Cine en serie: “The young Pope”, un canguro en el Vaticano
Querido Teo:
Jude Law ha disfrutado del poder a que aspira todo actor, el de demostrar su capacidad haciendo un personaje extraordinario; Paolo Sorrentino ha disfrutado haciendo una serie de televisión excéntrica empleando elementos clásicos. Algo similar a lo que hizo Bacon con el retrato de Inocencio X de Velázquez; y yo he disfrutado de diálogos, personajes y situaciones muy alejados de la realidad aparente que rodea el mundo Vaticano. Un vistazo al libro "Vaticanerías" de Nino Lo Bello confirma que algunas de las historias que rodean a este Papa de cuarenta y pocos años, de Brooklyn, que no respeta ninguna tradición, sólo necesitaba un grado más para convertir en surrealista algunas de las excentricidades experimentadas ya dentro del pequeño estado totalitario.
Tras Sorrentino aparece el espectro de Fellini, un programa televisivo entrevista a un pastor que ve a la virgen María en una de sus ovejas, un milagrero que reconoce la afición de su virgen por el fútbol ya que su intercesión funciona especialmente bien con problemas de menisco. Se cuidan los menores detalles, como unos títulos de crédito a ritmo de rock con el Papa paseando, manos a la espalda, por una galería del museo vaticano; o sorprende abriendo los primeros capítulos con ensoñaciones provocadoras y desconcertantes por el tema y el entorno en el que se sitúan.
Jude Law ha hecho posiblemente el papel de su vida hasta el momento. Diane Keaton llena la pantalla en su papel de asistente personal del niño que abandonaron en sus manos unos padres hippies que no lo deseaban. El Secretario de Estado está a la altura de ambos, con momentos y diálogos que reúnen la característica habilidad diplomática del cargo, la flexibilidad de un pulpo y la capacidad manipuladora de un artista de la supervivencia. El personaje de Javier Cámara es tan consistente y bien interpretado como el resto.
La serie está salpicada de secuencias originales y momentos incómodos para la educación de la inmensa mayoría de los espectadores. Incómodos y excelentes. Humillaciones en público, impertinencias, incluso ofensas flagrantes que, en boca de un Papa, resuenan más. En otras ocasiones Sorrentino nos regala casi magia, como en el encuentro entre el Papa y un canguro que podría ser considerada extravagante de no recordar un "momento canguro" protagonizado por Juan Pablo II durante su visita a Australia.
Para los que compartís mi afición por estos temas, es un placer garantizado; para el resto no dejará de ser un trabajo cuidado. El empleo de la música merece un poco de calidad en la reproducción. Es la serie que ha servido de presentación en España a HBO. Buen comienzo.
Carlos López-Tapia
Comparto completamente tu opinión. Sin duda hay que tener todo esto en cuenta.
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