Coleccionable David Fincher: "Alien 3" (1992), el rodaje tortuoso
Querido primo Teo:
El 22 de Mayo de 1992 (viernes) se estrenaba en Estados Unidos la tercera parte de la saga “Alien”. Sigourney Weaver era la protagonista absoluta del proyecto. En la dirección... un debutante David Fincher. Todo comienza con la culminación de "Aliens, el regreso", donde Ripley, Hicks, Bishop y Rebecca (Newt) continúan su viaje hacia la Tierra. Desafortunadamente, la reina Alien colocó un huevo en la sala donde se encuentran los críotubos, supuestamente el facehugger (el abrazacaras) produce un incendio eléctrico, lo que provocó que Madre (el ordenador de a bordo de la nave) comenzara automáticamente la evacuación de emergencia y transporta a los cuatro hacia un "EEV" (siglas en inglés del Vehículo de Escape de Emergencia). Este es el punto de partida de la historia.
“Alien 3” tuvo una producción difícil, con varios guionistas y directores que se involucraron en el proyecto, e incluso el proyecto comenzó sin un guión terminado. David Fincher, que acababa de entrar en la treintena, entró en el proyecto cuando esté ya estaba avanzado, después de la enésima propuesta de guión, escrito por Vincent Ward y que tampoco cuajaría. Fincher tuvo poco tiempo para prepararse, y la experiencia de hacer la película resultó angustiosa para él, ya que tuvo que soportar interferencias creativas incesantes desde el estudio y tuvo que rodar la película sin tener un guión definitivo. Al finalizar el rodaje, el estudio desmanteló y rehizo el material sin el consentimiento de Fincher, incluyendo el lanzamiento de un teaser-trailer que sugiere que la película tendrá lugar en la Tierra. La película se estrenó con críticas de todo tipo y, aunque no muy exitosa en la taquilla de Estados Unidos, ganó 100 millones de dólares fuera de Norteamérica.
Juan Tejero, en su trilogía “¡Este rodaje es la guerra!”, selecciona y analiza algunos de los rodajes más tortuosos de la historia del cine, certificando, entre otras conclusiones, que la atmósfera más propicia para crear una obra maestra es el caos, el desconcierto y la anarquía. “Alien 3” pertenece a esa clase de películas que ven la luz después de superar un rodaje infernal. Un grito de rabia en el vacío por parte de su director.
1990, cuatro años después del éxito de “Aliens”, Ronald Shusset, Dan O’Bannon y Walter Hill, los productores ejecutivos de la saga, se reunieron en las oficinas de la Fox para esbozar el que, prometían, sería el tercer y último acto de la franquicia. Su idea consistía en trasladar la acción a la Tierra y enfrentar a una nueva generación de aliens con los tres supervivientes de la película de James Cameron y otro equipo de marines del espacio.
El escritor de ciencia-ficción William Gibson recibió el encargo de escribir un primer tratamiento del guión a partir de esta idea básica, pero las cosas empezaron a torcerse cuando entregó un borrador en el que Ripley permanecía en coma durante dos tercios del metraje. Gibson fue invitado a abandonar la producción y entonces comenzó un carrusel de guionistas y directores por el que desfilaron Renny Harlin, Ridley Scott, Vincent Ward, Walter Hill, Larry Ferguson y, por fin, David Fincher. Este proceso está descrito con pasión y rigor periodístico por James Swallow en “Dark eye: The films of David Fincher”, una de las pocas obras que existen sobre el cine del director.
Ward, desarrolló un inquietante argumento que trasladaba la acción a una suerte de planeta o base espacial en la que vivía una comunidad de individuos profundamente religiosos. La llegada del módulo espacial de Ripley y sus compañeros con un alien escondido a bordo acaba con la paz del lugar y les obligaría a enfrentarse a sus creencias para combatir a la criatura. Ward tenía todo preparado para empezar la fotografía principal cuando recibió un fax de la Fox en el que se le comunicaba su despido. Fue entonces cuando los productores contrataron a Fincher.
El debutante director se encontró con un panorama dantesco: una producción de 65 millones de dólares sin un guión definitivo (las nuevas páginas llegaban por fax cada mañana), con los decorados sin terminar, con su estrella y también productora ejecutiva, Sigourney Weaver, muy cabreada por los constantes dimes y diretes en la Fox, con una fecha de estreno inamovible que obligaba a rodar la película en menos de tres meses, y con un director de fotografía, el gran Jordan Cronenweth (Blade Runner), a quien acababan de diagnosticar una enfermedad degenerativa.
Como en las dos películas precedentes, quizá el aspecto más destacable de “Alien 3″ sea la consecución de una atmósfera agobiante que traslada al espectador la amenaza de la criatura alienígena. Ridley Scott definió la suya trasladando los ambientes típicos de la mansión gótica a una nave espacial, la Nostromo. James Cameron se fijó en el universo cyberpunk que tanto influyó en la ciencia-ficción de los años ochenta. Y Fincher recreó el infierno cristiano que proponía la imaginería medieval, transformando una vieja prisión para asesinos y violadores en un templo habitado por demonios, santos y mártires.
La carga religiosa del guión, encuentra así su espejo visual en un conjunto de escenarios tétricos y siniestros, ahogados por vapores y humos putrefactos. La sulfúrica fotografía de Alex Thompson, sustituto de Cronenweth; los decorados decadentes de Norman Reynolds, auténticas ruinas de un futuro místico; y la música de un apocalíptico Elliot Goldenthal, son los elementos claves que definen el espíritu inquietante, turbador, venenoso, malsano, nauseabundo y horrendo de la película. El alien, merodea por ese ambiente oscurantista y supersticioso al acecho de sus víctimas, un grupo de reos que busca la contrición. Ripley logra ahuyentar sus miedos y los une en la tarea de acabar con la abyecta criatura.
En esta progresión dramática, Fincher logra la excelencia narrativa en dos secuencias: el funeral de Hicks y Nutt, montado en paralelo al nacimiento del alien; y el incendio de los túneles. Ambas regalan imágenes de una poderosísima belleza formal y simbólica, y revelan el precoz talento del cineasta para orquestar set pieces en torno a la naturaleza de lo macabro.
Como indica James Swallow en su monografía, Fincher siempre ha renegado de la película; tan traumática y frustrante considera su experiencia a todos los niveles. El periodista explica que le dolieron las injustas comparaciones con los filmes de Scott y Cameron, y que ningún ejecutivo de la Fox hubiera reconocido su trabajo, ya que al fin y al cabo había llevado a buen puerto la producción más costosa del estudio hasta ese momento. Fincher incluso se negó a participar en el mal llamado montaje del director que se editó en DVD en 2002.
Hoy, las llagas y las heridas del pasado no deberían ocultar que se trata de una película con ese don fílmico tan difícil de lograr que es la identidad propia. Pese a (o quizá por) los tajos en la presentación y desarrollo emocional de los personajes, los agujeros argumentales, el precipitado final, el ritmo irregular, el pobre nivel de algunas interpretaciones, y algunos diálogos enfáticos y ampulosos, “Alien 3” es una pieza cinematográfica intensa, viva y poderosa.
El comentario
Estamos ante una película difícil de comentar. Defraudó a los fans de las dos películas anteriores; defraudó a quienes años después la verían por el tirón de su director… Y no menos importante, defraudó al propio Fincher. Es difícil saber que sería hoy de su carrera sin esa primera experiencia traumática. Sin embargo, es imposible verla y no apreciar en las persecuciones, por ejemplo, el manejo de cámara que se perfeccionaría en obras posteriores, o el dramatismo que impera en el uso de la banda sonora. O la sensación, incluso en las (pocas) escenas plácidas, de que hago va a ocurrir, y no será bueno, precisamente. Y si Fincher es de los que arranca brillantes actuaciones de sus actores, aquí la madurez que Weaver aporta al personaje, convierte a Ripley en un personaje más interesante que en la segunda película. En resumen, “Alien 3” dista mucho de ser una gran película, pero es mejor de lo que muchos opinan… Incluido su director. (Rodasons)
Cuesta imaginar, después de ver Alien 3, que Fincher pudiera tener un debut más complicado detrás de la cámara. Si bien la película no ha pasado a la historia del cine por ser un gran éxito ni por su calidad, sin embargo, posee algunas características que la hacen una secuela interesante dentro de la saga. Aunque, la mayoría de esas características nos lleven o sitúen más en lo que pudo haber sido que en lo que fue. La novedad de ver en la saga una mayor carga retórica, añadida a las clásicas imágenes de acción sello propio de la misma, no dejan de darle un sugerente toque de color y de particularidad con respecto a sus predecesoras. Intenta abrir nuevas vías. Tampoco se debe olvidar que la película nos deja algunas de las imágenes más poderosas de la saga, detrás de las cuales, no podemos evitar ver la mano del director de Denver, uno de los grandes creadores de imágenes de nuestro tiempo. Aún siendo la película más prescindible de su filmografía, su visionado no es tiempo desperdiciado. (Ananula)
Tus primas Ananula y Rodasons