Cine en serie: Algunos de los secretos del éxito de "Homeland"
Querido Teo:
Si hay una serie que haya causado más impacto en este último año que acabamos de cerrar diría que esa es "Homeland" (con permiso de “Juego de tronos”, claro). No sólo se ha llevado el Globo de Oro a mejor serie dramática, sino que también ha estado a punto de conseguir, nada más y nada menos, que los Bloggers Series de Oro (premios que se dan en mi blog personal, y que aglutinan las series favoritas de muchos de los mejores blogueros españoles del momento). A continuación voy a destacar algunos de los secretos del éxito de esta gran serie…
Mezcolanza de géneros y malabarismo en las tramas
Conseguir entrelazar de manera sutil y exquisita un drama familiar potente con una historia de espionaje a la antigua usanza, donde lo que menos importa no es “el quien” sino “el cómo”, no es tarea fácil. “Homeland” no solo lo consigue con creces, sino que supera todas nuestras expectativas al respecto, haciéndonos participes de los puntos de vista de cada uno de los personajes, jugando siempre con sus perspectivas y sus emociones, como si fueran piezas de ajedrez defectuosas pero siempre fascinantes.
Ritmo pausado pero adictivo
El juego del gato y el ratón no resulta para nada forzado fluyendo de manera natural dentro de la historia, y no al revés. Así pues, se adapta a las necesidades de la trama para no interferir en ella desvirtuándola con sus constantes juegos de artificio. Pocas series han sabido utilizar tan bien los reveladores cliffhangers de final de episodio sin caer en sus propias trampas, haciendo de éstos deliciosos trampolines que, no sólo cumplen las expectativas que esconden, sino que también catapultan la historia hacia un nivel superior donde lo imposible se vuelve siempre completamente coherente y por tanto sincero.
Los actores encajan como un guante en sus respectivos personajes
Ya sabíamos que Claire Danes era una buena actriz, pero es que aquí lo borda aportando a su personaje esa pasión y esa determinación tan característica suya, y dotándolo especialmente de ese puntito de histeria, que hace que su Carrie Mathison se mueva constantemente entre la locura y la genialidad arrastrándonos con ella a sus múltiples dudas. Por su parte, Damian Lewis aporta ese puntito de dignidad necesario para un personaje tan zarandeado por la trama, y también mostrándonos, en su justa medida, una fragilidad muy controlada que ayuda en todo momento a degustar con impaciencia qué es lo que esconde su personaje, y hasta donde será capaz de llegar. Mandy Patinkin interpreta con una serenidad y contundencia desarmante un personaje que actúa como ancla de la historia y perfecto contrapunto a los delirios de Carrie. Y hasta Morena Baccarin hace un papel muy bien medido, donde es capaz de salir tan guapa y sexy como siempre, sin que eso interfiera para nada en un personaje tan comprensivo y familiar como el que le ha tocado llevar a cabo.
¿Su punto débil?
Es cierto que el final puede frustrar porque llegado a lo que parece un camino sin retorno, da la sensación de que la esencia de la historia parecía estar ya contada por completo. Ahora bien, una vez pasado el cabreo (posiblemente justificado), y asimilado el reajuste de la trama, hay que reconocer que la manera en que está desarrollado y ejecutado el regate final, es de tanta calidad, que al final pocos peros se le pueden poner a como se cierra esta primera temporada. Es más, si se piensa con calma, y se saborean de nuevo sus últimas escenas, hasta podría asegurar que es de los finales más perturbadores que se han visto en televisión en mucho tiempo.
Esperemos que la segunda temporada tenga algo más que contarnos, y sobre todo que esté tan bien contado como lo ha hecho hasta ahora.
Watanabe