Cine en serie: “Twin Peaks. El regreso”, el retorno de David Lynch
Querido Teo:
Cuando el 8 de Abril de 1990 la cadena americana ABC emitió el piloto de “Twin Peaks” nadie podía esperar que nos encontrábamos ante la obra audiovisual más influyente de los últimos treinta años. Ríos de tinta se han escrito sobre cómo esta serie cambió para siempre el formato y el contenido. Lo paradójico es que su regreso, 25 años después, ha demostrado que aún quedaba mucho por explorar y descubrir.
Acercarse a “Twin Peaks. El regreso” es complicado por diversos motivos. Principalmente porque David Lynch quiere que no lo hagas. En cada episodio trata de echar al espectador dos o tres veces usando tempos diferentes a los actuales y una narrativa que busca a veces desesperar al espectador con escenas más largas de lo que deberían. Probablemente el público esperase una continuación de la serie original al uso y grandes dosis de nostalgia. Los lugares oníricos, los leños que dicen cosas, los espíritus malignos, los búhos, el café y los pasteles de cereza de Norma están ahí, pero Lynch nos los ha ido dosificando para que los disfrutemos más pero no se ha limitado sólo a eso. Además, nos ha presentado una serie de nuevos personajes y tramas (algunas de las cuales no han ido a ningún sitio a propósito) que en ocasiones parecía que iban a llevar el peso de esta nueva entrega y que, de una forma perversa en un ejercicio metalingüístico, David Lynch y Mark Frost han ido eliminando si eran villanos y dejando con vida si demostraban tener buen corazón. Con este ejercicio (y varias líneas de diálogo a lo largo de la temporada) han querido mostrar que la televisión "vieja" y la actual pueden convivir sin problemas. Pero has de ser buena televisión si quieres vértelas cara a cara con la madre de todas las series de televisión.
Por otro lado, esta continuación bebe también mucho de la película “Twin Peaks: Fuego camina conmigo”. Una de las películas más incomprendidas de la filmografía de David Lynch y que, a su vez, es imprescindible tener muy presente (pese a que sea una precuela) a la hora de ver este regreso. Y esto es así porque la linealidad temporal es algo maleable en el universo de David Lynch. El aquí y ahora pueden ser también el allí y mañana. Y es precisamente donde radica la belleza de este universo. Porque digámoslo ya, “Twin Peaks. El regreso” es la obra cumbre de David Lynch. Aquí es donde confluyen todos los temas que ha ido explotando a lo largo de su impresionante carrera. Todas sus influencias, su uso del lenguaje audiovisual y sus inquietudes artísticas se dan la mano aquí para construir una obra que, pese a que no hayan visto muchos espectadores, se hablará de ella dentro de treinta años.
La trama de esta nueva entrega de “Twin Peaks” nos presenta la historia exactamente 25 años después del infame desenlace de la serie original; en el que la entidad maligna conocida como Bob y responsable de la muerte de Laura Palmer, acaba metiéndose dentro del protagonista Dale Cooper, mientras éste es condenado a esperar en la habitación roja, que funciona como una especie de portal y limbo entre la “logia negra” y la “logia blanca”. Explicar más allá de esto sería una locura, porque pasado presente y futuro acaban dándose la mano para acabar reescribiendo la historia de la serie original y replegando la narrativa sobre sí misma en un juego de dobles y gente atrapada en el tiempo que es totalmente coherente con la temática de la serie y, sobre todo, con el discurso de Lynch. Es “Carretera perdida”. Es “Mulholland Drive”. Es “Inland Empire” y a la vez no deja de ser “Twin Peaks”.
Para la Historia quedará este final, que no tiene nada que envidiar al de la serie original y que deja el fundido a negro de “Los Soprano” prácticamente en un juego de niños. Nunca subestimemos a David Lynch. Él juega en otra liga. Como “Twin Peaks”.
Sr. Finch