La espía chinesca: American independent films (I)
Querido Teo:
Es un fenómeno curioso el hecho de que los directores de cine menos lucrativos, los “independent film-makers”, hagan hecho bandera de su falta de medios y se nos aparezcan hoy como un grupo bien diferenciado de sensibilidad esnob; carecer de dinero, apoyo del público o perspectiva financiera, a la hora de afrontar un proyecto cinematográfico, se consideran atributos más que suficientes como para permitirse comportar una personalidad autocomplaciente y afectada.
Hoy día se considera que el género indie abarca las creaciones de todos estos realizadores. Sin embargo, tras haber serpenteado por los rodajes de bajo presupuesto a lo largo y ancho del país, me he percatado de que el movimiento independiente estadounidense se ha ido gestando de manera espontánea a lo largo de los años; debido a esto, me encuentro con que carece de un programa o de un líder que le haya dado forma, y en este punto es donde se diferencia de otras iniciativas europeas como es el caso del movimiento Dogma 95, abanderado por Lars Von Trier.
A pesar de que este tipo de cine no puede ser considerado propiamente un subgénero compacto y uniforme, desde 1983 posee un centro de exhibición internacional en las montañas de Sundance, Utah. El festival de cine independiente de Sundance fue creado gracias a la iniciativa del realizador, productor y actor Robert Redford (el nombre del festival deriva del personaje de Sundance interpretado por Redford en la película "Dos hombres y un destino" (1969)) de crear un espacio para los jóvenes directores estadounidenses sin un hueco en la industria. Con el tiempo, el marco de presentación se ha abierto a realizadores de todo el mundo. El festival es también un instituto cinematográfico que apoya creativa y financieramente aquellos proyectos marginales que son comercialmente inviables para los productores de la gran industria. Yo misma, solitaria entre las solitarias, presentaré un corto grabado con mi móvil.
En cierto sentido también se consideran independientes aquellas películas que han sido ayudadas por productoras desligadas de la productora matriz, como el caso de la Fox Searchligth Pictures creada como un brazo autónomo de la 20th Century Fox con la misión de encontrar, producir y distribuir películas cuyas temáticas se encuentren alejadas del tópico panorama del mainstream. Dialéctica superadora entre lo independiente y lo comercial, entre lo transgresor y lo “sustentador”, lo cierto es que estas nuevas productoras responden a una estrategia de mercado, satisfacer la demanda agregada; si en 1997 la Fox Searchlight Pictures estrenaba “Full Monty” y “La tormenta de hielo”, en 2009 se hacía con el Oscar a la mejor película por “Slumdog millionaire”. Nuevamente Hollywood se apresuraba a premiar la vanguardia y, nuevamente también, no exclusivamente por razones artístico-filantrópicas.
Es la subsunción total, por la cual los temas en un principio vedados son incluidos ahora en el nuevo cine y en la nueva industria. La homosexualidad, las drogas, el sindicalismo, etc…, en cuanto son aprobados y posteriormente demandados por la audiencia, las productoras están prestas a seguir los ritmos del gusto y del mercado; cuando lo obsceno deja de ser considerado obsceno, comienza a ser comercial.
Pero frente a lo presuntuoso de la propia denominación indie, de la transgresión por la transgresión de ciertos productos del director californiano Harmony Korine, frente a la epidérmica sensación de estética Bollywood del último Danny Boyle, hubo un tiempo en que el cine independiente no era pretenciosamente indie, sino, más allá de toda etiqueta, necesariamente cruel, particularmente de baja clase social, y realmente subversivo.
En 1920 yo me hallaba en Chicago; muchos emigrantes de los estados del sur, así como irlandeses, italianos... luchaban sin cuartel por la posesión de los barrios. Oscar Micheaux, el primer director de cine afroamericano, escribe, dirige y financia a través de su propia productora (Micheaux), “Within our gates”. La película denuncia la situación racial que se daba en los Estados Unidos durante los primeros años veinte; las leyes de Jim Crow segregaban a todos los grupos no blancos bajo el lema “separados pero iguales”, el Ku Klux Klan renacía en los estados del sur y los negros emigrados al norte se encontraban con la intolerancia de los yanquis de raza blanca. Película-denuncia, Micheaux no se amilana a la hora de recrear escenas de violación y de linchamiento, impunes bajo la supremacía blanca. Debido a los disturbios raciales de Chicago de 1919, los censores del gobierno Woodrow tuvieron a bien eliminar dichas escenas por considerarlas demasiado provocativas y so pretexto de reducir del odio racial en todo EE.UU.
Avanzando en el tiempo, en 1943 me encuentro escondida entre las sombras de siluetas de “Meshes of the afternoon”, un “capricho” del matrimonio Maya Deren-Alexander Hammid por crear una película personal que lidiase con los problemas psicológicos, que se situase en la línea “avant garde” iniciada en su día por Salvador Dalí y Luis Buñuel. Una serie de motivos anuncian lo que será el cine experimental, como es la atmósfera onírica, las realidades alternas o la destrucción de los códigos formales de recepción. Las imágenes se deslizan como si fuese una coreografía; Maya Deren-bailarina “sobrevuela” en cada paso ritual, creando formas rítmicas y pictóricas. De hecho, debido a su interés estético, hoy día, el vídeo se reproduce una y otra vez en una de las salas de la Tate Modern de Londres.
Y ya en los años 50, en EE.UU., muchos ciudadanos se convirtieron en espías chinescas que se movían en la sombra; Paul Jarrico y su productora Independent y el sindicato International Union of Mine, Mill and Smelter Workers (expulsada del Congreso de Asociaciones Industriales en 1949 por comunistas), en un ejercicio sinérgico, sumaron su dinero para financiar la que sea posiblemente la primera y última película comunista hecha en Estado Unidos: “La sal de la Tierra” (1954). El director, Herbert J. Biberman, el guionista Michael Wilson, el productor Paul Jarrico, el actor Will Geer y el propio compositor Sol Kaplan, se hallaban en la lista negra de “Los diez de Hollywood” por su negativa a cooperar con el Comité de Actividades Antiestadounidenses, durante la era del senador McCarthy (1950-1956). Jarrico llegó a declarar que, puesto que habían sido expulsados de Hollywood por subversivos, decidieron realizar la película y cometer así un “crimen para hacerse merecedores del castigo”. El rodaje sufrió un continuo acoso por parte del FBI; se acusó a la protagonista del film, la actriz mexicana Rosario Revueltas, de comunista, y se exigió su repatriación. Finalmente se logró contar la historia de unos mineros de cinc de Nuevo México en huelga contra la patronal, duramente reprimidos, eventualmente ayudados por sus mujeres, lo que hace de la película un ferviente alegato feminista. La decisión de la Unión de Proyeccionistas de no exhibir la película se comprende debido a que fue prohibida por el gobierno. Acabó consignada a los autocines independientes, un puñado de teatros y a los círculos comunistas.
Y hasta aquí el recorrido de tres “american filmmakers”: Oscar Micheaux, Maya Deren y Herbert J. Biberman. El cine independiente estadounidense ya ha anunciado el terreno espinoso por el que se moverá; cine contra la injusticia, cine de arte y ensayo, cine sindicalista… En los sesenta entrará en una nueva época de transgresión sexual, psicodelia y rock, para quedar relegado en los noventa a un grupo de realizadores cuya principal dificultad será la de ser originales en un mundo de libertad creativa cuasi total.
Capítulo 2: American Independent Films I from Alejandro Mucientes Sandoval on Vimeo.
Desde mi escondite en el Prater de Viena…
La espía chinesca
Increíble trabajo de revisión y análisis. Muy recomendable!!