Goyas 2013: La noche del contador de cuentos

Querido Teo:

Así se definió Pablo Berger cuando subió a recoger uno de sus 10 Goyas de la noche. Su Blancanieves tuvo el final feliz que todos esperábamos y, pese a ello, no parecía creérselo. Durante la gala y el posterior cóctel en el casino de Madrid, vimos a un Pablo emocionado, cercano y deseoso de compartir su entusiasmo con todos los que le rodeaban y quisimos felicitarle.

El equipo de la triunfadora de la noche consiguió cambiar este cuento para siempre, pero no ha sido el caso de la ceremonia, en la que nos hemos encontrado con pocas sorpresas. De nuevo escuchamos frases reivindicativas. Emotivas las de Candela Peña, acertadas en el discurso de González Macho, duras en boca de José Corbacho, irónicas con Eva Hache y desternillantes durante el sketch de los chicos de Muchachada Nui. También nos encontramos con las mismas caras entregando los premios y como es costumbre, con un gran imprevisto. Este año ha sido peor que un espontáneo colándose en la gala como sucedió el año pasado, algo ante lo que este año se realizaron dos controles de seguridad antes de acceder al auditorio. El error al pronunciar los ganadores a la mejor canción, provocó el silencio (acompañado de algún abucheo) más incómodo de la noche, y que el equipo de “Los niños salvajes” abandonase la ceremonia.

Aunque la noche también deparó anécdotas y sorpresas. Fueron muchas las ocasiones en las que vimos a J.A Bayona emocionarse, un detalle que nos ayudó a distinguirlo de su hermano gemelo. Lo que no imaginaba es que acabaría siendo también un gemelo, el de su pierna derecha, lo que le llevaría a acabar en el hospital. Desde aquí le deseamos que se recupere pronto de esa rotura fibrilar, y que vuelva a admirarnos con un discurso con el que lo imposible fue no aplaudir, junto al emocionante detalle de darle el Goya a la superviviente de tsunami, María Belón.

Además de con la humildad de Berger y la emoción de Bayona, me quiero quedar con la energía y simpatía de una pletórica Cocha Velasco al recoger su Goya de honor. Precisamente en su obra de teatro “Yo lo que quiero es bailar” ya nos hizo reír con las mismas anécdotas y con lo mucho que se le hacía de rogar la ansiada estatuilla.

Resultó también contagiosa la alegría de los premiados a la mejor película hispanoamericana por “Juan de los muertos”, quienes durante la fiesta posterior impregnaron el ambiente del casino de felicidad y muestras de agradecimiento.

Y finalizada la fiesta, toca esperar que no solo Pablo nos siga sorprendiendo con nuevos cuentos y originales historias. Este año ha sido la demostración de que el cine español es diversidad. Que ya no somos un país especializado en narrar historias sobre la guerra civil. Y que aún nos queda mucho que contar.

María Machaquito