La luz de los fotogramas: El París de Woody Allen

Querido Teo:

Estos días me he puesto al día con un director que, aunque pueda parecer sorprendente, he descubierto no hace mucho, me refiero a Woody Allen. Más de uno me llamará hereje o tardío, pero hasta entonces se había dado la conjunción planetaria por la cual el cine del de Brooklyn no me había llamado la atención. De la última película de Woody Allen, "Midnight in Paris", quiero destacar tres detalles por encima de todo. La selecta música que acompaña perfectamente de la mano a cada plano, el segundo detalle es que la historia está localizada en una de las ciudades que tengo en la “wishlist” de mi vida, París, y el último detalle, cómo no podía ser de otra manera, es el gran trabajo que nos ha regalado el director de fotografía persa de origen francés, Darius Khondji.

Darius se dio a conocer con un preciosista trabajo en la película de Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet, “Delicatessen” (1991). En 1995 repitió con el tándem francés en “La ciudad de los niños perdidos”. Gracias principalmente a estos dos trabajos, Darius no tardó en ser solicitado por conocidos directores. Ese mismo año, David Fincher le contrató como director de fotografía para “Seven”. Tras el pelotazo con Fincher, ha enlazado un éxito tras otro. Bertolucci, Polanski, o Madonna, no han dudado en contar con su magnifica visión para diferentes trabajos. También ha repetido colaboraciones con Jeunet o Fincher. En su filmografía constan trabajos como “Belleza robada” (1996), “Evita” (1996), “Alien resurrección” (1997), “La novena puerta” (1999), “La playa” (2000) o “La habitación del pánico” (2002).

En 2004 firmó por vez primera con Woody Allen en la muy interesante “Match Point”, colaboración que han repetido años más tarde con en la visión europea de Woody Allen, “Midnight in Paris” y con la que está actualmente en fase de postproducción rodada en Roma.

Una vez repasado el más que digno trabajo de Darius Khondji, analizamos la brillante fotografía que ha dirigido en “Midnight in Paris”. Es muy difícil darle foco a “la ciudad de las luces”, ciudad que hemos visto en el cine hasta la saciedad, pero el persa lo ha conseguido. Ha sabido diferenciar sin asperezas, las dos atmosferas que rodean la película. De los tonos naturales dela realidad diurna, nos traslada sin asperezas a la atmosfera de los años 20, haciendo uso de tonos cálidos en esa transición. La tonalidad anaranjada predomina en las escenas nocturnas, el naranja es un color alegre, que libera las emociones negativas y reconocido como el perfecto color antidepresivo. No sólo no ha hecho una sucesión de postales, recurso muy fácil teniendo como plató a la ciudad de Paris, cosa que no hubiese ayudado a la película, sino que ha sabido recrear magníficamente cada época y cada momento, impregnándole un toque de romanticismo y sana añoranza.

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David Santamaría