Cine en serie: "The investigation", minuciosidad y sobriedad alejada de sensacionalismo
Querido Teo:
"The investigation" es una de las series más recomendables de lo que llevamos de año teniendo como principal baza prometer exactamente lo que da, siendo eso un punto a su favor y es que esta producción danesa de seis capítulos se adentra en la investigación del llamado caso del submarino ocurrido en el verano de 2017 cuando se produjo la desaparición de una periodista, Kim Wall, durante una entrevista. El responsable de esta serie es Tobias Lindholm, guionista de la serie "Borgen" (2010-2011) y habitual de Thomas Vinterberg en "La caza" (2012) y "Otra ronda" (2020), así como director de "A war", nominada al Oscar en 2016, y de dos capítulos de la serie "Mindhunter" en 2017. Lindholm ha despojado a esta historia de cualquier atisbo de thriller para construir un preciso proceso de búsqueda de información apoyándose en el ejemplo de la mejor novela nórdica logrando frente a ello reivindicar la faceta más humana de la historia.
Tobias Lindholm destaca por su sobriedad y garantía, logrando generar tensión sin aspavientos y a través de los propios límites que sobrepasa la condición humana. Lo más llamativo del caso es que las noticias sobre la periodista sueca se perdieron cuando ésta subió a bordo de un submarino casero con la intención de entrevistar a su constructor y propietario, Peter Madsen, para un reportaje. Pocas horas después, encontraron el submarino hundido y consiguieron rescatar a su capitán, a quien interrogaron sobre los hechos. La policía de Copenhague se movió entre dudas e incredulidad al no haber pruebas concluyentes y ante las declaraciones contradictorias del presunto culpable hasta que 11 días después de los hechos un ciclista encontró la parte de un cuerpo en una playa cercana.
El caso tuvo un gran impacto en la opinión pública a lo largo de los días posteriores ante las cábalas de lo que podía haber pasado y los esfuerzos por parte de un operativo que vio como las circunstancias les sobrepasaban al tener que peinar las gélidas y amplias zonas marinas del Báltico en las que se movió el submarino durante ese día para intentar encontrar alguna pista que indique que ocurrió esa noche.
Ese es el gran acierto de esta serie que tiene como principal novedad en que en ningún momento veamos ni al capitán del submarino ni a la periodista. El no ver sus rostros, ni aparecer físicamente en ningún momento, hace que sea la propia investigación la que cobre el protagonismo y todavía la calma tensa sea mayor prefiriendo optar por el abnegado esfuerzo de Jens Møller, jefe de la Unidad de Homicidios de la policía, y las largas jornadas con su equipo tanto en oficina como en el lugar de los hechos a lo largo de siete meses de incesante trabajo.
La serie no se centra en el morbo, tampoco vemos cadáveres ni trozos mutilados, sino que adopta la perspectiva de estos profesionales que cada uno desde su perspectiva intentan atar todos los cabos, tanto para resolver el caso, hacer justicia con la memoria de la periodista y dar paz a unos padres que se mueven entre la impotencia y las ganas de querer ayudar con sus escasos medios en lo posible. Conmovedor el trabajo de Rolf Lassgård y Pernilla August en todas las fases propias del duelo en el que, a pesar de su dolor, no pueden dejar de agradecer el trabajo de un Møller que cumple desde el primer momento fielmente la promesa de que estarán informados al instante de los avances de las investigaciones.
Una fortaleza y una integridad que emociona y que tiene el merecido homenaje a unos padres por el hecho de cómo están retratados los mismos derivando en un final centrado en la madre de la joven que voltea el corazón mostrando cómo frente al drama siempre hay que anteponerse cogiendo oxígeno del buen recuerdo y del legado que cada uno quiere dejar en el mundo, teniendo que elegir entre regodearse en la tragedia o utilizar el nombre del ser querido perdido como ejemplo inspirador para muchos.
Un trabajo intenso, desconcertante y seco, ausente de emoción facilona, pero sí de poner en valor la dignidad y absorbente trabajo de unos hombres y mujeres que lo dan todo por dar algo de luz al que no está muy lejos de ser un crimen perfecto.
No sólo por las diferentes interpretaciones de lo que pudo suceder sino por la complejidad para establecer una causalidad entre las pruebas, los hechos y el acusado con el fin de formar un caso sólido ante el principio jurídico del “in dubio pro reo” que hará que cualquier duda razonable dejará libre al presunto culpable ante el hecho de formar parte de un sistema garantista que incluso permite al sospechoso cambiar su versión cuántas veces quiera. Algo que es lo que pide insistentemente el fiscal encargado del caso, frustrado ante la posibilidad de que cualquier acusación no pueda sostenerse, mientras los padres buscan respuestas y la prensa titulares para seguir explotando la rentabilidad de la noticia.
Una atmósfera gélida y un desarrollo que explora las dudas que van surgiendo y tanto los aciertos como los errores que dan al traste con cualquier avance, envolviendo a este “true crime” convertido en serie que, por momentos, aborda casi más la recreación documental que lo acostumbrado a ver en series y películas, muy dadas a mostrar la violencia de los hechos, los convulsos enfrentamientos en la sala de interrogatorio o la épica de los alegatos ante el tribunal.
En esta ocasión, y con el logro de no hacerse farragoso en pantalla, hay días de trabajo interminables, informes abultados, pruebas de ADN, diagnósticos forenses, pistas que arrojan más confusión y los problemas personales de cada uno, como es el caso de la fría relación que tiene Jens Møller con su mujer y con su hija, la cual le ha informado de que va a ser abuelo lo cual no provoca en él ningún atisbo de emoción tan obsesionado como ésta con un trabajo que le ha robado durante años mucho tiempo con los suyos. Møller se muestra como una persona poco expresiva y hierática pero al cual las circunstancias del caso y el ver a esos padres a los ojos le mueve mucho por dentro.
“The investigation” es una miniserie que, aun así, se toma su tiempo para crear la atmósfera, sentar las bases de lo que pudo suceder esas 16 horas entre que Wall subió al submarino y éste fuera hundido y el manejo de una operación en la que toda ayuda es poca, pudiendo encontrar pistas tanto en el submarino hundido, en restos humanos que flotan en el mar, u objetos que pueden antojarse claves como sería el caso de que se descubriera el móvil que llevaba la periodista.
Por ello no se duda en revisar los datos una y otra vez o contar con toda la ayuda necesaria, incluso perros entrenados por la policía sueca para captar a gran distancia el olor de los restos humanos lo que deja a la luz la precariedad de un cuerpo de investigación danés que se ha quedado anticuado conformándose por el hecho de que no suelen producirse en su territorio casos de semejante magnitud. Un trabajo en cadena en el que se respira la frustración y el hastío de los buzos tras tantos días sin saber si realmente todo ello valdrá la pena. Especialmente minucioso e intenso es el cuarto capítulo, casi desarrollado en su totalidad sobre las frías y oscuras aguas marinas, en el que el tejido de colaboración entre distintas unidades en el operativo es fundamental para llegar a buen puerto.
Tobias Lindholm narra un caso que se hizo mediático, y el cual todavía se recuerda al ser muy reciente, pero adoptando una nueva mirada frente a lo desconocido del mismo. Para ello ha contado con sus dos actores fetiche para esta serie tras coincidir con ellos en “Borgen” (2010-2011), “Secuestro” (2012), y “A war” (2015). Søren Malling y Pilou Asbæk también coincidieron en otras producciones televisivas del país como “The killing” (2007) o “1864” (2014) dando vida ahora, respectivamente, al jefe de la Unidad de Homicidios y al fiscal del caso. Dos entes que necesitan estar coordinados y engrasados ya que dependiendo del desarrollo de la investigación, y todo lo que se averigüe, realmente habrá posibilidades de recorrido en vía judicial o no.
En “The investigation” Tobias Lindholm deambula por caminos poco habituales en este tipo de narraciones y ha querido centrarse en la parte más humana y enriquecedora dentro de la tragedia, la de la confianza que se acaba estableciendo entre los padres de la víctima y el investigador a pesar de las circunstancias, así como el maratoniano trabajo en equipo. Se deja de lado lo más macabro de la tragedia y que fue, propio del morbo, lo más mediático y comentado a nivel internacional. Una manera de reivindicar a la eficiencia del trabajo organizado y diligente en cooperación a cargo de los verdaderos héroes anónimos, aquellos cuyo reconocimiento principal del día a día es la satisfacción del trabajo bien hecho y el poder dormir todas las noches con la sensación del deber cumplido.
“The investigation” se maneja con un tempo reposado en el que los silencios llenan los momentos de tensión e incertidumbre y en el que el ritmo está al servicio de la historia en un ejercicio de responsabilidad con los que formaron parte de las pesquisas. Un trabajo de contención y profundo que también es un ejemplo a la hora de narrar historias dejando el morbo atrás y centrándose en la solidaridad o la humanidad que, incluso en las peores circunstancias, es lo que empuja a seguir adelante. “The investigation” puede verse en España a través de Movistar+.
Nacho Gonzalo