Cine en serie: "Dexter" y "Fringe", dos niñas favoritas en baja forma

Querido Teo:

Quien me conozca (seriefilamente hablando) sabrá que, tanto "Dexter" como "Fringe", son dos de mis niñas bonitas del panorama actual televisivo. La primera porque siempre se las ha ingeniado para hacerte estar de lado de un asesino en serie, y no sentirse nunca como el bicho raro que eres, o directamente como un sociópata en ciernes. Y la segunda porque siempre ha llevado la ciencia ficción al lado más humano de sus personajes, y de paso se ha sacado de la manga un nuevo conejo de la chistera en cada envite, de un sombrero (género) al cual han manoseado de una y mil maneras diferentes. Por eso (y por muchas otras cosas más) las he querido siempre, y precisamente por casi lo mismo y más, me están decepcionando con sus últimas temporadas. Empecemos por “Dexter”…

A punto de afrontar su recta final (voy por el 6x08), tengo que reconocer que, aunque me esté entreteniendo sin apenas resbalón alguno, “Dexter” no ha sabido darse otra vuelta de tuerca más a sí misma sin perder gran parte de su esencia en lo que han sido siempre sus armas más importantes: el calado emocional de su personaje principal, y la originalidad y carisma de sus villanos. Parece como si en la sexta temporada hubiesen decidido sustituir toda esa solvente y exquisita finura de sus tramas y personajes por el rebuscado morbo de la violencia de sus nuevos asesinos que, seamos sinceros, además no están ni a la altura del zapato de ninguno de los villanos anteriores.

La noticia de su renovación por dos temporadas más no llega en un buen momento, pero quizá (por lo que dicen) al ser las últimas, tal vez se atrevan de una maldita vez a poner toda la carne en el asador, y nos regalen un arco argumental final en condiciones, a la altura de sus mejores momentos. Yo tengo fe. Apuesto mi colección de cuchillos a que así será. Mejor que no me cabreen.

En cuanto a “Fringe” (que está de parón hasta el 13 de Enero), quitando el maravilloso “And those we left behind” (4x06), los demás episodios no es que me hayan entusiasmado como para aplaudir con las orejas en mis diferentes realidades alternativas (que sepas que en una de ellas hasta me pagan por escribir). Cada vez que veo un nuevo capítulo, tengo la sensación de que todo lo interesante que había que contar en Fringe ya me lo contaron en sus tres temporadas anteriores, y que esta cuarta no es más que un entretenido pero fallido intento de salir del paso. Supongo que al haberse encontrado de pronto con una nueva tanda de episodios por escribir (regalada por Fox de manera in extremis) no han tenido tiempo (o no han sabido) sacarse un nuevo conejo de la chistera en condiciones.

Siempre me he posicionado entre los fans de la serie a los que les encantaban los episodios autoconclusivos (entre algunos de ellos están muchos de los mejores). Pero siendo sincero, y sobretodo fríamente analítico, he de reconocer que, lo realmente estimulante de “Fringe”, siempre ha sido esa trama de largo recorrido que se entrelazaba de manera sutil y perfecta con cada “monstruo de la semana” sin perderse en ningún momento en ese tipo de episodios, u oscurecer a éstos con su interesantísima brillante luz. Ese equilibrio ente historias grandes, pequeñas, ínfimas, y gigantescamente imposibles es lo que hacía que la serie avanzara de manera firme y sencilla, pero siempre imparable, a lo que podríamos catalogar como la quinta esencia de la ciencia ficción televisiva del nuevo milenio ¡toma ya!.

Cuando escribí sobre la tercera temporada terminé el post con una pregunta que ahora mismo se podría entender casi como una llamada de socorro: ¿Realmente importa dónde está Peter?. Por lo que hemos visto hasta ahora parece que no demasiado. Esperemos que lo que nos queda de serie (que no es mucho dada sus ínfimas e irrisorias audiencias) nos devuelva una respuesta positiva para que todos podamos despedirnos de “Fringe” como se merece.

Watanabe