Conexión Oscar 2021: Thomas Vinterberg, del experimental Dogma 95 a la senda del Oscar
Querido Teo:
Con "Otra ronda" Thomas Vinterberg ha pasado a engrosar la lista de directores nominados al Oscar por una película no hablada en inglés, algo cada vez más habitual en los últimos años lo que provocó que en los últimos días previos a las nominaciones (y tras la candidatura al Bafta) algunos pronosticadores apostaran por él. Finalmente sí que entró a pesar de que la cinta danesa sólo consiguió otra nominación, la mucho más esperada a la mejor película internacional. En todo caso ha sido una buena manera de reconocer la figura de un director que comenzó a dar que hablar como cofundador del movimiento Dogma 95 y que se ha convertido en uno de los nombres más reputados del panorama global.
Thomas Vinterberg es de los pocos directores que ha conseguido dos nominaciones en esta década en la categoría de mejor película internacional compartiendo ese honor con el ruso Andréi Zvyagintsev, el iraní Asghar Farhadi y el polaco Pawel Pawlikowski.
Fue con “La caza” en 2014 cuando ya se quedó cerca de ganar en el que fue uno de los mejores quintetos que se recuerda saliendo ganadora “La gran belleza”. Una sólida propuesta sobre un profesor acosado en una pequeña comunidad rural a través de los rumores, la intransigencia y un odio que se propaga como el fuego avivado por la gasolina contando ya con Mads Mikkelsen como principal reclamo.
Pero su historia viene de antes. Vinterberg terminó sus estudios en la Escuela Nacional de Cine de Dinamarca en 1993 con la película “Last round (Última visita)”, llevando a cabo cortometrajes y proyectos para televisión hasta que en 1995 fundó el movimiento Dogma junto a Lars von Trier, Kristian Levring y Søren Kragh-Jacobsen. El movimiento fue una propuesta enraizada en Europa que surgió con la idea de plantear algo similar al retorno de la Nouvelle Vague. Las reglas que establecieron servían para hacer un cine inspirado en los valores tradicionales de historia, actuación y tema, y que excluía el uso de elaborados efectos especiales o tecnología. Recursos austeros para ensalzar el verismo de la historia tratando temas tan trascendentales como cotidianos. Una corriente de expresión que sería bien recibida en Europa pero que terminaría languideciendo en los años siguientes tras su inicio rompedor ante el encorsetamiento que provocaba a sus artífices a la hora de contar una historia.
En todo caso el esplendor del movimiento llegó en 1998, año en el que Lars Von Trier presentó “Los idiotas” y Thomas Vinterberg hizo lo propio con “Celebración”, la historia de una reunión familiar que salta por los aires tras el discurso de uno de los hijos. Fue Premio del Jurado en el Festival de Cannes y, además de apuntalar las bases del movimiento Dogma 95, también ayudó a que el cine danés volviera a ganar visibilidad en el cine internacional por su manera de contar miserias personales con una solemnidad estética y una profundidad emocional que permitía que estas historias encontraran conexión con todo el mundo.
Vinterberg se alejaría pronto del movimiento con “Todo es por amor” (2003), una cinta apocalíptica romántica y de ciencia ficción rodada en inglés, y con “Querida Wendy” (2005), dirigida por él y escrita por Lars Von Trier, en la que los jóvenes marginados de un pueblo forman un club secreto llamado "Los Dandies", cuya filosofía se basa en el pacifismo y la pasión por las armas. A pesar de que todos aceptan a rajatabla la regla de oro del club, que consiste en no empuñar nunca una, la combinación de ciertas circunstancias adversas los lleva a saltarse esta regla. Una crítica a una sociedad obsesionada con las armas, como es el caso de la de Estados Unidos, que no terminaba de disparar certeramente ante una propuesta caótica más preocupada en dar forma estética a la parábola que en profundizar en la historia.
Después vendría "Cuando un hombre vuelve a casa" (2007), una comedia deslavazada que pretendía acercarse al referente de “Celebración”, y la mucho más sólida "Submarino" (2010) en la que dos hermanos a los que separó una tragedia familiar, cuando eran niños, siguen sufriendo cuando son adultos las secuelas y los traumas de una infancia triste y oscura que les impide tener una vida satisfactoria y plena. Una cinta con la que compitió en el Festival de Berlín y que rodó después del vídeo musical de la canción The day that never comes, el primer sencillo del disco “Death Magnetic” del grupo Metallica.
"La caza" (2012) es un duro, seco y portentoso drama sobre el tema de los abusos sexuales, y sobre todo de los prejuicios, las sospechas y la deriva de una sociedad en la que se implanta moralmente la presunción de culpabilidad sobre algunos aspectos llevando al extremo la protección de un grupo concreto para privar de derechos fundamentales a la otra parte. Una cinta que garantizaba el debate a la salida del cine recordando a títulos como “La calumnia” o “La duda", viendo a ese hombre acorralado por sus vecinos ante un delito del que se le acusa y del que no hay una gran seguridad probatoria pero que, no obstante, le condenará de por vida ante ese pueblo calvinista en el que todos se conocen. Mads Mikkelsen borda ese profesor de guardería acosado, de rostro ambiguo y pétreo en el que se combinan el dolor, la culpa, la violencia soterrada y la resignación por la caza de brujas a la que está sometido. Una cinta con la que el director volvería a competir en Cannes por segunda vez tocando también las puertas del Oscar.
Con “Lejos del mundanal ruido” (2015) sorprendió en una cinta de época y volviendo a rodar en inglés una adaptación de la clásica novela de Thomas Hardy que ya tuvo una versión cinematográfica en 1967 con Julie Christie, Peter Finch, Terence Stamp y Alan Bates. Una tragedia rural existencialista sobre la banalidad del amor y la erosión del compromiso y las relaciones tradicionales rodada de manera íntima, subterránea emocionalmente y de gran belleza plástica con un buen uso de canciones y músicas que acompañaban bien al conjunto y con la que el director se quitaba los despojos que le quedaban del espíritu Dogma.
Thomas Vinterberg volvería a plantearse cuestiones morales en "La comuna" (2016) llevándonos a la Dinamarca del 1970, aquella que quiere beber vientos de cambio pero que no sabe si realmente está preparada para dar el paso cuando un matrimonio decide convertir su casa en un lugar de convivencia compartida con todas las fricciones y experiencias que ello provoca. Una estupenda Trine Dyrholm ganaba el premio a la mejor actriz en el Festival de Berlín.
Después vendría "Kursk" (2018) contando con un reparto internacional en la historia real del hundimiento del submarino ruso ocurrida en el verano de 2000 padeciendo la obsolescencia de la maquinaria y la incompetencia burocrática de un país más preocupado por salvaguardar su imagen de gran potencia que por poner los medios necesarios vinieran de donde vinieran con el fin de salvar a sus compatriotas. Una cinta con la emoción a flor de piel en la que el oxígeno de los miembros de esa tripulación se agotaba mientras desde su país se jugaba al despiste para salvar los muebles y en la que el estado no estuvo a la altura de la dignidad de unos hombres que dieron al mismo mucho más de lo que recibieron ellos y sus familias.
“Otra ronda” ha pasado a ser la obra que da gloria a una carrera. Ha sido la película europea de la temporada tras competir en el Festival de San Sebastián 2020 llevándose el premio compartido para sus actores. La historia de cuatro profesores en plena crisis de la mediana edad que se abrazan al alcohol en dosis de 0,05% en sangre para reforzar sus aptitudes físicas y mentales con todo lo que ello conlleva en una sociedad que tiende al hedonismo y en ver al alcohol como sinónimo de felicidad y diversión. Una vez más, y de manera sutil, una radiografía de nuestro tiempo en la que la insatisfacción vital intenta evadirse a golpe de lingotazo. Una cinta con la que Vinterberg ha terminado de asentarse como uno de los directores más imprescindibles, sólidos y certeros de nuestro tiempo como bien ha reconocido la Academia con esa nominación a la mejor dirección.
Nacho Gonzalo