Cine en serie: “Genius: Picasso”, el síndrome del éxito
Querido Teo:
A su muerte, el patrimonio de Pablo Picasso se calculó en 250 millones de dólares de los años 70. Era el artista mejor pagado del mundo y su relación con el dinero fue uno de sus lados oscuros. El otro fue el egocentrismo que torturó a sus varias parejas. "Las mujeres de Picasso" hubiera sido un título adecuado para la segunda temporada de la serie "Genius", que acaba de completar su emisión hace unas semanas, y que ha puesto a Banderas entre los nominados de los Emmy.
La serie "fija" en imágenes algunos de los momentos más reconocibles: su primer gran cuadro, la creación del Guernica y su compromiso con la España antifascista y la Francia nazi, los paseos con sombrilla en la Costa Azul, la inspiración del cubismo, su atracción por la juventud y el sexo, o momentos espectaculares, como el estreno de su primer ballet.
El trabajo de Antonio Banderas como Picasso adulto y maduro va calando capítulo a capítulo. En el último, con un trabajo de maquillaje notable, es Picasso. Distribuye bien los tics, los arranques de carácter del pintor, pero también su mirada y los momentos de afecto y el encanto arrollador del genio con el poder del éxito.
Tuve la misma sensación que me despertó Jude Law en "The young Pope", un recital de interpretación; salvo que Banderas ha tenido que recrear a una figura existente, lo que complica el trabajo. Ambos son dueños de su serie y parecen haber disfrutado al hacerla. Banderas dedicó medio año a transformarse en el pintor malagueño, y su análisis final lo resumió así: "He encontrado un genio que cometió errores y pagó por ellos, y que se encontró muy solo al final, porque lo quiso todo. Ese es el problema de Pablo Picasso: lo quiso todo".
La serie no sólo no oculta las miserias humanas que aquejaron a Picasso, incluso parecen superar a los momentos de satisfacción y felicidad. Ese es el sabor general que dejan los diez capítulos. Se cierra con su muerte, como ocurrió en el caso del “Genius” anterior, Einstein, con una secuencia onírica inventada por los guionistas, un broche donde se rememora a todos los personajes, para dejar al espectador una visión reconfortante de la muerte del genio, aunque sea a costa de romper la realidad de lo que fue su final, solitario, poco genial, más humano.
La historia está llena de detalles extraídos de las múltiples biografías que ilustran a Picasso, algunos inventados, como la de la visita de un embajador alemán a su estudio donde, al ver una foto del Guernica preguntó al artista: “¿Es obra suya, monsieur Picasso?” A lo que el pintor habría respondido secamente: “No, suya”.
El "síndrome del éxito" que tiende a minusvalorar a los que alcanzan poder y fama es muy frecuente y antiguo, lo he escuchado relacionado con Banderas, pero sugiero abandonar todo prejuicio. Es una buena serie con un personaje próximo como protagonista y un esfuerzo de recreación costoso y que vale el tiempo dedicado.
Carlos López-Tapia