Conexión Oscar 2019: Actor de reparto
Querido Teo:
La categoría de mejor actor de reparto estaría totalmente cerrada de no ser por el factor sorpresa que siempre hay que tener en cuenta en materia de premios y, sobre todo, por el hecho de que Mahershala Ali ganaría su segundo Oscar en tres años consiguiendo el mismo número de estatuillas en este apartado que Anthony Quinn (1953 y 1957), Peter Ustinov (1961 y 1965), Jason Robards (1977 y 1978), Melvyn Douglas (1964 y 1980), Michael Caine (1987 y 2000) y Christoph Waltz (2010 y 2013). ¿Hay alternativa posible?
Mahershala Ali (Green book)
Mahershala Ali parece el actor del momento y no sólo encabeza la tercera y resucitada temporada de “True detective” sino que es un intérprete que en poco tiempo, y con todavía una breve carrera, ha logrado convertirse en un imprescindible y en el prototipo de actor negro universal, algo al estilo de Sidney Poitier, Denzel Washington y Will Smith. Mahershala Ali parece caer bien a todos y aspira al pleno de nominaciones con Oscar con su segunda categoría. Si ya arrasó hace dos temporadas con su papel de mentor en “Moonlight”, y siendo un papel digno pero demasiado obvio para hacerse con el premio, Mahershala Ali es prácticamente la mitad del éxito de una película que ha llegado a donde ha llegado gracias al gran tándem que forma con Viggo Mortensen.
En “Green book” interpreta a Don Shirley, un virtuoso y atiplado pianista de jazz que a pesar de su genio sufre en sus propias carnes el rechazo de una sociedad que condena al diferente, a pesar de la bonhomía integradora que destila el guión de una cinta que se centra en cómo una amistad improbable ayuda a dos personas tan diferentes en ser mejores. Mahershala Ali, un falso secundario al ser coprotagonista de la cinta, logra una interpretación matizada en la que poco a poco va viéndose como se derrite esa fachada de superioridad intelectual protectora para mostrar a una persona sensible y herida cuestionado por los demás, tanto por su color de piel como por una sexualidad que tiene que ocultar, que se refugia en su arte para ser alguien. Todos los premios han caído de la mano de un actor en la cresta de la ola (Globo de Oro, Critics´Choice, SAG y Bafta) y ante semejante unanimidad cuesta mucho apostar en su contra y más siendo tan difícil hacer que parezca fácil que actúe sin ningún aparente esfuerzo.
Adam Driver (Infiltrado en el KKKlan)
Adam Driver ha conseguido su primera nominación al Oscar por su papel de Flip Zimmerman, un policía judío de Colorado que se introduce (de manera delegada) dentro de una facción del Ku Kux Klan en esta analogía supremacista de la USA actual que ha llevado a cabo un Spike Lee que ha recuperado el nervio, el pulso y la crítica panfletaria con una cinta que ha estado presente en la carrera de premios desde que irrumpió en el Festival de Cannes llevándose el Gran Premio del Jurado. No es que Adam Driver haga algo especialmente llamativo, más que cumplir con creces y con ese aire despreocupado, pasota y de sangre fría en el papel, pero no deja de ser un sinsentido (a pesar de estar en categorías diferentes) que no se haya destacado a John David Washington, siendo en las réplicas que tiene con él donde están sus mejores momentos.
De ser el interés amoroso de Lena Dunham en “Girls”, Adam Driver también se ha convertido en poco tiempo en uno de los imprescindibles del cine actual siendo un icono del cine “indie” (“Frances Ha”, “Hungry hearts”, “Mientras seamos jóvenes”) a haber rodado con Spielberg (“Lincoln”), los Coen (“A propósito de Llewyn Davis”), Jarmusch (“Paterson”), Scorsese (“Silencio”), Soderbergh (“La suerte de Los Logan”) o Gilliam (“El hombre que mató a Don Quijote”). Todo sin mencionar su papel de Kylo Ren en la nueva trilogía de “Star Wars” y es que, con su melena, figura desgarbada y voz gutural el cine no quiere dejar pasar una presencia tan personal y polivalente.
Sam Elliott (Ha nacido una estrella)
Hay nominaciones que sirven para rendir tributo a una carrera y eso es lo que ocurre en el caso de un Sam Elliott que con su voz, figura y mostacho representa esa USA profunda, curtida en mil batallas, tan genuina como cerrada, tan conservadora como honesta. El marido de Katharine Ross (la hija de Anne Bancroft en “El graduado”) tiene una carrera desarrollada sobre todo en la televisión (“Misión imposible”, “The ranch”) pero también se le ha podido ver en “El gran Lebowski” (1998), “Hi-Lo Country” (1998), “Candidata al poder” (2000), “Gracias por fumar” (2005) o “Grandma” (2015). Ahora Bradley Cooper le ha dado todo un regalo que se ha materializado en una nominación al Oscar, la del fiel Bobby, hermano mayor y agente de ese Jackson Maine que digiere la fama apoyándose en una botella de alcohol.
Elliott ha logrado destacar entre la pareja mediática formada por Bradley Cooper y Lady Gaga y suyas son, en sus breves pero acertadamente insertadas intervenciones, algunas de las escenas más emocionales de la cinta con las que a través de su voz profunda pero nerviosa, su mirada al borde de la lágrima y las arrugas de toda una vida de desvelos y sacrificios, comprendemos a ese hombre que lo ha dejado todo por ser más que un hermano, algo así como un padre, un amigo, un mentor y un cómplice. Sam Elliott ejemplifica todo lo que se debería de premiar en esta categoría, prostituida por las productoras con actores que son más protagonistas que robaescenas, sirviendo para recordar una victoria como la de James Coburn, todo un veterano que se hizo con el Oscar sin ganar ningún premio previo pero no evitó que hubiera ovación a la hora de premiar a todo un veterano currante ante uno de esos papeles que legitiman y redondean toda una carrera de esfuerzo.
Richard E. Grant (¿Podrás perdonarme algún día?)
Redescubierto por muchos en esta carrera, Richard E. Grant es uno de esos actores que siempre han estado ahí pero pasan desapercibidos hasta que encuentran un personaje que les hace justicia. Heredero de la mejor escuela británica, algo que denota su expresividad y elegancia apoyada por su casi 1,90 de altura, lleva tres décadas de incesante trabajo en las que le hemos visto en series de televisión, películas de época y comedias descerebradas ya que de algo hay que vivir y más cuando te dan la posibilidad de ser el agente de unas Spice Girl en la cresta de la ola cuando rodaron su película en 1997. Además de ello “Henry y June” (1990), “El juego de Hollywood” (1992), “Drácula de Bram Stoker” (1992), “La edad de la inocencia” (1993), “Retrato de una dama” (1996), “Gosford Park” (2001), flirteando con la Condesa de Grantham de manera algo acosadora en la quinta temporada de “Downton Abbey”, o como Doctor en “Logan” (2017).
En “¿Podrás perdonarme algún día?” Richard E. Grant encuentra el papel de su vida como Jack Hock, un caradura pícaro con aires de dandy excéntrico que termina siendo lo más cercano a un amigo para la protagonista, alguien que escucha, pero tan verborreico y extrovertido como tan solo y marginado como lo está ella. La clase británica en un papel jugoso y con matices, que también va desde la cuestionable catadura moral hasta la tierna extravagancia, permite a Grant ser de lo más alabado de una cinta que tanto él como McCarthy elevan sobre un guión con un poso más dramático de lo que podría parecer no queriendo caer en ningún momento en la obvia “feel good movie”. No se puede estar mejor que Richard E. Grant en esta película pero que ni siquiera pudiera ganar en los Bafta (cuando por ser británico jugaba en casa) y que su papel (por momentos) pueda caer antipático y ser arribista y cruel le hacen perder puntos aunque su entusiasmo durante toda la carrera y saraos varios pueden ayudarle a dar la sorpresa de última hora. Algo que nadie podría objetar.
Sam Rockwell (El vicio del poder)
Hay actores a los que les cuesta entrar en el radar de los Oscar pero cuando lo hacen ya no salen de ahí ante su constancia y talento. Parece como si la Academia los descubriera más tarde que los demás y luego no pudieran estar sin ellos. Es lo que le ocurrió al recordado Philip Seymour Hoffman y que ahora puede ocurrirle a un Sam Rockwell que logra su segunda nominación consecutiva tras el Oscar cosechado la pasada campaña por “Tres anuncios en las afueras” en el que su Dixon, a pesar de las connotaciones negativas que albergaba, es uno de esos trabajos que hacen grande la carrera de un actor por un guión exquisito y una construcción de personaje magistral.
A Sam Rockwell le podría haber tocado bailar con la más fea en “El vicio del poder”, primero porque su personaje no necesitaba la transformación física del Dick Cheney de Christian Bale, ni tampoco tenía el recorrido y el poso del Donald Rumsfeld de Steve Carell, y es que su George W. Bush no cae en la evidente parodia (hasta Trump lo ha hecho mejor en el recuerdo de lo que fue) y en sus breves intervenciones Rockwell logra humanizar al personaje que tiene en su incompetencia y bravuconería inocentona su mayor baza. Un trabajo que capta el espíritu de la trepidante y deslavazada sátira política orquestada por Adam McKay como inmediato precursor de nuestro tiempo político y social actual pero que logra ir más allá del arquetipo de un personaje que no hay que abordar con la sobriedad de Josh Brolin en la película de Oliver Stone ni como revulsivo cómico. Rockwell le da el equilibrio perfecto y eso justifica su nominación.
El dictamen
Ganará: Mahershala Ali (Green book)
Alternativa: Richard E. Grant (¿Podrás perdonarme algún día?)
Quiero que gane: Mahershala Ali (Green book)
Echo de menos: Jonathan Pryce (La buena esposa)
Nacho Gonzalo
Mejor Actor de Reparto
Ganará: Mahershala Ali 'Green Book'
Podría ganar: Richard E. Grant 'Can You Ever Forgive Me?'
Debería ganar: Richard E. Grant 'Can You Ever Forgive Me?'
Sorpresa a ganar: Sam Elliott 'A Star is Born'
Debería estar nominado: Timothée Chalamet 'Beautiful Boy'