Conexión Oscar 2017: Película de habla no inglesa
Querido primo Teo:
La categoría de mejor película de habla no inglesa puede llegar todos los años más o menos emocionante pero nunca hay que darla por cerrada. Este año vuelve a ocurrir que la criba ha sido bastante comentada dejando fuera apuestas con bastantes posibilidades (a priori) como “Elle”, “Neruda”, “El día más feliz en la vida de Olli Mäki” o “Julieta”, sólo por decir algunas, quedando fuera del quinteto final apuestas como “La vida de Calabacín” o “Sólo el fin del mundo”, cintas que sí que pasaron el corte de 9 finalistas. Aunque todo parecía indicar que habría un favorito muy claro, el destino de la carrera ha virado de manera inesperada.
Las candidatas
“Land of mine (Bajo la arena)” (Dinamarca)
Este país cuenta con 10 nominaciones al Oscar y se llevó el premio con “El festín de Babette” en 1988, “Pelle el conquistador” en 1989 y “En un mundo mejor” en 2011. La guerra no acaba cuando se firma la paz. Cuando Alemania se rindió en 1945, en la costa occidental danesa comenzó otra dura batalla; la de los jóvenes soldados alemanes que fueron obligados a retirar miles de minas plantadas en la arena por el ejército nazi.
Dinamarca se ha convertido en presencia habitual en la categoría en los últimos años con su quinta nominación en los últimos siete años (“En un mundo mejor” en 2011, “Un asunto real” en 2013, “La caza” en 2014 y “A war” en 2016). En esta ocasión lo hace con uno de los temas que hace la delicia de los académicos como es la II Guerra Mundial; y eso puede jugar tanto a favor como en contra. A favor porque rescata un episodio poco conocido hasta ahora, pero importante en la historia danesa, tirando del factor emocional de esos jóvenes convertidos en carne de cañón; pero en contra por el hecho de explorar una temática en la que ya parece todo contado. Y es que si algo muestra la película es que la guerra siempre es una mala opción y el caldo de cultivo deja víctimas y dolor durante la batalla pero también duraderas consecuencias una vez bajadas las armas. La cinta ha tenido cierto recorrido a nivel de festivales europeos destacándose su labor técnica (en fotografía, vestuario y maquillaje) en los premios del cine europeo. Cine hecho con empaque y con el suficiente valor emocional (que no riesgo ni novedad) para ser una opción a tener en cuenta.
"Un hombre llamado Ove" (Suecia)
Este país cuenta con 14 nominaciones al Oscar y se llevó el premio con “El manantial de la doncella” en 1961, “Como en un espejo” en 1962 y “Fanny y Alexander” en 1984. Cuenta la historia de un viejo gruñón que ha perdido la fe en todo el mundo, incluido en él mismo, hasta que su visión negativa es puesta a prueba por una familia que se muda a la casa de al lado.
¿Logrará Suecia llevarse un Oscar a casa cuando es algo que sólo logró en tres ocasiones y siempre con Ingmar Bergman? El tono de la película no parece el más adecuado ya que es verdad que navega en la dramedia y tiene un toque más naif en comparación con las candidatas pero, aunque no sirva como indicador, la cinta ha gustado allá donde ha ido y ha podido arañar una nominación más en los Oscar (la de mejor maquillaje y peluquería) frente a toda la maquinaria de Hollywood y de nuevo con la dupla que el año pasado también recibió mención por su trabajo en “El abuelo que saltó por la ventana y se largó”. Una cinta sobre el clásico misántropo desengañado de la sociedad, gruñón e insoportable, que llevará a cabo a lo largo de la cinta su particular redención. Una apuesta que da la impresión de que funcionaría mejor en la categoría reina (cuando los Weinstein hagan un remake) que en este apartado siempre tendente a premiar a cintas profundamente más dramáticas.
Este país cuenta con 2 nominaciones al Oscar y se llevó el premio con “Nader y Simin, una separación” en 2012. Emad y Rana deben dejar su piso en el centro de Teherán a causa de los trabajos que se están efectuando y que amenazan el edificio. Se instalan en otro lugar, pero un incidente relacionado con el anterior inquilino cambiará dramáticamente la vida de la joven pareja.
Asghar Farhadi podría convertirse en la tercera persona en ganar más de un Oscar en esta categoría, algo que sólo han conseguido Ingmar Bergman (3) y Federico Fellini (4). El director de “Nader y Simin, una separación” ha vuelto a ofrecer un drama sólido en el que cambia un poco el esquema de pareja separada de sus dos anteriores películas aunque vuelve a centrarse en ese contexto, el de un matrimonio que ante un hecho que les ocurre podrá salir fortalecido o claramente dañado. Estamos ante un ejercicio metateatral (el matrimonio forma parte de una compañía que representa “Muerte de un viajante” de Arthur Miller) con tensión in crescendo y debate sobre ética, justicia, compasión y venganza ya, que ante un determinado hecho que afecta a su mujer, el marido termina generando a través de su forma de reaccionar un interesante debate al espectador, que logra superar el bache que tiene la película en su segundo acto, para explotar en unos soberbios últimos 45 minutos que son todo un homenaje al oficio de actor con un guión medido y absorbente con el que el intérprete puede lucirse en un duelo de altura. Un trabajo medido y efectivo, sin grandes alharacas, pero con hondura y poso que tiene como principales armas su calidad, el consenso que puede generar al ser la película más sólida, accesible y redonda de las contendientes (en permanente "in crescendo" emocional), pudiendo utilizarse también como bandera por parte de la Academia frente a las políticas de Trump sobre la inmigración y que ya han salpicado a un Farhadi que no acudirá a la ceremonia como protesta.
"Tanna" (Australia)
Este país nunca ha sido nominado al Oscar. Drama romántico sobre el pueblo indígena de Tanna en la república de Vanuatu, un pequeño país que se encuentra en la Polinesia del Pacífico, y centrado en la historia del amor prohibido que surge entre una joven del poblado que se enamora del nieto del jefe de la tribu.
Al igual que el año pasado Colombia fue representada por “El abrazo de la serpiente”, el cine más exótico, tribal y con menos medios también suele tener hueco en este apartado que no renuncia a explorar nuevas cinematografías ampliando cada vez más el número de países que envían una de sus propuestas a ser considerada por la Academia de Hollywood. Una cinta que, como suele ocurrir, tira de preciosismo visual y de paisajes idílicos para un romance prohibido tan alargado como plomizo. Cubre el nicho de rareza y de película que se apoya en esta candidatura para obtener una visibilidad que es la que provoca que la nominación valga la pena.
Este país cuenta con 18 nominaciones al Oscar y se llevó el premio con “El tambor de hojalata” en 1980, “En algún lugar de África” en 2003 y “La vida de los otros” en 2007. Inès trabaja en una gran empresa alemana establecida en Bucarest. Su vida está perfectamente organizada hasta que su padre Winfried llega de improvisto y le pregunta “¿eres feliz?”. Tras su incapacidad para responder, sufre un profundo cambio. Ese padre que a veces estorba y que la avergüenza un poco le va a ayudar a dar nuevamente sentido a su vida gracias a un personaje imaginario, el divertido Toni Erdmann…
“Toni Erdmann” es una de las sensaciones europeas de la temporada desde que se proyectó en el Festival de Cannes. Maren Ade ha presentado una película que puede generar cierto temor debido a su duración (casi tres horas) y a su temática (la clásica historia de padre que en un viaje reconecta con su hija, o al menos lo intenta). A pesar de todo ello, y teniendo en cuenta que desde luego la cinta no da para semejante duración, lo que provoca más de algún bajón y sobre todo estampas perfectamente separadas innecesariamente alargadas, merece verse siendo la película que, a pesar de esas imperfecciones, logra erigirse como toda una sorpresa por un guión que sabe sacar partido a las situaciones, algunas llegando a lo grotesco pero siendo creíble en todo momento y nada ridículo, y sobre todo debido al carisma de sus dos actores, Peter Simonischek, un sesentón con corpachón y con el suficiente corazón para ser la persona que le haga replantear a su hija las cosas importantes de la vida y, sobre todo, facilitando que se encuentre a sí misma intentando avanzar hacia la felicidad en el que un trabajo en una gran multinacional alemana en Bucarest le quita toda espontaneidad entre charlas sobre deslocalizaciones e intereses económicos. A pesar de que Simonischek se lleva las risas desde la primera escena de la película, con esos dientes postizos que se quita y pone como seña característica, y quedando siempre patente la habilidad para disfrazarse del personaje, es Sandra Hüller la que crece como personaje y actriz convirtiéndose en el auténtico valor de una película, siempre sorprendente y que saca la risa sobre un trasfondo dramático, en una interpretación matizada, que va desde el aplomo con el que aborda su vertiente profesional hasta el punto desinhibido de su interpretación de una canción de Whitney Houston, o esa particular e improvisada fiesta nudista, hasta la vulnerabilidad que desprende en su relación con los demás personajes; especialmente un padre que siempre ha sentido como ausente por estar en otro mundo. Y es que también está presente el choque entre la Europa tradicional y la nueva en la que se ha potenciado la corrección política y el estatus de la clase media. Una cinta sobre dos personajes que se quieren pero que no se atreven a decírselo entre los convencionalismos y las apariencias que hay que tener en unos tiempos en los que la ingenuidad, la fábula y vivir la vida con alegría lo confundimos con hacer el ridículo. Como personas nos equivocaremos una y otra vez pero un personaje como el de Toni Erdmann ayuda a descubrirnos que intentar ser felices depende sólo de uno mismo.
Aun así, la irregularidad de una cinta que se va en duración (y ese tono ligero que muta entre la desesperanza de unos personajes frustrados y la comedia bufa) pueden alejarle de un Oscar teniendo en cuenta, además, que el Bafta lo ha ganado “El hijo de Saúl” (ganadora del Oscar el pasado año), el Globo de Oro la controvertida “Elle” (que no pasó el corte) y que la crítica ha preferido premiar a la coreana “La doncella” con bastante unanimidad. Tiene camino libre al no tener que competir con ninguna de estas películas; pero la división de opiniones que genera (a unos les fascina y a otros les parece una patochada sobrevalorada), y el aumento de las opciones de Farhadi, le alejan mucho de poder llegar como favorita.
El dictamen
Ganará: El viajante (Irán)
Alternativa: Toni Erdmann (Alemania)
Quiero que gane: El viajante (Irán)
Echo de menos: Neruda (Chile)
Mary Carmen Rodríguez
Ganará: The salesman
Alternativa: Toni Erdmann
Debería ganar: Toni Erdmann
Debería estar nominada: Paradise (Rusia)
Quiero que gane: The salesman
Sorpresa a Ganar: A Man Called Ove
De las 5 candidatas, solo he visto Tony Erdmann y me gusto mucho, es original y divertida, aunque con muchos momentos dramáticos. Los dos actores protagonistas, que hacen de padre bromista e hija estresada y perdida están inmensos, de 10. Entre las que echo de menos, figuran Neruda, Ciudadano Ilustre y Elle.