Fantasias de cine: “La princesa prometida” (1987), romance de aventura
Querido Teo:
Los años 80 fueron un caldo de cultivo de grandes películas en el ámbito del cine fantástico y familiar. En esa época surgieron muchos títulos míticos, que están grabados a fuego en el inconsciente colectivo de todos aquellos que las vieron de niños en su momento. "La princesa prometida" es, sin duda, una de ellas, aunque no tiene tanta fuerza como otros ejemplos de lo que digo ("Los Goonies" o "La historia interminable"). En mi caso, no puedo juzgar la película demasiado subjetivamente. No solamente no la vi de niño, sino que la he visto ya de adulto, con lo cual tengo la perspectiva totalmente alterada.
La historia es una adaptación del libro de William Goldman, aunque en este caso se expone más bien como un cuento. De esos cuentos que se relatan antes de dormir y que nos sumergen en nuestra imaginación.
El argumento es muy simple, eso sí, cosa que no es de extrañar al ser ni más ni menos que un cuento infantil. De eso se trata; de un cuento, el que un abuelo, interpretado por Peter Falk, le cuenta a su nieto, interpretado por Fred Savage, cuando se disponía a pasar todo un día sin escuela jugando con la consola de videojuegos… Y la oda a la imaginación se entrevé a lo lejos, cuando empieza a leerle las primeras líneas de esta modesta fantasía que cada vez parece más interesante.
Nos habla de la joven princesa (Robin Wright) enamorada de su criado de cuadra, Westley (Cary Elwes). Después de darlo por muerto se ve obligada a esposarse con un el despótico, Humperdinck (Chris Sarandon), heredero del trono de Florin. Un cuento en el que hay un héroe, una princesa, un gigante, un espadachín, un "inconcebible" pillo. Hay malos malísimos, magia, espadas y castillos. Hay una venganza y hay una amistad trabada a base de la experiencia.
Hay que reconocer que en los aspectos técnicos esta película no ha envejecido nada bien. Quizás esté sobrevalorada por muchos espectadores que la vieron en su momento y en las circunstancias adecuadas.
Será recordada por frases míticas como la de la venganza del famoso personaje Íñigo Montoya, aunque también es cierto que está perjudicada por diálogos y situaciones casi surrealistas por su carácter infantil, además de por su previsibilidad en muchos momentos.
Pero eso no quita que sea muy entretenida y derroche buen rollo y el espíritu de las aventuras clásicas de toda la vida, así como diversión y entretenimiento, y personajes entrañables.
Un cuento ingenioso para mentes soñadoras y que, además, no pasa de moda, lo cual es una gran ventaja para poder compartirla con las generaciones actuales. También es complicado encontrar una película hoy en día que ofrezca valores tan esenciales como el honor, la justicia o el amor verdadero con tal pasión como lo hace “La princesa prometida”.
Y un último punto a favor... ¿no es, a la vez, una película para despertar el amor por la lectura? Porque hoy parece que ya no gusta tanto leer libros, ni nos molestamos en soñar despiertos. No quiero ser nostálgico, pero es la realidad.
Juan Israel Aldana