Cine en serie: “Will y Grace”, carcajadas aseguradas once años después
Querido Teo:
Entre 1998 y 2006 el canal americano NBC emitió una comedia que empezó de forma modesta, a la que no acababa de verse con buenos ojos, y que acabó convirtiéndose en una de las comedias más queridas por la crítica y una de las favoritas del público, cosechando la friolera de 16 premios Emmy. Creada por Max Mutchnick y David Kohan, y protagonizada por Debra Messing, Megan Mullaly, Eric McCormack y Sean Hayes, la serie ha vuelto 11 años después de que acabara su emisión y ha demostrado que sigue en plena forma.
“Will y Grace” nació a partir de la relación de Mutchnick con una amiga de su juventud y quiso trasladar la vida de un homosexual de éxito y su mejor amiga en en Nueva York de los noventa. No era tarea fácil, ya que nunca se había emitido una serie en abierto con protagonistas abiertamente gays desde su inicio. Si bien es cierto que el año anterior Ellen DeGeneres salió del armario tanto ella como su personaje en su serie “Ellen”, con escandaloso resultado. Tras el visto bueno de la cadena y la contratación del reparto principal, el director Jim Burrows, toda una leyenda televisiva que ha dirigido episodios de “Taxi”, “Cheers”, Frasier” o “Friends”, rodó el episodio piloto que se emitió el 21 de Septiembre de 1998 cuyas críticas no fueron nada halagüeñas. Algunos críticos definieron el piloto como un “Seinfeld” gay. Pero, como es bien sabido, la buena comedia necesita tiempo para arrancar, encontrar el tono y el tempo y ahí fue cuando “Will y Grace” sacó toda la artillería pesada.
Y es que, si bien sus primeros guiones podrían estar algo acartonados, fueron los actores los que comenzaron a desarrollar una química entre ellos, un timing cómico prácticamente perfecto y un dominio del humor físico que, a día de hoy, sigue asombrando. Fue este hecho el que hizo que el público se fijase en la serie, que pasó de los lunes a los jueves, emitiéndose junto a “Friends” y “Frasier” en la denominada "must-see TV" de NBC que batió todos los records de audiencia. A partir de ese momento comenzaron las audiencias, los premios y el prestigio. La serie se alzó con el Emmy a la mejor comedia en el año 2000 por su segunda temporada, llegando a conseguir un total de 16, convirtiéndose, además, en la única comedia junto a “Las chicas de oro” en la que sus cuatro intérpretes principales fueron reconocidos con el Emmy.
A la serie se le criticó que no mostrase las relaciones entre hombres homosexuales de una forma que no pareciera una simple amistad y sin ninguna muestra de afecto. No fue hasta el episodio número 36 donde pudimos ver a dos hombres besarse. Y tampoco fue de una forma afectiva, sino más bien de una forma metanarrativa para normalizarlo en la televisión americana. Algo curioso en una serie que era rompedora por la condición sexual de dos de sus protagonistas pero que, al mismo tiempo, no mostraba las relaciones homosexuales con toda la normalidad que debiera.
Poco a poco, con el paso de las temporadas, pudimos ir viendo más besos entre hombres y entre mujeres con más asiduidad. “Will y Grace” cambió como la sociedad y ayudó a normalizar y dar visibilidad al colectivo homosexual en televisión. Y por el camino nos dejó episodios descacharrantes y dos directos que son Historia de la televisión. Las situaciones surrealistas y el humor, sencillo en planteamiento pero complicado en ejecución, se convirtió en toda su especialidad.
En su última temporada, emitida entre 2005 y 2006, las audiencias cayeron y la serie acabó resintiéndose, llevándola a su final. En su último episodio, Will y Grace, ya casados con sus respectivas parejas, dejan de hablarse durante 18 años, hasta que vuelven a coincidir al llevar a sus hijos a la universidad. Allí, Will, Grace, Karen y Jack volverán a reunirse para decirnos adiós en un final que resultó un tanto agridulce.
11 años después, y tras un par de spin-offs que no llegaron a materializarse, NBC decidió reunir a los creadores, a James Burrows y al reparto de la serie para grabar un especial sobre las elecciones americanas, que fue todo un éxito y, probablemente, un globo sonda de la cadena para tantear el regreso de la serie en una época donde los regresos de series que han sido enormes y buques insignia es muy frecuente. “Twin Peaks” o “Expediente X” atesoran que regresos tardíos no son sinónimo de nostalgia gratuita. De hecho, en el caso de “Expediente X” las audiencias fueron extraordinarias, asegurándose una temporada 11.
El regreso de “Will y Grace” no ha podido ser más satisfactorio y la cadena ya ha anunciado una temporada 10 para el año próximo. Las audiencias han acompañado, convirtiéndose en la serie más vista de los jueves, a un reparto que ha vuelto como si no hubieran pasado once años. Su timing cómico, que antaño fue tan ejemplar, sigue intacto y los guiones han vuelto con tintes más ácidos y reivindicativos sin perder nunca su razón de ser. Y como los tiempos cambian, lo que tanto costó en su momento ahora es ya algo totalmente normal, ya que en los cuatro episodios emitidos hemos podido ver besos entre hombres en todos ellos, ayudando una vez más a visibilizar a la comunidad homosexual.
Y hay un apunte importante que hacer, ¿cómo obviar el episodio final de la serie once años después y parte de la temporada 8? De la única manera que podría hacerse: un sueño etílico de Karen Walker. No hay forma más coherente y lógica dentro del universo de la serie para dar forma a algo así. Un borrón y cuenta nueva, que quizá es más sencillo de hacer en las comedias que en los dramas ya que la continuidad es más fácil de romperse y donde la explicación puede ser un gag en si mismo que funciona a la vez de botón de "reset" y de botón de despegue.
No sólo los actores no han perdido esa química entre ellos muy pocas veces vista en pantalla. Es que los personajes siguen siendo ellos y siguen haciéndonos reír con sus tramas y sus reacciones. Y nos dan exactamente lo que esperamos de ellos, como si fueran parte de nuestro grupo de amigos. Unos amigos a los que echábamos de menos y han vuelto para volver a hacernos reír como lo hacían antes. ¡Rosario, vodka!
Sr. Finch