Conexión Oscar 2021: Festival de Toronto: "A good man" y "Gaza mon amour"
Querido Teo:
Tolerancia y buenos sentimientos están presentes en dos películas más de las vistas en Toronto en esta edición virtual en la que se demuestra que el cine no sólo es universal sino que tiene fronteras a la hora de hablar de temas universales y que conectan con un amplio número de espectadores.
“A good man” (Marie-Castille Mention-Schaar)
La lucha por ser uno mismo
Benjamin y Aude forman una pareja modelo desde hace siete años pero están teniendo problemas para tener un hijo ante la esterilidad de ella, algo que les supondrá todo un reto tanto en su relación como en lo referente a la aceptación de ambos tanto para sí mismos como, sobre todo, en lo relacionado con el concepto que de ellos tienen los demás. Y es que Benjamin fue una mujer antes de cambiarse de sexo y deciden que sea él el que tenga el embarazo para cumplir su sueño. El cine de temática homosexual cada vez tiene más presencia con personajes mejor definidos y con problemas reales, alejándose del estereotipo, pero esta cinta ahonda no sólo en la relación de una pareja que tiene que estar probándose día a día, frente a rechazos de familiares y amigos, sino ante el hecho de construir una vida en común formando una identidad conjunta como pareja más allá de la que tuvieron antes de conocerse, con sus propias motivaciones, reglas, creencias y límites sin que nadie ponga cortapisas.
Desde ese punto de vista es una cinta valiente que, al contrario que en “La chica danesa” (2014), no se queda sólo en el amor sacrificado y devoto que se profesan sino en el hecho de dar un paso más que no sólo revoluciona su vertiente afectiva sino también la biológica y psicológica después de años de continuos pasos hacia adelante, procesos de reafirmación y peajes en el camino. Si por algo la película llamará la atención es por el conmovedor trabajo de Noémie Merlant que se mete en la piel de Benjamin logrando que, en buena parte de la película, el espectador no reconozca aquí a la pintora de “Retrato de una mujer en llamas” (2019). Merlant no tiene un disfraz ni una caracterización llamativa sino que el verla con pelo corto y barba se siente inherente al personaje sin que esto rechine como un caprichoso añadido.
Merlant cambia su pose, gestos y rictus con una facilidad pasmosa a lo largo de una película que muestra los cambios hormonales, el proceso de cambio de sexo y los continuos chutes de testosterona que recibe. La actriz en ningún momento desentona y, además de hacer creíble la relación con su compañera en la ficción, logra verdaderamente modular la voz de tal manera que no nos haga rechinar ver a una actriz interpretando a un hombre transexual. Una interpretación sutil, medida y conmovedora que se mueve en la gama de los roles sexuales asociando la fase de conversión en la que se encuentra Benjamin en función de la capacidad de Merlant para modular su trabajo, según se requiera, más hacia el lado de la feminidad o de la masculinidad.
“A good man” es una película sencilla pero emotiva, clara y directa en lo que narra, así como franca a la hora de espetar al mejor amigo de Benjamin que la confianza que no ha tenido éste con él en contarle su “secreto” no es más que por el hecho de su poco convencimiento en que él hubiera seguido viéndole de la misma manera que no es otra que la de su colega inseparable. Una película honesta, valiente y con un gran mensaje tolerante para los tiempos que corren sobre el hecho de la libertad de cada uno para vivir como pareja y que deja uno de esos trabajos interpretativos que a buen seguro se recordarán a la hora de hablar de películas de esta temática.
“Gaza mon amour” (Mohammed Abou Nasser y Ahmad Abou Nasser)
La fábula del amor a cualquier edad
“Gaza mon amour” termina con una dedicatoria de los directores a su padre después de que la cinta nos haya arrebatado por su humanidad, su poco habitual romanticismo en tiempos cínicos y por la sencillez de una propuesta que nos devuelve al placer del cine de las pequeñas historias sustentadas en la cotidianidad propias de sentimientos tan profundos como universales. Es la historia de un hombre de 60 años que nunca se ha casado a pesar de que su insistente hermana siempre vaya detrás de él para presentarle mujeres que sean buenas para él y para que así éste no pase solo su vejez.
Lo que ocurre es que él sí que está secretamente enamorado, de una manera tan inocente como un chiquillo cercano a la adolescencia idealizando a su objeto de deseo que, en este caso, no es otra que la costurera que trabaja en el mercado. La aparición de una estatua griega pondrá en problemas a este pobre hombre surgiendo una serie de desdichas que irán impidiendo que dé un paso en su relación con su amada más allá de pedirle que le arregle los pantalones y declararle definitivamente su amor.
Salim Daw y Hiam Abbass están estupendos en una cinta con tintes chaplinescos que tira de situaciones bañadas de ternura en una especie de burbuja protegida por el amor a salvo de bombas en el conflicto de la Franja de Gaza. Un universo en el que el motor de ese sentimiento puro acaba haciendo olvidar todo lo demás lo que le da un tono tan naif como cercano y mundano. Una historia que juega con el absurdo pero que conmueve sobremanera alternando el tono propio de Kaurismäki, cercano a lo esperpéntico, con el devenir más entrañable como es ver al protagonista cocinar al ritmo de la canción Que no se rompa la noche de Julio Iglesias o que suenen temas de Chopin, Tchaikovsky y, especialmente, uno de los más mágicos, románticos y cómicos de la Historia de la ópera como el que pertenece al segundo acto de la ópera “La Bohème” de Puccini y que inunda a la película del espíritu de la deliciosa comedia “Hechizo de luna” (1987). Una propuesta que bien merecería su público bañando de amor el día a día de un país en conflicto algo que, en los tiempos que corren, no puede ser más reparador y necesario.
Nacho Gonzalo