In Memoriam: Philip Seymour Hoffman, el mejor de su generación
Querido Teo:
Una de esas noticias que dejan dañado al cine de manera irreparable por todo lo que hemos perdido. Philip Seymour Hoffman ha sido encontrado muerto a los 46 años de edad en su apartamento de Manhattan. El sucesor más aventajado de los De Niro y Hoffman nos deja con una carrera intachable y varias décadas por delante de trabajo que, lamentablemente, ya no veremos. Ganó el Oscar por “Capote” en 2006 tras una carrera llena de secundarios indies pero el reconocimiento no le llegó hasta ese momento, en el que fue uno de sus pocos protagonistas. Su amanerado escritor ganó a Heath Ledger por “Brokeback Mountain” y en 2009 se invertía la tendencia con Ledger (ya fallecido) ganándole por “El caballero oscuro” frente al sospechoso sacerdote de “La duda”. Lamentablemente el cine ha perdido a dos grandes talentos demasiado pronto. Los Oscar parece que se dieron cuenta de su existencia cuando dio vida al escritor de “A sangre fría” ya que, a partir de ahí, se convirtió en asiduo sumando también nominaciones en la categoría de reparto por “La guerra de Charlie Wilson” en 2008 y “The master” en 2013.
La oronda figura de Seymour Hoffman y ese rostro añiñado, pero también algo perjudicado que hacía que pareciera que tuviera más edad de la que tenía, se hizo presente en muchas películas desde los 90. Primero en apariciones testimoniales como el estudiante díscolo de “Esencia de mujer” (1992), el policía metepatas de “Ni un pelo de tonto” (1994) o un cazatornados en “Twister” (1996). Cuánto se deben mutuamente él y Paul Thomas Anderson porque sus carreras se han hecho grandes en cada una de sus colaboraciones. Todo comenzó con su papel "Sidney" (1996), para después ser el deficiente empático enamorado de Mark Wahlberg en “Boogie nights” (1997), cinta de culto sobre la industria del porno, el enfermero bondadoso de “Magnolia” (1999), el malo de la función en “Embriagado de amor” (2002) y convertirse en el padre de la Cienciología en “The master” (2012). En 1998 lo vimos en “Patch Adams” y “El gran Lebowski” pero fue en su papel de adicto al sexo en “Happiness” donde demostró que en él había un gran potencial actoral, algo que quedó confirmado cuando ponía de los nervios al mismísimo Robert De Niro en su personaje travestido de “Nadie es perfecto”. Después vendrían otros trabajos como el cruel personaje de “El talento de Mr. Ripley” (1999), “State and Main” (2000), el critico musical de “Casi famosos” (2000), el periodista de “El dragón rojo” (2002), el profesor enamorado de su alumna en “La última noche” (2002), el cura vicioso de “Cold Mountain” (2003), o funcionando más que bien en la comedia romántica como el robaescenas de "Y entonces llegó ella" (2004).
Tras participar en el telefilm “Empire Falls” acometió el papel por el que ganaría su único Oscar. Se enfrentaba a un personaje complejo y peculiar para el que tenía que evitar caer en la caricatura. La película de Bennett Miller "Capote" estuvo muy presente en la carrera de premios de aquella temporada gracias a la monopolización de Seymour Hoffman que ganó todo lo ganable (Oscar, Globo de Oro, Bafta, Critics´Choice y Gremio de Actores). Y eso que ese año hubo tres interpretaciones muy elogiadas como las de Heath Ledger por “Brokeback Mountain”, David Strathairn por “Buenas noches y buena suerte” y Joaquin Phoenix por “En la cuerda floja”.
El Oscar impulsó su carrera (al contrario que otros) y con inteligencia logró poner el talento al servicio de unos trabajos que hicieron acrecentar su prestigio. Fue un hijo cuarentón que recuperaba el contacto con su hermana para cuidar a su padre senil en “La familia Savages” (2007) y era el desencadenante de la putrefacción familiar de ambición y secretos de “Antes que el diablo sepa que has muerto” (2007), el último trabajo de Sidney Lumet y con una antológica escena (bofetada incluida) con Albert Finney. El Oscar llamaría a su puerta por sus dos trabajos siguientes, “La guerra de Charlie Wilson” en 2008 y “La duda” en 2009. Como el sacerdote Brendan Flynn ofrecía un personaje ambiguo que bordeaba la fina línea de la inocencia y la culpabilidad ante los ojos del espectador. Él, recordando mucho al gran Charles Laughton, estaba realmente magistral en sus duelos dialécticos con Meryl Streep. Uno todavía no se explica que ningún actor de “La duda” recibiera el Oscar ante esta clase magistral de interpretación.
También protagonizó "Synecdoche, New York" (2008) de Charlie Kaufman, inédita en España en la que era un director de teatro que encaraba su obra más ambiciosa haciendo una réplica de la mismísima Nueva York, o “Radio encubierta” (2009), donde era una de esas estrellas de radios piratas encumbradas por los fans del Reino Unido de los años 60, y debutó como director en “Jack goes boating” en el año 2010 adaptando la obra teatral que él mismo protagonizó y es que por su trabajo en las tablas recibió 3 nominaciones a los Tony ("True West" en 2000, "Long day´s journey into night" en 2003 y "Muerte de un viajante" en 2012). Ha añadido lustre a cintas comerciales como “Misión imposible III” (2003) y “Los juegos del hambre: En llamas” (2013), pero más recordadas serán sus intervenciones como jefe de campaña traicionado por un candidato menos puro de lo que parece en “Los idus de Marzo” (2011) y, sobre todo, en “The master” (2012) como el padre de la Cienciología Lancaster Dodd, una interpretación titánica y antológica que ofrece un duelo inolvidable con Joaquin Phoenix en esa atmósfera enfermiza y extraña sobre personajes desnortados en busca de cobijo en una América apaleada por las consecuencias anímicas y psicológicas de la II Guerra Mundial. Los dos actores ganaron la Copa Volpi a la mejor interpretación masculina en Venecia 2012 y fueron candidatos al Oscar en 2013. También tuvo una breve intervención en “Moneyball” (2011) y sufría el desmembramiento personal y profesional del cuarteto musical que había formado durante tantos años en “El último concierto” (2012). Ente otras, deja pendiente de estreno el nuevo trabajo de Anton Corbijn adaptando la obra de John Le Carré “El hombre más buscado”.
Como bien nos apunta Rodasons de Seymour Hoffman recordaremos su presencia, que llenaba la pantalla, y su capacidad camaleónica para interpretarlo todo. De sus películas con Paul Thomas Anderson, en "The master" daba, esencialmente, un recital interpretativo magnífico. Posiblemente, superior al mimetismo que demostró en "Capote". Una interpretación así la consiguen privilegiados y, como por desgracia ocurre en otras ocasiones, el privilegio se apaga demasiado pronto.
Un actor trabajador y esforzado que fue creciendo con el tiempo a golpe de talento e inteligencia. Una pena todo lo que nos hemos perdido de él porque Seymour Hoffman, que ya era el mejor de su generación, estaba destinado a convertirse con los años en posiblemente, sino lo era ya, uno de los grandes actores de todos los tiempos gracias a una versatilidad en la que se movía ofreciendo personajes que iban desde la inocencia y la ternura hasta la brutalidad y el terror que podía llegar a despertar gracias siempre a la humanidad y gran naturalidad que brindaba a todos sus trabajos. Gracias por todo Philip y ten por seguro que se te echará de menos.
Nacho Gonzalo