"La vida por delante"
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El argumento: En la costa de Italia, una superviviente del Holocausto que regenta un centro de día, acoge a un chico senegalés musulmán que le robó y vive en la calle.
Conviene ver: "La vida por delante" supone el regreso de Sophia Loren a las pantallas más de una década después con una cinta que protagoniza y que ya ha tenido celebradas versiones, como la protagonizada por Simone Signoret en 1977 en cine o la reciente versión teatral que hubo en España con Concha Velasco. La diva italiana interpreta a una superviviente del Holocausto que vive en la costa italiana, marginal y abandonada, que acoge a un niño senegalés de 12 años y sin hogar llamado Momo que está bajo la protección de un médico y que se dedica a trapichear por las calles con malas compañías y un comportamiento irascible propio de una infancia difícil. Sophia Loren da carácter y presencia a sus 86 años a Madame Rosa, una judía traumatizada por lo vivido en Auschwitz que se ha dedicado a la prostitución hasta los 60 y que, ahora, en la vejez y con problemas de corazón, dolores y fallos de memoria se dedica a cuidar a niños abandonados o hijos de prostitutas en su destartalado piso. A esa casa llegará Momo, a pesar de que ni ella ni el chico están muy por la labor. Edoardo Ponti pretende dar dimensión a la historia trasladándola al espíritu del neorrealismo italiano y añadiéndole el drama de la inmigración, el choque multicultural ético y religioso propio de la sociedad de hoy en día, y el drama de los que parecen condenados a su suerte y malvivir sin tener dónde caerse muertos como la vecina transexual de Madame Rosa, con una escena de baile casero impagable, o el comerciante que acaba dando trabajo a Momo y que le acaba introduciendo valores a través de obras como el Corán o “Los miserables” de Victor Hugo. Una cinta que tiene su principal atractivo en ver a Sophia Loren, todavía rebosante de carisma y belleza madura, frente a un melodrama algo convencional y forzadamente lacrimógeno sobre la redención, las segundas oportunidades y la importancia de esas familias que no son de sangre pero que se forman en el camino de la vida y cuyas lealtades y afectos son imprescindibles para encontrar oxígeno frente al drama. Una cinta que se ve bien por sus buenas intenciones (con unos títulos de créditos finales con el tema compuesto por Diane Warren e interpretado por Laura Pausini que ahondan en ello), y cierto tono luminoso en su puesta en escena, aunque se quede corta en resultado, salvado por su tono reparador, a pesar de mostrar en pantalla una existencia que ahoga ante sus baldías oportunidades, y, sobre todo, la química emocional que construye el personaje de Loren con el sorprendente debutante Ibrahima Gueye que en su mirada de rabia, dolor y desamparo muestra la evolución de su personaje llevando el peso de la cinta y permitiendo que la Loren brille todavía más en su vuelta al cine.
Conviene saber: Edoardo Ponti adapta la novela de Romain Gary en un vehículo de lucimiento para su madre a la que ya ha dirigido en la película “Entre extraños” (2002) y en el cortometraje “La voce umana” (2014).
La crítica le da un SEIS