Conexión Oscar 2018: Actor de reparto
Querido Teo:
La categoría de mejor actor de reparto ha estado marcada por dos nombres siendo cualquier otra opción mero relleno. Willem Dafoe arrasó en los premios de la crítica por su papel de mentor accidental en “The Florida project” hasta que los galardones más importantes cayeron rendidos a una interpretación mucho más vistosa y rotunda en pantalla, imposible de no votar por su impacto y matices, que catapulta a Sam Rockwell tras muchos años de grandes demostraciones de su talento en películas alejadas de los grandes Estudios. Además, Sam Rockwell y Woody Harrelson han logrado ser los primeros desde 1992 con “Bugsy” en conseguir ambos nominación en el apartado de mejor actor de reparto por la misma película.
Willem Dafoe (The Florida project)
Una carrera de más de 35 años avala el expediente de un Willem Dafoe que a sus 62 años consigue su tercera nominación al Oscar tras las de “Platoon” en 1987 y “La sombra del vampiro” en 2001, todas ellas en la categoría de actor de reparto, perfil que es representativo de la trayectoria de un intérprete especializado en dar lustre a cualquier reparto destacando por muy extenso que sea, como demuestran sus colaboraciones en el cine de Wes Anderson. Es precisamente en esos títulos (a los que podríamos sumar la infravalorada “Adam resucitado” de Paul Schrader, “Anticristo” de Lars Von Trier o “Pasolini” de Abel Ferrara) donde más oportunidades ha tenido de lucirse en los últimos años como fiel reflejo de la madurez de un actor cuyo primer trabajo en el cine fue en un papel no acreditado en “La puerta del cielo” de Michael Cimino.
De rostro extremo e inconfundible, que le lleva a ser tan magnético como enfermizo, su papel en “The Florida project” le permite asumir ese rol de rectitud y mentoría que tan bien suele funcionar en esta categoría (junto al de villano) siendo voz de la conciencia y domador de almas descarriadas como son las de ese grupo de parias golpeados por la vida y sus miserias. Un personaje del que poco sabemos de su vida personal más allá de su dedicación al trabajo y esa coraza que parece autoimponerse para emocionalmente no verse influenciado por tantos pobres sin suerte alrededor. El vigía de su particular coto que con mirada panorámica protege de los peligros del exterior de ese microcosmos desinhibido de colores pastel a las personas que están bajo su radio de acción. Una interpretación sobria, sutil y sin aparente esfuerzo que, no obstante, queda por debajo de lo esperado para una interpretación de Oscar por muy grande que sea la tentación de premiar a un actor de impecable trayectoria. Ser la única nominación de “The Florida project” (la mayor ausencia en la categoría de película) tampoco ayuda en sus opciones.
Woody Harrelson (Tres anuncios en las afueras)
Woody Harrelson es uno de esos actores que siempre han estado ahí pero que han sido tendentes a quedar eclipsados, o bien por compañeros de reparto o por compañeros de generación. Sus nominaciones anteriores vinieron en la categoría protagonista por “El escándalo de Larry Flynt” en 1997 y en secundario por “The messenger” en 2010, candidatura que pocos recuerdan ante la poca trascendencia que tuvo la película. Por otro lado, Woody Harrelson siempre será el camarero de “Cheers”, el protagonista de “Asesinos natos”, o el policía de férreas convicciones en “True detective” por el que volvió a la senda de los premios aunque todos los focos se fijaran en un Matthew McConaughey en la cresta de la ola. Todo sin renunciar a un cine más distendido o palomitero como es el caso de “Bienvenidos a Zombieland”, “Ahora me ves…”, “Los juegos del hambre” o las próximas “Han Solo: Una historia de Star Wars” y “Venom”.
El año 2017 ha sido para Woody Harrelson ha sido de los mejores de su carrera, y no sólo por su tercera nominación al Oscar, sino porque se le ha podido ver también como un misántropo con origen de cómic en “Wilson”, el coronel de “La guerra del planeta de los simios”, o un padre alcohólico en “El castillo de cristal”. En “Tres anuncios en las afueras” interpreta al jefe de policía Willoughby, al que se dirigen las críticas y la campaña de desprestigio y azuce a cargo de la Mildred a la que da vida Frances McDormand. El personaje de Harrelson representa uno de los grandes aciertos de la cinta, los matices que encierran cada uno de los personajes y que provoca que todos ellos se muevan en zonas grises y que los aparentes villanos no lo sean tanto demostrando el porqué de sus motivaciones. Le separa del Oscar este año el recital de su compañero de reparto (Sam Rockwell) y el hecho de que su personaje, que si bien es uno de los mejor desarrollados en guión, desaparezca en determinado tramo de la película dejando todo en bandeja a que un Sam Rockwell casi protagonista pueda montar su show y llevarse todos los votos.
Richard Jenkins (La forma del agua)
Richard Jenkins se ha hecho popular a base de prestigio y paciencia aunque ya le viéramos en breves intervenciones en cintas como “Silverado”, “Hannah y sus hermanas”, o “Las brujas de Eastwick”. Con 70 años su nominación llega nueve años después de ser candidato como protagonista por “The visitor”. El tiempo no ha hecho más que confirmar su estatus como secundario eficaz y que tiene un aura de clase y de buen hacer que le hace usar todas sus armas en “La forma del agua” como el vecino y cómplice atiplado y melómano de la protagonista.
Aunque algunos todavía reivindican su papel (que hubiera hecho las delicias de John Huston o Howard Hawks) en “Bone Tomahawk” (2015), ahora nos ha vuelto a sorprender con sencillez, humanidad y humor logrando meterse al espectador en el bolsillo (lugar al que más de una vez termina resignado su imposible peluquín) siendo el revulsivo cómico de una cinta en la que, al contrario que otros directores, Guillermo del Toro vuelve a demostrar la importancia que da en el guión al desarrollo de sus personajes. Un personaje que, por muy pequeño que sea, siempre sobresale al estar en manos de actores del nivel de Richard Jenkins que sigue teniendo como galardón más lucidor en su vitrina el Emmy conseguido por la miniserie “Olive Kitteridge” en 2005.
Christopher Plummer (Todo el dinero del mundo)
No han podido sentar mejor los años a un Christopher Plummer que destila magisterio, clase y elegancia en cada uno de sus trabajos. Con 88 años es ya el nominado de más edad en los apartados interpretativos de toda la Historia pulverizando el record de 82 años con los que ganó el Oscar en esta misma categoría por “Beginners (Principiantes)” en 2012, justo dos años después de estrenarse en los premios tras muchas décadas de carrera con “La última estación” en 2010.
Una nominación que no sólo encierra la calidad de la interpretación (que Plummer abordó en tiempo record ante la decisión de Ridley Scott de eliminar del montaje a Kevin Spacey y regrabar las escenas con el actor de “Sonrisas y lágrimas”) sino también el mensaje que quiere dar Hollywood este año ante todas las acusaciones desatadas de acoso y abusos. Plummer asume con ese aplomo de viejo zorro un papel al que dota de un aura fantasmal y sombría fruto de las peores consecuencias con las que el capitalismo llena de codicia y miseria moral a los hombres, para el que ya fue la primera opción de Ridley Scott antes de que la productora le impusiera a Kevin Spacey (y sus kilos de maquillaje). Lo que pareció una excentricidad en los Globos de Oro, y una constatación de una corriente en los Bafta, se ha convertido en una nominación más que merecida para el gran aliciente de una película que, por otro lado, devuelve el nervio al director de "Blade Runner". Una victoria en clave de nominación para una de las decisiones en postproducción más comentadas y revolucionarias de la Historia de Hollywood. Ahora ver cualquier imagen de Kevin Spacey caracterizado como John Paul Getty no nos parece otra cosa (más allá de su caída del pedestal) que una triste parodia.
Sam Rockwell (Tres anuncios en las afueras)
Una de las mejores noticias del desenlace de esta carrera al Oscar es que veamos a un actor del calibre de Sam Rockwell ganando un Oscar. En la que es su primera nominación no nos podemos más que alegrar por el hecho de que los focos se centren en uno de esos actores que dignifican el oficio, entregados, torrenciales y con un carisma innato sólo al alcance de unos pocos que impiden que la vista se aparte de ellos y que cada movimiento o arqueo de ceja sea importante. En su filmografía se pueden destacar trabajos como “La milla verde” (atrapando para sí un interés que en premios se focalizó en Michael Clarke Duncan), “Confesiones de una mente peligrosa” (ganando en el Festival de Berlín), “Betty Anne Waters” (era el hermano recluso de Hilary Swank), “Moon” (recital en la teatral y espacial ópera prima de Duncan Jones), o “El camino de vuelta” (el vividor chulopiscinas y desnortado), ha sido en su segunda colaboración consecutiva con Martin McDonagh (la anterior fue “Siete psicópatas”) cuando ha encontrado un papel que hace justicia a su enorme talento.
Ese es Dixon, un policía bobalicón, borracho, analfabeto, racista y homófobo. Toda una joyita influenciado y castrado anímicamente por una madre enganchada a la televisión y a la cerveza. Un personaje extremo que es un regalo para todo actor, pero al que sólo unos pocos pueden sacar partido llevándolo a la brillantez en vez de a la parodia excéntrica llena de tics. Gracias al trabajo de guión y la autopsia interpretativa con la que Rockwell acomete a este segundón con ínfulas, pero con una nobleza asalvajada oculta por tanto odio y recelo acumulado por la falta de cariño y atención, logramos comprender (a pesar de algunos actos imperdonables) como Dixon no es más que un juguete roto en una localidad en la que, en teoría, nunca pasa nada y que es carne de frustrados y acomplejados que malviven sin mucha más motivación que echar una partida de billar o armar bulla tras una borrachera. A título personal, una de las interpretaciones más rotundas y complejas que uno recuerda en el cine reciente y que, al margen de polémicas algo forzadas sobre la evolución redentora del personaje, dignifica la estatuilla y una profesión a través de un actor que nunca necesitará ser estrella, que siempre cumple con brillantez, pero que a base de trabajo y un método de interpretación de tripas hacia fuera, confirma que estamos ante una fuerza de la naturaleza que inunda la pantalla en una de esas interpretaciones que brilla por manejo de tempos y por moverse en una fina línea en todo momento dando la sensación de lucirse apabullando en pantalla pero sin caer en la sobreactuación. Sólo un instinto natural como el suyo le impide triunfar en pantalla sin caer en la trampa. La ruptura de tendencia a partir de los Globos de Oro no ha podido ser más acertada tras dejarnos boquiabierto cuando vimos la película en los festivales de otoño. Incontestable.
El dictamen
Ganará: Sam Rockwell (Tres anuncios en las afueras)
Alternativa: Willem Dafoe (The Florida project)
Quiero que gane: Sam Rockwell (Tres anuncios en las afueras)
Echo de menos: Sebastian Stan (Yo, Tonya)
Nacho Gonzalo
No queda más que decir que ir en contra de Rockwell, ya no es una opción y aunque para muchos críticos ha sido el personaje más controvertido, su interpretación es tan humana, incierta y oscilante que es algo de admirar, en incluso, llegado hasta el punto de no poder descifrar como va a terminar su personaje, lo que lo convierte en uno de los más interesantes de toda la temporada. Por tanto:
Ganará: Sam Rockwell por 'Three Billboards Outside Of Ebbing, Missouri'
Podría ganar: Willem Dafoe por 'The Florida Project'
Debería ganar: Sam Rockwell por 'Three Billboards Outside Of Ebbing, Missouri'
Debería estar nominado: Armie Hammer "Call Me By Your Name" o Sebastian Stan por "I, Tonya'
Sorpresa a ganar: Willem Dafoe por 'The Florida Project'
llegando*
Se echa de menos en la terna a Armie Hammer
Se extraña a Armie Hammer e incluso un Sebastian Stan podría haber llegado a la nominación.