Conexión Oscar 2020: Actor de reparto
Querido Teo:
La categoría de mejor actor de reparto ha quedado como un homenaje a las grandes estrellas del cine de los 90 volviendo a la arena de los premios después de muchos años. Además, todos ellos ya tienen un Oscar (Brad Pitt como productor) y demuestran que quién tuvo retuvo. Eso sí, la unanimidad de la carrera lo ha dejado todo en bandeja para que una película de Tarantino vuelva a ser premiada en la categoría de actor de reparto. Y, aunque el estatus de estrella no suele encajar mucho en este apartado, y Pitt no estaba muy por la labor de hacer campaña, sus magistrales discursos de agradecimiento y la unanimidad en todos los premios le han puesto en la órbita para llevarse este Oscar a pesar de una competencia inmejorable.
Tom Hanks (Un amigo extraordinario)
Han pasado 19 años desde la última nominación de Tom Hanks. Y es que no sólo se le está resistiendo el tercer Oscar sino una candidatura que no llegaba desde “Naufrago” en 2001 con dolorosas omisiones como el año de “Capitán Phillips”. La sexta nominación de la carrera de Hanks es la primera en esta categoría y es que, aunque su sombra permanezca durante la película, el conflicto emocional lo tiene el personaje de Matthew Rhys, que interpreta a una versión del periodista que escribió el artículo en el que se basa la cinta y en la que éste se adentró en el carisma y la personalidad de todo un icono de la televisión en Estados Unidos durante varias décadas. Hanks aborda con bonhomía, ternura y mucho encanto la arrolladora personalidad de un tipo que basaba su éxito en su apariencia naif y en cómo conectaba con generaciones y generaciones de niños a través de su show televisivo.
No se entiende el trabajo de Hanks si no se hace en versión original, con un alarde vocal exquisito para captar el tono tranquilo, suave, persuasivo y consolador de Rogers, transmitiendo su carisma, nobleza y casi siendo como el ángel que en “Qué bello es vivir” devolvía a la fe en su mismo al bueno de George Bailey, ese hombre que tanto había hecho por los demás en vez de preocuparse por sí mismo. Es lo mismo que le pasaba a un Rogers sobre el que se rodeaba una aureola de magia, cariño y respeto que se traduce en una estupenda escena en la que los dos personajes viajan en metro y poco a poco se contagia entre los pasajeros el tema de cabecera de su espacio. Con voz dulce, movimientos rítmicos y mirada pura el personaje que aborda Hanks, y sus conversaciones reparadoras con ese confuso periodista, llevan a la película a sus mejores momentos demostrando la maestría de Hanks creando un personaje sin dobleces, que casi levita por encima del suelo, y que nos hace plantearnos las pequeñas cosas importantes de la vida y la necesidad de seguir teniendo sueños a cualquier edad. Tom Hanks es el representante de la cinta de Marielle Heller en estos Oscar, un título que hubiera merecido mucho más.
Anthony Hopkins (Los dos Papas)
A sus 82 años Anthony Hopkins vuelve a los Oscar 22 años después de su última nominación, “Amistad” de Steven Spielberg en 1998. Mucho tiempo ha pasado para un Hopkins que de ser el actor más prestigio y respetado de los 90, con ese icónico Oscar de 1992 por el Hannibal Lecter de “El silencio de los corderos”, ha estado bastante desaparecido en títulos intrascendentes pero lejos de esa retirada de la que hablaba tantas veces como un globo sonda en los primeros años del siglo XXI. Ha sido gracias a “Los dos Papas” donde nos hemos reencontrado con esa presencia magnética que inunda de carácter y humanidad a un Ratzinger que como Benedicto XVI siente que su tiempo ha pasado, así como sus fuerzas y una forma de pensar anacrónica, lo que provoca que sienta que la máxima contribución que puede dar a la Iglesia Católica en el tiempo que le queda es dejar el camino listo para que el sucesor más idóneo ocupe la silla de San Pedro.
La cinta no se adentra en diatribas religiosas sino que es el contraste de personalidad de dos hombres, que dentro de la misma institución, tienen diversas formas de ver la vida marcados ambos por sus experiencias y como si fuera una réplica en el Vaticano del mito de “La extraña pareja”. Luchan por entenderse, defender sus posturas y también perdonarse mutuamente como hombres ante sus errores y su papel ante la línea de lo que es cambiar o transigir. La química y el talento de los actores es innegable y va a favor de la película que se queda por debajo que llevan a cabo, especialmente un Hopkins que a pesar de representar el ala más conservadora de la doctrina de la fe humaniza al personaje y enternece cómo lo aborda con dudas, siendo consciente de la pesada responsabilidad a las espaldas, y con más de un resorte humorístico que engrasa una dialéctica hipnótica.
Al Pacino (El irlandés)
Al Pacino es una de las leyendas de la interpretación de las últimas cinco décadas y a sus 79 años aspira a su segundo Oscar en la que ya es su novena nominación. La última fue en 1993 por “Esencia de mujer” llevándose la única estatuilla que tiene en su haber. Aunque Pacino no ha tenido una carrera tan criticable en los últimos años como otros coetáneos, su refugio en la televisión (ganando el Emmy por “Angels in America” en 2004 y “No conoces a Jack” en 2010) y en el teatro (nominado al Tony por “El mercader de Venecia” en 2011) y la selección de títulos ha tenido que ver a la hora de mantener su prestigio, no ha sido hasta “El irlandés” cuando le hemos vuelto a ver en su máximo esplendor como ese Jimmy Hoffa verborreico, excesivo y carismático pero también vulnerable cuando su círculo de lealtades va cayendo conforme su papel dentro del organigrama vertebrado por la mafia va siendo cada vez más incómodo y prescindible.
Al Pacino, como líder del sindicato de camioneros, crea un personaje explosivo, de ademanes teatrales, pero nunca estrambótico y con un gran valor humanizador, a pesar de todo, de cara al espectador tanto en su auge de poder como en su caída en desgracia cuando para los suyos ya no es más que un lastre. A destacar especialmente el tú a tú que mantiene con el personaje de Stephen Graham a la hora de discutir por los minutos que hay que dar como cortesía cuando has quedado con alguien para no considerarlo una falta de respeto o cuando recurre una y otra vez a su fiel colaborador, Frank Sheeran, incluso cuando éste va arrinconándose entre la espada y la pared. Una interpretación brillante que demuestra que la rebeldía y el talento de ese actor que irrumpió en los 70 siguen en sus genes de maestro de la interpretación. Una pena que el regreso no termine de ser triunfal, no sólo porque no haya ganado ningún premio por este trabajo sino por el hecho de que tiene en su misma película a su mayor rival.
Joe Pesci (El irlandés)
Al Pacino y Joe Pesci son candidatos por “El irlandés” y es la 19ª ocasión en que dos actores o más de la misma película comparten nominación en la categoría de actor de reparto. Los dos últimos casos fueron Harvey Keitel y Ben Kingsley por “Bugsy” en 1992 y Sam Rockwell y Woody Harrelson por “Tres anuncios en las afueras” en 2018. En los 18 casos en los que ha habido esta dualidad sólo han ganado el premio seis actores y no parece que vaya a mejorar ese dato teniendo en cuenta que Joe Pesci se va a quedar a las puertas del segundo Oscar. Haya gustado más o menos la cinta de Martin Scorsese, pocos discuten la clase magistral que da un Joe Pesci que, a pesar de ser el menos mediático del triunvirato interpretativo que conforma con De Niro y Pacino, es el que a base de clase y magisterio ni siquiera sufre en negativo los desmanes del rejuvenecimiento facial.
Joe Pesci ha salido de su retiro (tras una carrera espaciada) para ofrecer con su Russell Bufalino un personaje sinuoso y carismático, casi como una víbora que hipnotiza desde una voz tranquila y persuasiva pero que, a pesar de tener claros los objetivos cueste lo que cueste, sabe dar cobijo, protección, cariño y respeto a los suyos como base del poder en la sombra mantenido a lo largo de tantos años. Pesci ha tocado a las puertas de un segundo Oscar tras la estatuilla conseguida por “Uno de los nuestros” y la película es mucho mejor cuando su presencia diminuta pero llena de fuerza, propia de los grandes actores clásicos, está presente en pantalla. Eso sí, los Oscar del siglo XXI son un concurso de simpatías y hay que estar dispuesto a dar juego en la carrera. Pesci no ha concedido entrevistas ni ha asistido a las ceremonias en las que ha estado nominado por lo que su presencia inédita cual ermitaño en esta carrera ha dilapidado sus opciones a pesar de un trabajo incontestable.
Brad Pitt (Érase una vez en… Hollywood)
Siempre habíamos dudado de las opciones de Brad Pitt en esta carrera de premios pero hay que reconocer cuando uno se equivoca. No era sólo porque pensáramos que la interpretación de Brad Pitt no llega al estatus de ser merecedora del Oscar sino aplicando la máxima con la que Michael Caine justificó su victoria en el año 2000 frente a Tom Cruise en una categoría que de por sí deja unos perfiles de actores muy alejados del concepto de estrella. Y es que Pitt es una de las figuras más poderosas de Hollywood y, además de actor que ha sabido conectar con el público en las últimas tres décadas teniendo la habilidad de saber caer bien a los demás, ha construido una interesante carrera de productor a través de Plan B lo que le hizo llevarse el Oscar a la mejor película por “12 años de esclavitud” en 2014 y ser también nominado por “Moneyball” en 2012 y “La gran apuesta” en 2016. Alcanza ahora la séptima nominación que en realidad es la cuarta como actor tras “Doce monos” en 1996, “El curioso caso de Benjamin Button” en 2009 y “Moneyball” en 2012.
Brad Pitt adopta un aura de estrella que no le abandona durante todo el metraje de “Érase una vez en… Hollywood” como el desinhibido y de vuelta de todo Cliff Booth, especialista y fiel amigo y colaborador del Rick Dalton que encarna Leonardo DiCaprio y que deja algunas escenas icónicas como la de la antena de televisión, la disputa con Bruce Lee o la visita al rancho en el que deambulan los miembros de “la familia” de Charles Manson. Con ese aire chulesco, a la par que ingenuo, y esa media sonrisa, Brad Pitt destaca en ese papel de rubio californiano que aunque tenga una vida deplorable a nivel profesional y personal, viviendo en una caravana entre latas de cerveza y el calor que le da su perra como fiel compañera, se siente triunfador por estar (a su manera) en el mundillo del cine. A sus 56 años ha llegado el momento de un Brad Pitt que, aunque todavía mantenga con envidia el físico con el que se dio a conocer, está revirtiendo en un actor maduro más que interesante que, quizás, todavía tiene lo mejor de su carrera por delante. Un Oscar que también premia el haber sabido no sólo sobrevivir a la industria sino alimentarla con ese concepto de estrella infalible y empática con el público que se encuentra en vías de extinción, ante la celeridad y ligereza de los tiempos de consumo voraces, y de la que Brad Pitt es uno de los últimos exponentes.
El dictamen
Ganará: Brad Pitt (Érase una vez en... Hollywood)
Alternativa: Joe Pesci (El irlandés)
Quiero que gane: Joe Pesci (El irlandés)
Echo de menos: Sam Rockwell (Richard Jewell)
Nacho Gonzalo