Conexión Oscar 2015: J.K. Simmons, paradigma de actor secundario
Querido Teo:
Tras vistazos a categorías como las de mejor película, mejor actor, mejor actriz o mejor película de habla no inglesa, vamos a un apartado que parece más desangelado y es que, por primera vez en muchos años, es muy difícil apuntar que alguien es favorito incontestable en cualquiera de las categorías interpretativas de los Oscar. Siempre hay un premio que parece cantado casi desde el verano previo pero este año (supongo que es una buena noticia) es muy difícil apostar por nombres concretos más allá de intuiciones personales. Y es que a estas alturas, en las últimas ediciones, ya sabíamos que mucho tenía que cambiar el panorama para que Javier Bardem, Heath Ledger, Christoph Waltz, Christian Bale, Christopher Plummer o Jared Leto no se llevaran el Oscar al mejor actor de reparto. Finalmente así fue, y este año la categoría llega con muchas incertidumbres. Mark Ruffalo comandó el oscarómetro las primeras semanas por “Foxcatcher”, pero hay cierta sensación de que la película puede terminar quedando algo eclipsada tras irrumpir con grandes críticas en primavera y sin ni siquiera haberse estrenado todavía. Ahora (con el permiso de Edward Norton por “Birdman” o el posible bombazo del artista musical Miyavi metido a actor en la película de Angelina Jolie) es J.K. Simmons el que ocupa esa posición sin que nadie pueda igualar ese puntito de mínimo favoritismo, todo un veterano al que hemos visto en muchas ocasiones dando lustre a los repartos de todo tipo de películas aunque prácticamente nadie sepa su nombre. Y es que esta categoría, de vez en cuando, es proclive precisamente a eso, a que Hollywood por fin ponga el foco en esos intérpretes que nunca serán estrellas pero que son actores con mayúscula. Su tiránico papel de entrenador musical en "Whiplash" le pone como la opción más firme a día de hoy en la categoría de actor de reparto, pudiendo repetir el citado perfil de nombres premiados anteriormente como Jim Broadbent o Chris Cooper que, si además sumamos a ese punto de villano que funciona tan bien en este apartado, convierte su candidatura en una baza ganadora.
“Whiplash” es una de las películas que van al alza en esta carrera y en el último oscarómetro entra en la categoría de mejor película. Todo se debe a la energía y ritmo en forma de épica musical y superación personal que imprime su director Damien Chazelle en el que es su segundo trabajo como realizador de largometrajes, precisamente adaptando su corto homónimo que también contó con Simmons para ese personaje que hace que la vida en una escuela de música sea como la del cuartel de “La chaqueta metálica”. La cinta gustó en Cannes 2014 pero antes venía de triunfar en Sundance con un jugoso doblete, Gran Premio del Jurado y Premio del Público, y es que “Whiplash” lo tiene todo para hacer carrera entre las asociaciones de críticos que comenzarán a dar sus veredictos a finales de Noviembre, así como en unos premios más populares como los Oscar consiguiendo también el apoyo de los espectadores, ya que muchos de los que conocemos que ya la han visto dicen no poder resistirse a esa espiral orgiástica que convierte a la película en toda una batalla emocional en la lucha por ser el mejor a base de disciplina, esfuerzo y fe en uno mismo.
J.K. Simmons cumplirá en Enero 60 años y, aunque en el cine debutó ya cercano a los 40, especialmente en el siglo XXI se ha convertido en un fijo al que hemos visto en muchas películas. Casi siempre de policía, médico, tío duro o tipo caustico, Simmons tiene una figura que le podría haber etiquetado en matones de acción pero gracias a una versatilidad que demuestra su capacidad para emocionar, además de encerrar una a veces expuesta vis cómica, casi es el género que ha tocado menos convirtiéndose en un actor siempre eficiente por el que, hasta ahora, nadie había apostado decididamente por darle un papel a la altura, como sí ocurre en “Whiplash”.
Series y telefilms son los terrenos en los que trabajó en los 90, teniendo brevísimas intervenciones en “El club de las primeras esposas”, “Celebrity” o “Las normas de la casa de la sidra”. Médico en “Otoño en Nueva York” y sheriff en “Premonición”, su aparición como personaje recurrente de la longeva “Ley y orden” desde 1997 hasta 2010 en la piel del Dr. Emil Skoda, propició que el rostro fuera conocido entre los fieles de la pequeña pantalla, sumándole también el ser fijo en la serie “Oz” durante seis temporadas (1997-2003) y en “The closer” durante toda su andadura (2005-2012) jalonado con episódicos en series como “Everwood”, “Urgencias”, “Sin rastro”, “A golpe de bisturí” o “El ala oeste de la Casa Blanca”, por sólo decir algunas. Para los palomiteros fue el periodista carroñero J. Jonah Hameson en las tres películas de Spider-Man de Sam Raimi y asentó su condición de secundario cinematográfico en “Océanos de fuego” o “Ladykillers”.
Pero si a alguien debe la crecida de su estatus es a Jason Reitman que contó con él desde el principio de su carrera convirtiéndole en paradigma de actor especializado en cine indie, aunque tampoco lo haya tocado en exceso. Ha contado con él en las seis películas que ha rodado hasta el momento, aunque es su papel en “Juno” por el que es más recordado siendo ese bonachón padre de la avanzada y petulante adolescente. Otros títulos que vinieron a continuación son “Expediente Anwar”, “Quemar después de leer”, “Ejecutiva en apuros”, “Te quiero, tío”, “Recién graduada”, “Jennifer´s body”, “El ladrón de palabras”, “Contraband” o “Jobs”, cine mucho más popular que ha ido alternando con el uso de su voz en varias producciones animadas.
Ahora es el momento para uno de esos nombres que encuentran en el Oscar no la posibilidad de alcanzar una fama que, admitámoslo, puede colocarle en el candelero este año para luego volver a enviarlo a intervenciones menos notorias, sino para hacer que la gente se interese por su carrera previa y encuentre en él a uno de esos actores esforzados que nunca está mal y que siempre es un gusto que los Oscar se fijen en ellos para reconocer no sólo un papel en concreto, sino la manera de encarar un oficio a base de tesón y regularidad vengándose (al menos por una temporada de premios que equivale a unos meses muy intensos) de todas esas estrellas de Hollywood que, habiendo coincidido con Simmons en más de una producción, son los que finalmente salen en la foto. Al menos hasta ahora.
Nacho Gonzalo