Dark star”, en 1974, el guionista Dan O'Bannon se decidió por un planteamiento mucho más serio y terrorífico con “Alien”, que inicialmente iba a llamarse “Star beast”. Aunque, al principio, la idea no fue tomada muy en serio, y estuvo a punto de ser producida por los Estudios de Roger Corman, especializados en serie B, el renovado éxito de la ciencia ficción a finales de los años 70, a raíz del tirón de “Star Wars”, hizo posible que la productora de Walter Hill asumiera el proyecto y que 20th Century Fox se hiciese cargo de la distribución. Para la dirección se acudió a Ridley Scott, por entonces un joven talento que había dejado una grata impresión con su primer filme, “Los duelistas”. El realizador británico, procedente del mundo de la publicidad, dotó a la película de una atmósfera inolvidable gracias a su pasión por la iluminación, la fotografía, la creación de ambientes y la sincronía con la música y el sonido, factores que él concebía a la misma altura que la actuación. Asimismo, fue plenamente acertada su decisión de dosificar al máximo tanto los encuentros como la visión completa del alien, alejándose así de las cintas de terror barato y elevando el empaque de la historia.

Los surrealistas diseños alienígenas de pesadilla del artista suizo Hans Ruedi Giger terminaron de dar un carácter único e inolvidable a “Alien”, que es también recordada por la brillante interpretación de una joven Sigourney Weaver (con striptease espacial incluido) como la novata pero intrépida e inteligente tripulante encargada de enfrentarse cara a cara con el monstruo. Precisamente, el personaje de Ripley se basa libremente en la novela de Joseph Conrad, “La línea de sombra”, que narra el proceso de madurez de un joven enrolado en un barco. Este planteamiento artístico y los aportes de otros personajes y situaciones, como la verdadera identidad y el propósito último del oficial científico Ash (genial Ian Holm), el ataque alienígena al pobre Kane (un mohíno John Hurt) o las inmensas dotes estratégicas y depredadoras del extraterrestre enriquecieron el argumento original y terminaron por confirmar a “Alien”, sin duda, como uno de los clásicos imperecederos no sólo del género de la ciencia ficción, sino del terror. Porque ya se sabe que en el espacio nadie puede oir tus gritos.

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Paco Mota