Cine en serie: Cómics y televisión, una relación productiva
Querido Teo:
Si se me permite (y si no, también) me pondré ahora en modo pedante: las distintas facetas del arte no forman departamentos estancos, sino que cuales vasos comunicantes beben de las experiencias del resto y, no en pocas ocasiones, nos deleitan con colaboraciones multidisciplinares que nos permiten disfrutar de maridajes entre pintura y escultura, música y cine…
Modo pedante off: …que están muy bien y tal y cual, pero de todo eso lo que a los seriéfilos nos interesa es un tipo de colaboración muy concreta, la que se da al adaptar un cómic al formato televisivo, o viceversa. En este mundillo los japoneses son especialmente prolíficos, tanto en formato de animación como con actores de carne y hueso, pero precisamente por ello no les podría dedicar todo el espacio que merecen, de modo que me centraré en las adaptaciones occidentales que no sean de animación.
En la parrilla televisiva reciente tenemos varios ejemplos de comics convertidos en series, algunas de ellas actualmente en emisión:
- The walking dead: Sin duda el mayor pelotazo de los últimos tiempos, tanto el cómic como la serie se las han arreglado para volver a poner de moda el fenómeno zombi entre el gran público. Una historia oscura y que hace pocas concesiones al espectador, no me cansaré de recomendarla en cualquiera de los dos formatos. Si alguien no la ha visto aún, mi pregunta es… ¿por qué?. Vale que tiene momentos de auténtico gore que, como se suele decir, “pueden herir la sensibilidad de algunos televidentes”, pero a medida que avanza la trama se va notando cómo los zombis dejan de ser una parte central de la historia para pasar a ser un elemento más del paisaje, uno que muerde pero que no es protagonista. Lo realmente importante en la serie a medida que avanza es el efecto de tanto estrés en los protagonistas, que se cobra un importante peaje en términos de cordura, y el descubrir que hay otras cosas de las que preocuparse además de los zombis, algunas mucho más inquietantes y peligrosas.
- Arrow: La última en llegar y, de momento, una apuesta muy interesante. La serie reinventa el personaje de Flecha Verde, una especie de Robin Hood mezclado con Batman, y nos presenta su particular cruzada para salvar a su ciudad del crimen. Estrenar una serie es siempre arriesgado, en especial cuando se toma una franquicia con su propio club de fans detrás, ya que van a estar atentos al más mínimo detalle para encumbrarla o echarla por tierra. De momento puedo decir que ha sorprendido gratamente, y que está gustando tanto a fans del cómic como a los que acaban de conocer al personaje. Recomendable.
- Smallville: La serie que probablemente tenga la culpa del regreso del hombre de acero a las pantallas de cine. No sólo supo poner al día el mito de Kal-El sino que, al situarle en sus años de instituto, amplió el público potencial y consiguió llegar a los televidentes más jóvenes. El inminente estreno de “El hombre de acero” no hace sino confirmar que Superman sigue teniendo tirón por mucho que Marvel se empeñe en acaparar la cartelera verano tras verano.
Respecto a estas dos últimas series, nos muestran las soluciones de compromiso a las que llegan algunas de las adaptaciones modernas de comics. El problema al que se enfrentan es complejo: Si son demasiado fieles al material original pueden tener problemas para captar audiencia nueva, ya que se les obligará a aprender mucho acerca de los personajes antes de ponerse a ver la serie, o por el contrario si se empieza desde el principio se puede perder a los fans del tebeo, ya que se aburrirán pronto viendo historias que conocen de memoria. Tanto “Arrow” como “Smallville” optan por una adaptación más libre, tomando los elementos básicos de la historia pero simplificándolos para facilitar la entrada al público nuevo, mientras que a los fans de toda la vida se les obsequia con guiños a elementos más propios del universo original (como por ejemplo la hamburguesería Big Belly que aparece en “Arrow” que, según los cánones, es una cadena perteneciente a Lexcorp). Si a esto se le suma una trama romántica creíble se puede enganchar también al público femenino, lo que ya nos daría el pack completo. Todo se basa en el equilibrio, si la serie se desvía demasiado en un sentido se acaba perdiendo público por otro lado, lo que en poco tiempo provocaría la caída de la parrilla.
En ocasiones también se da el proceso inverso, especialmente en proyectos que no pudieron finalizar en televisión y que dieron el salto al comic para saciar el apetito de los fans. Entre ellos me vienen a la mente:
- Jericho: Nunca una premisa tan buena había sido desperdiciada de manera tan espectacular (al menos hasta que llegó “Revolution”). La serie trata de la lucha por la supervivencia de los habitantes de un pequeño pueblo de Kansas tras una serie de explosiones nucleares en las principales ciudades de Estados Unidos. Sólo puedo recomendar esta serie por un motivo: Si uno se autoconvence de que está viendo una comedia puede ser hasta entretenida, porque las decisiones que van tomando los protagonistas son de traca. Y si éste es el mejor motivo para recomendarla no sorprende que al final la CBS acabase por cancelarla, para más guasa dejando la trama colgada en un momento de máxima tensión. Ante la presión de los fans por finalizar la historia, los creadores optaron por la vía del cómic, dando forma a la temporada 3 (“Guerra civil”) y a la recientemente estrenada cuarta temporada. De vez en cuando aparecen rumores de su vuelta a las pantallas, el último la pone en manos de Netflix para su alquiler directo.
- Dollhouse: Uno de los proyectos de Joss Whedon (el creador de “Buffy”) que no llegó a cuajar, trata de una empresa que se dedica a alquilar personas a las que previamente se les ha lavado el cerebro y reprogramado a lo Matrix para que se comporten de la manera en que lo desee el cliente. Aunque su creador siempre intentó distanciarse de la polémica, no les faltaba razón a los que lo veían como una manera retorcida de referirse a un prostíbulo, a pesar de que algunas de las “misiones” de Echo, la protagonista principal interpretada por Eliza Dushku, no tenían que ver con el sexo, y que se encontraba en el lugar de forma voluntaria como forma de saldar una deuda. Pero no fue la polémica, sino la pobre trama, la que acabó con esta serie, ya que precisamente el hecho de que en cada episodio la personalidad del personaje y sus habilidades cambiasen hacía que la serie tuviese una sensación inconexa y de no avanzar en ningún sentido claro. “Epitaphs” es el título de la serie de cómics que Whedon consiguió firmar con Dark Horse para contar el final apocalíptico, y algo atropellado, de esta historia.
Tras el éxito arrollador de “The walking dead”, no es de extrañar que las productoras estén últimamente echando el ojo a la tienda de cómics de la esquina para ver si pueden sacar algo interesante. Rumores hay muchos, como ése que va y viene acerca de una nueva versión televisiva de Batman, con menos mallas de colores y mucho más oscura, heredando el ambiente de las películas de Nolan. Le pondremos una vela a Santa Rita por si acaso.
Atentamente.
Profesor Falken