In Memoriam: Sidney Lumet, el director de la marginalidad social y la miseria humana
Querido diario:
Ha muerto a los 86 años Sidney Lumet, otro grande que se nos va en unos años que parecen ser de cierre de ciclo para toda una generación llena de talento. Lumet siempre fue un director que hizo grandes películas, pero su carácter artesanal le reportó cierto ostracismo tanto a nivel de prestigio como de premios. Una carrera que comenzó con uno de los mejores debuts de la historia del cine, “Doce hombres sin piedad” en 1957, y que culminó 50 años después con la magistral “Antes que el diablo sepa que has muerto” en la que a los 83 años se despedía de todos dando muestra de un talento insuperable. Consiguió cuatro nominaciones al Oscar como mejor director por “Doce hombres sin piedad” (1958), “Tarde de perros” (1976), “Network” (1977) y “Veredicto final” (1983). También consiguió una candidatura al mejor guión adaptado por “El príncipe de la ciudad” (1982). Se tuvo que contentar con el reconocimiento tardío y honorífico del Oscar a toda una vida entregado en 2005. Lumet ha estado trabajando hasta el último día y su cine pasa a ser paradigma y fiel reflejo de la esfera social (en ocasiones marginal) de nuestro entorno y de la miseria humana, así como del estamento judicial que nos rige. Sidney Lumet también era un gran director de actores. 17 intérpretes fueron, gracias a trabajar para él, candidatos al Oscar. Como Robert Altman, John Frankenheimer y Robert Mulligan, fue un nombre indisociablemente ligado a la llamada generación de la TV que hizo el cambio de un formato a otro de una manera exitosa. En su haber también queda el fantástico libro "Making movies (Así se hacen las películas)" que supone una obra indispensable para conocer las diversas etapas de la creación de una película a través de las experiencias y opiniones de todo un maestro en ello.
Nacido en Filadelfia, sus padres eran el actor judío de origen polaco Baruch Lumet y la bailarina Eugenia Wermus. Se graduó en el Professional Children's School y Lumet se convirtió en actor antes que director. Hizo su debut en el Yiddish Art Theater de Nueva York a la edad de cuatro años y actuó en teatros judíos de Broadway durante la década de los 30 hasta que debutó en el cine con la película “One third of a nation” (1939). En 1947 empezó a dirigir sus propias obras de teatro en el off-Broadway y dirigió a personas como Yul Brynner, Eli Wallach y otros miembros del Actor's Studio. Lumet haría su debut detrás de la cámara al principio de los 50 como director de televisión en la CBS. En ella destacaban los 150 episodios de la serie "Danger" (1950) y los 26 de "You are there" (1953).
La entrada en el cine de Lumet comenzó de una manera más que prometedora: con el éxito comercial y de crítica de “Doce hombres sin piedad” (1957). Por esta película, ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín y su primera nominación a los Óscar en la categoría de mejor película, mejor director y mejor guión adaptado. La cinta se apoyaba en el texto de Reginald Rose y en un gran plantel de actores a los que Lumet pagó 900 dólares a cada uno. Sus siguientes títulos “Stage struck” (1958) y “Esa clase de mujer” (1959) no estuvieron a la altura de su debut, como tampoco lo estuvo la dirección que hizo de Marlon Brando en “Piel de serpiente” (1959) adaptando la obra de Tennessee Williams. A pesar de esos fracasos, la entrada de la década de los 60 fue una de las épocas más fructíferas de Lumet. Comenzaría con la sólida adaptación del clásico de Arthur Miller “Una mirada desde el puente” (1961), a la que seguiría una de sus obras maestras del periodo “Larga jornada hacia la noche” (1962) protagonizado por Katharine Hepburn, Ralph Richardson, Dean Stockwell y Jason Robards que consiguieron los premios interpretativos en el Festival de Cannes. Después de este gran éxito, llegaría un título menor como “Punto límite” (1964), drama sobre la Guerra Fría. Pero se volvería a recuperar con “El prestamista” (1964), que trata la trama de un superviviente del Holocausto que vive en Nueva York y que explica sus experiencias en los campos de concentración. El papel protagonista estaba interpretado por Rod Steiger y el actor consiguió por él una nominación a los Óscar. El director siguió investigando los horrores de la guerra con su posterior proyecto “La colina” (1965), junto a Sean Connery (actor con el que empezaría una fructífera relación profesional).
A pesar de todo, Lumet daría un giro en sus registros al siguiente año dirigiendo el drama de clase “El grupo” (1966) y posteriormente el thriller de espionaje “Llamada para el muerto” (1966) con James Mason, Maximilian Schell y Simone Signoret.
La década de los 60 no acabaría tan bien para Lumet como empezó. La comedia “Bye Bye braverman” (1968) y la adaptación de la obra de Anton Chekhov “La gaviota” (1968) fueron grandes fracasos. Tampoco tuvieron mucho mejor aceptación de público y crítica “Una cita” (1969) y "Last of the mobile hot shots" (1970). La única buena crítica que recibió Lumet por aquellos años fue el documental que realizó juntamente con Joseph L. Mankiewicz “King: A filmed record... Montgomery to Memphis” (1970) sobre Martin Luther King y que sería nominada a un Óscar. En 1971, Lumet recibió un respiro con “Supergolpe en Manhattan” (junto a Connery). Esta cinta sin ser nada especial, sí que consiguió un aceptable éxito en taquilla. Una cosa que no pasaría con “Perversión en las aulas” (1972) ni con “La ofensa” (1972), con un excelente Sean Connery. Pero todo eso iba a empezar a cambiar muy pronto.
Después de los anteriores fiascos, Lumet se quiso apuntar al cine denuncia que empezaba a triunfar en Hollywood. Y su primer título no pudo ser más acertado. El thriller policial “Serpico” (1973) relata la corrupción de la policía de Nueva York. El filme estaría protagonizado por Al Pacino y sería el principio de una de las épocas más brillantes de la carrera de Lumet. La película recibiría críticas excelentes y fue una bomba en la taquilla. Pacino ganó el Globo de Oro por su actuación y la película recibiría dos nominaciones a los Óscar. Después de dedicarse a un título menor como “Lovin' Molly” (1974), Lumet se dedicó a la adaptación a la pantalla del clásico de Agatha Christie “Asesinato en el Orient Express” (1974). El resultado fue un exquisito largo con una lista interminable de grandes actores como Albert Finney, Lauren Bacall, Sean Connery o Ingrid Bergman. La película tuvo seis nominaciones a los Óscar y Bergman ganó su tercera estatuilla en la categoría de actriz de reparto.
Tras ello, Lumet repitió experiencia con Pacino para dirigirlo en “Tarde de perros” (1975), una memorable pieza claro exponente de su cine sobre un robo en Nueva York y que también recibió seis nominaciones (incluyendo mejor película, director y actor) ganando Frank Pierson al mejor guión original. Lumet estaba en estado de gracia y todo lo que tocaba lo convertía en oro. Y la prueba fue su siguiente título “Network" (1976), sátira sobre el mundo de la televisión. La película tuvo 10 nominaciones a los Óscar (incluyendo película y director) y ganó en cuatro categorías: mejor actor (Peter Finch), mejor actriz (Faye Dunaway), mejor guión original (Paddy Chayefsky) y mejor actriz de reparto (Beatrice Straight). Por esta película, Lumet consiguió el Globo de Oro al mejor director. Sin duda, no se entiende el cine americano de los años 70 sin el estilo de Sidney Lumet.
Después de estos éxitos, Lumet se lanzó a proyectos más ambiciosos y que, casi de forma automática, no tuvieron tanto éxito. Este no es el caso de “Equus” (1977), una adaptación a la pantalla de la polémica obra de teatro de Peter Shaffer y por la cual Richard Burton y Peter Firth estarían nominados a los Óscar. De todas maneras, la película no fue tan bien acogida como sus anteriores títulos. Las cosas fueron a peor con “El mago” (1978), que sería un fracaso de crítica y taquilla. Tampoco tendría mejor éxito “Dime lo que quieres” (1980) sobre una performance de Alan King. De todas maneras y como va siendo característico en su filmografía, Lumet volvería a remontar el vuelo con “El príncipe de la ciudad” (1981), consiguiendo nominación al mejor guión adaptado, y, sobre todo, “Veredicto final” (1982), con Paul Newman, James Mason, Jack Warden y Charlotte Rampling, una de las películas más recordadas de Sidney Lumet que le valió su cuarta y última nominación al Oscar como mejor director.
Los siguientes títulos del director volvieron a caer en la mediocridad. Entre ellos, se encuentra el polémico drama “Daniel” (1983) con Timothy Hutton, una de las películas preferidas del director, sobre la historia de dos jóvenes ejecutados por espionaje durante la época de la caza de brujas. A ella, siguieron la comedia “Buscando a Greta” (1984), “Power” (1986) y “A la mañana siguiente” (1986).
Al final de la década de los 80 y los 90, su actividad se fue poco a poco espaciando en el tiempo. En 1988, realiza una pequeña obra de arte de escasa repercusión: “Un lugar en ninguna parte” (1988). La historia retrata a una familia que tiene que huir del FBI, porque sus padres (Christine Lahti y Judd Hirsch) cometen un atentado a un laboratorio de napalm en 1971 en protesta por la guerra del Vietnam. Después, llegarían títulos como es el caso de “Negocios de familia” (1989) con Sean Connery, Dustin Hoffman y Matthew Broderick o “Distrito 34: corrupción total” (1990) con Nick Nolte, Timothy Hutton y Armand Assante entre otros. En los 90 realizo “Una extraña entre nosotros” (1992), y la destacable “El abogado del diablo” (1993), "La noche cae sobre Manhattan" (1996) o el remake de la película de John Cassavetes “Gloria” (1999).
En el 2005 recibió el Óscar honorífico por su trayectoria. Sus películas más recientes son “Declaradme culpable” (2006), sacando lo mejor del actor de acción Vin Diesel, que se basa en la historia real de Giacomo "Jackie Dee" DiNorscio, y “Antes que el diablo sepa que has muerto” (2007), tragedia griega familiar cuya trama gira en torno a dos hermanos que organizan el robo de la joyería de sus propios padres, pero el plan no resulta tan perfecto como estaba previsto. Estas dos últimas obras de un Sidney Lumet octogenario, y en especial la más reciente, fueron los últimos dos coletazos maestros que asentaron el prestigio crítico del director también para las nuevas generaciones. “Antes que el diablo sepa que has muerto” queda como uno de los ejercicios más sólidos y crudos del cine reciente. El canto del cisne de un Sidney Lumet que, sin tener el prestigio y la fama de otros directores, ha logrado ser durante 50 años un nombre sin el que se entiende la evolución del cine USA.
Su estilo de vida queda muy claro en unas declaraciones a una entrevista en El País: "Escribo a mano. Y no quiero que me impongan el estar siempre disponible. Si me buscan pueden llamarme por teléfono y dejar un mensaje en el contestador. Y en cuanto a Internet, creo que me queda poco tiempo de vida y prefiero invertirlo en aprender más sobre las personas que sobre las cosas. Hay muy buenas historias que contar relacionadas con el lado oscuro del ser humano. Y si creas razones que justifiquen las decisiones de los personajes, te sale una buena película".
He visto muy pocas películas de este director pero ´´Doce hombres sin piedad´´y ´´Tarde de perros´´me parecieron auténticas obras de arte; y ´´Veredicto final´´también me parece un peliculón. Es una lástima que vayan desapareciendo estas leyendas del cine pero, afortunadamente, tenemos sus películas para poder seguir disfrutando con ellos.
Una verdadera lástima. Se nos va otro grande
Como no deja muy buen cine. Quizás por menos difundida y comentada os recomiendo El Prestamista con un gran Rod Steiger y con la eficacia en la dirección y el ritmo en la narración que hicieron de Sidney Lumet un director a seguir.