Escalofríos de cine: Cine de terror de la Universal... Frankenstein, o mi amigo del alma
Querido Teo:
Lo confieso. Siempre fue mi favorito. Cuando a Mary Wollstonecraft Godwin (Mary Shelley para los amigos) se le ocurrió la brillante idea, en aquella infernal noche de Ginebra, de concebir al monstruo, jamás se le pasó por la cabeza, estoy seguro, que su moderno Prometeo iba a alcanzar tal celebridad. El bicho adquirió su mayor dimensión, sin duda, en aquellas maravillosas películas diseñadas por la Universal en la década de los 30 del siglo pasado, en gran parte, para combatir la Gran Depresión, y dar al gran público americano un alivio entre tanta miseria sobrevenida por el gran cata crack del 29. ¡Afortunados aquellos que todavía no han disfrutado alguna de aquellas fabulosas películas!. Porque tendrán la inmensa fortuna de verlas por primera vez…
Frankenstein… y enseguida nos viene a la mente el imperial Boris Karloff, con esa figura desgarbada llena de patetismo y dulzura a partes iguales, consiguió hacerse un hueco en nuestro corazón para siempre. Frankenstein siempre será Karloff y este siempre será… Frankenstein. Si bien es cierto, consiguió el papel debido a que el gran Bela Lugosi lo había rechazado, porque según él, una gran estrella que venía de triunfar con el Drácula de Browning, no podía interpretar el papel de un monstruo que no hablaba y que, por lo tanto, no le dejaría dar su verdadera magnitud como actor. Pero el destino es cruel, y años más tarde se rebajaría a pseudo-interpretarlo en la magnífica “Frankenstein contra el hombre lobo”, me temo que Karloff había dejado el listón demasiado alto.
Pero, ¿qué nos atrae más del ser en cuestión, su torpe monstruosidad o esa inocencia tan entrañable?. Al fin y al cabo él no pidió ser “creado”, ¿por qué debía ser sometido al escarnio y persecución de la masa encolerizada?. A fin de cuentas su único pecado había sido arrojar al agua a aquella repelente niña…con perdón.
A esta estupenda película le siguió la impagable "La novia de Frankenstein, insuperable y mejorada secuela del original para la mayoría de los críticos, en gran parte por la maravillosa interpretación de Elsa Lanchester como la novia y en la que el monstruo habla por primera vez, pese a la oposición pertinaz de Karloff, convertido ya en “the uncanny”.
La productora del avión que gira alrededor del mundo había descubierto la gallina de los huevos de oro, pues cada película superaba en recaudación a la anterior, en gran parte, por la avidez de evasión de ese gran público que había quedado hipnotizado por los monstruos de la Universal. En 1935, cuando se estrena “La novia de Frankenstein”, ya habían surgido la momia y el hombre invisible, y aún no se habían apagado los ecos del imponente Drácula. Dicho y hecho, secuelas y más secuelas. Le siguió “El hijo de Frankenstein”, cuya traducción libre del original “Son of Frankenstein”, nos llegó como “La sombra de Frankenstein”. Quizás no iban mal encaminados al tildar a la criatura como la sombra, pues aunque esta todavía mantuvo el tipo, con la última interpretación de un ya maltrecho físicamente Karloff (no precisamente en cuanto a volumen corporal, pues se nota que la fama del personaje había engordado la mesa del actor), las siguientes no hicieron sino contribuir a la decadencia de un personaje muerto y resucitado una y otra vez de las formas más inverosímiles.
El personaje fue heredado por Lon Chaney Jr. en “El fantasma de Frankenstein”, quien no desentonó demasiado, si bien hay que decirlo, apoyado por el sublime Bela Lugosi en el papel de Ygor, que había aparecido en la anterior “Son of Frankenstein”. Lon, hijo del mítico Lon Chaney, marcó un antes y un después en la particular historia de nuestro protagonista… comenzaba la cuesta abajo.
Después llegó el turno de Bela, en la ya mencionada “Frankenstein contra el hombre lobo”, quien acuciado por las deudas no le quedó más remedio que hacerse cargo de la criatura que años antes rechazó… ¡qué final tan lamentable!, eso sí su Frankenstein… además de mudo ahora era también ¿parapléjico?... qué cosas. Aunque vinieron un par de secuelas más en las respectivas moradas de los dos principales monstruos de la saga, “House of Frankenstein” y “House of Dracula”, nuestro amigo de pies de plomo, interpretado por Glenn Strange, no hacía sino hacer honor al apellido de este último morador.
Poco quedaba ya de la sobrecogedora aparición inicial allá por 1931 del gran Boris que, para desgracia del pobre Bela, nos conmovió sin decir ni mu.
César Bela
Al leer tu artículo he sentido la enorme curiosidad de ver esa película donde aparece el entrañable monstruo por primera vez y de poder descubrir esa maravillosa sensibilidad.... inocencia.... en definitiva ver más allá. Gracias por devolverme la ilusión de retomar películas ya olvidadas.
¡Afortunados aquellos que todavía no han disfrutado alguna de aquellas fabulosas películas!. Porque tendrán la inmensa fortuna de verlas por primera vez… Estoy en ello, enhorabuena has abierto mi curiosidad de ver buen cine