Cine en serie: 10 razones por las que hay que reengancharse a “Homeland”
Querido Teo:
Con la octava y esperada última temporada de “Homeland” ahora en emisión ha vuelto a salir a la palestra una de las preguntas que más se ha abordado en el último lustro seriéfilo. ¿Vale la pena volver a “Homeland”? La serie de Showtime (emitida en España a través de Fox) supuso toda una revolución en su estreno en 2011 siendo la serie de la que todo el mundo hablaba ante su intriga, adrenalina y la especial química que demostraron los personajes de Carrie (Claire Danes) y Brody (Damian Lewis) ganando el Emmy en 2012 y logrando ser la última que (hasta el momento) ha ganado el Globo de Oro a la mejor serie de drama de manera consecutiva en 2012 y 2013. La primera temporada fue la de la revelación y el fenómeno, la segunda la de la consolidación del mismo pero la tercera supuso caerse con todo el equipo y muchos abandonaron el barco ante un devenir de lo que la serie parecía abocada a no recuperarse. Afortunadamente no fue así, “Homeland” encontró la brújula del viraje correcto y a partir de ahí salió al mundo, se adentró en los peligros de tener al enemigo en casa y ganó músculo, pertinencia y solidez para convertirse en una serie imprescindible a la que se va a echar de menos por un buen número de razones.
La relación entre Carrie (Claire Danes) y Saul (Mandy Patinkin)
Carrie y Saul han sido la verdadera pareja de la serie construyendo una sólida relación de mentoría, complicidad y confianza que ha superado vaivenes, distancias geográficas, secuestros, infiltraciones y problemas mentales. Y es que ellos siempre se han tenido el uno al otro aunque en muchas fases no compartieran pantalla o sus intereses fueran muy diferentes. Superando en ocasiones las incongruencias de que una CIA todavía confíe en una agente con trastorno bipolar, y que se mueve por su instinto pasándose por el forro las órdenes recibidas, Carrie y Saul han formado un tándem invencible que ha sabido anteponerse a la situación de crisis política en la que han vivido continuamente.
Los cambios de escenario
Tras la tercera temporada, “Homeland” tuvo reseteo y se trasladó a Pakistán en la cuarta desde el punto de vista de la embajada usamericana en Islamabad en un entorno caldeado y en el que se va formando una rebelión militar desde dentro mientras Carrie vive traumatizada por el choque emocional vivido en la tercera y ahora convertida en madre en su eterna ambivalencia entre tener una vida tranquila (algo para lo que se ha demostrado incapaz) o vivir como una mujer de acción destinada a ser una mártir aunque ello suponga la satisfacción de contribuir de manera activa a hacer un país mejor. En la quinta temporada llegaría Berlín con una Carrie en el sector privado trabajando para un filántropo encargado de causas sociales que tienen que ver con la inmigración en unos capítulos que versaron sobre el terrorismo internacional en el seno de Europa helando la sangre que la emisión de los capítulos del climax de la temporada coincidieran con la tragedia ocurrida en la sala Bataclan de París en Noviembre de 2015.
Peter Quinn (Rupert Friend), el aliado imprevisto
Rupert Friend se incorporó en la segunda temporada de la serie como Peter Quinn, un agente especial del ala más combativa de la CIA con el fin de acabar con Brody que, a pesar de querer llevar la voz cantante, termina convirtiéndose en uno de los mayores aliados, amigos y apoyos de una Carrie siempre a punto de combustión. Un personaje que fue creciendo y que se convirtió en el tercer vértice de la serie junto a Carrie y Saul sufriendo un buen número de avatares y compartiendo con Carrie ese espíritu vocacional y sin red que también es fruto de la temeridad propia de una persona que sabe que la clave de su éxito (pero también su losa) es no arrastrar bagajes emocionales que le nublen el juicio. Un personaje que, en cierta manera, habría dado para precuela confirmando en la sexta temporada, ante algunas menciones a su pasado, todo el interés y capas que están detrás de su historia y su personalidad. Por otra parte, Friend demostró en esa temporada todo lo que había contribuido a dar dimensión a un personaje rico y atractivo que él construyó transformándose y creciendo como actor capítulo a capítulo.
El poder de la Casa Blanca y las “fake news”
Tras Pakistán y Alemania tocaba volver a casa y “Homeland” apostó por esa premisa de sus orígenes, la de que quizás, mirando tanto al exterior, se había pasado por alto de que el enemigo podría estar dentro. Es lo que ocurrió con una sexta y séptima temporada en la que las dudas y ambigüedades despertadas por la nueva presidenta de los Estados Unidos, una Elizabeth Keane que tiene como talón de Aquiles en su ánimo y aplomo la muerte de su hijo en campo de batalla, más cuando se cuestiona a través de bulos en redes el papel de éste en la guerra, se traducen en dureza y decisiones que son cuestionadas por los medios y por una CIA que teme incluso perder su poder de influencia ante los volantazos que pretende dar Keane en sus políticas. Con Carrie como consejera en la sombra, y un periodista populista y de extrema derecha cuestionando sin escrúpulos las medidas más polémicas tomadas por la presidenta, Elizabeth Marvel construye un personaje interesante, que no se casa con nadie y que era esa réplica de la mujer que no llegó a la Casa Blanca (Hillary Clinton) pero con los ademanes absolutistas, peligrosos y revanchistas del que finalmente salió triunfador (Donald Trump). Una vez más, “Homeland” fue visionaria y coincidió con el tiempo reflejando esa América perdida, desorientada e indignada.
Dar Adal (F. Murray Abraham), la clase magistral
Dar Adal es un personaje que se ha movido entre las sombras y no había mejor intérprete para darle vida que un F. Murray Abraham otorgándole ese grado sinuoso y fascinante propio de una figura con indudable poder dentro de las entretelas de la CIA y a cargo de las operaciones más ocultas y delicadas. Un viejo zorro que ha compartido muchas aventuras con el personaje de Saul en el pasado y que se mueve como pez en el agua en las tensiones de la política internacional aunque eso le suponga cruzar la línea a la caza de lo que él podría definir como “lo antiamericano”. Un personaje que, estando presente desde la segunda temporada, explotó de manera definitiva en la sexta con todo el protagonismo que merecía jugando con el espectador y sembrando sobre él la duda de no saber cuáles son sus verdaderas intenciones. Entrenador y formador de Peter Quinn en el pasado, al que reclutó cuando no era más que un crío rebelde sin referentes, colega de Saul, con más poder en la sombra que incluso los distintos directores de la CIA, y siempre con dudas sobre el papel de Carrie en su tablero, F. Murray Abraham (ganador del Oscar por “Amadeus”) es ese gato que se las sabe todas y al que el actor imprime su clase, enigma y fascinación ya que cuando Dar Adal está en la sala él se lleva toda la atención. 2 nominaciones al Emmy como actor invitado en 2015 y 2018 confirman su gran trabajo en la serie.
Los peajes del drama familiar sin necesidad de contar con la familia Brody
Es verdad que “Homeland” no es una serie que permita grandes alardes en lo referente a las relaciones familiares ya que la situación internacional reclama toda la atención. Uno de los aciertos de la cuarta temporada fue soltar el lastre de la familia Brody (Morena Baccarin pasó de ser un personaje muy interesante a caer en la nadería), especialmente en el caso de la hija mayor (Dana) de la que ya no nos acordamos (ni nos interesa) incluso teniendo en cuenta que su personaje tenía un rollete durante la segunda temporada con el mismísimo Timothée Chalamet en uno de los papeles por los que el actor de “Call me by your name” empezó a hacerse notar. Eso no ha impedido que la serie haya abordado la maltrecha relación de Saul con su mujer, ante la distancia, el peligro y la dedicación exclusiva de éste con su trabajo anteponiéndolo a todo, y sobre todo el doloroso e inevitable enfrentamiento de Carrie con su hermana Maggie por el cuidado (y custodia) de la hija de ésta, Franny, teniendo que anteponer lo que realmente es mejor para una niña de corta edad (que ya ha visto cosas que no debería para su propia estabilidad) ante los peligros de una Carrie que quiere a su hija, estar con ella y verla crecer (a pesar de esa escena en la bañera tan comentada cuando sólo era un bebé), pero que ante un trabajo que le absorbe toda su energía y capacidad lleva a otro nivel una de las mayores complicaciones de nuestro tiempo, la conciliación.
Una serie de personajes que bien merecen su propia serie
No sólo en el caso de Peter Quinn o Dar Adal sino en esos Abu Nazir o Haissam Haqqani que han sido la contrapartida frente a las acciones occidentales de la política de la CIA. La serie también ha contado con actores invitados de nivel como Tracy Letts en el papel de Andrew Lockhart, director de la CIA durante la tercera y cuarta temporada, la enigmática Astrid de Nina Hoss, el ingenuo Aayan Ibrahim de Suraj Sharma, el telepredicador Brett O'Keefe interpretado por Jake Weber, el Yevgeny Gromov de Costa Ronin, y muy especialmente la ambiciosa y sin escrúpulos Alison Carr, jefa de la Estación de Berlín, a la que dio vida una brillante Miranda Otto en la quinta temporada y que bien se hubiera merecido más de un premio por su trabajo.
Una antología (no dogmática) sobre nuestro tiempo
Los creadores de la serie partieron del drama israelí de Gideon Raff para una serie que, en cierta manera, venía a cubrir el hueco que dejaba en la parrilla la longeva “24” pero pronto dejó de ser una serie de acción al uso para hacer cuestionarnos muchas situaciones de nuestro entorno y sobre el hecho de si realmente tenemos que creer en lo que nos dicen. “Homeland” no distingue entre malos y buenos y ni mucho menos ensalza una política usamericana que deja mucho que desear en su intento de ser paladín de la paz internacional, siempre en pro de sus intereses económicos y ocultos de cara a la opinión pública. Es lo mismo que se puede decir de un Brody al que no se le puede señalar más que como una víctima fruto de quedar en tierra de nadie, un Dar Adal que quizás ve cosas que otros no son capaces de admitir aunque su praxis no sea la más ética, o una Carrie que directamente es capaz de anteponer todo (incluso su salud y la integridad de los que la rodean) con tal de seguir sus impulsos. Cada temporada ha ahondado sobre eso y no anclarse en dar vueltas a un mismo círculo (su error fue pensar que todo giraba en torno a la relación entre Carrie y Brody cuando la mecha de ésta pronto se apagó) ha sido finalmente su mayor fortaleza.
Solidez, energía y adrenalina
Han pasado muchas cosas a lo largo de tantas temporadas pero “Homeland” nunca ha perdido esa adrenalina que ha convertido cada misión en una carrera contrarreloj frente a lo que el destino tuviera preparado. Y es que las grandes misiones internacionales, por mucha tecnología que pueda aportar un dron o un gran dispositivo, dependen de las mentes pensantes que las crean, coordinan y ejecutan. “Homeland” nunca ha decepcionado en ese aspecto, sabiendo reinventarse estando muy pegada a la actualidad y logrando renovarse para ser mejor incluso cuando había tocado fondo en finales de temporada magistrales y con un ritmo de escándalo.
Los Emmy también la rescataron
No es habitual que cuando una serie sale del radar de los premios éstos vuelvan a tenerla en cuenta. Tras ganar el Emmy en 2012 por la primera temporada la serie volvió a ser candidata por la segunda en 2013, la cuarta en 2015 y la quinta en 2016, algo que demuestra que estos premios supieron ver su bache pero también volverla a tener en cuenta cuando se lo merecía. Además, Claire Danes ganó el Emmy a la mejor actriz de drama en 2012 y 2013 y Mandy Patinkin ha conseguido 4 nominaciones (2013, 2014, 2017 y 2018) en estos premios. Además 5 Globos de Oro (2 de ellos a la mejor serie de drama) reconocen el impacto de la serie.
Nacho Gonzalo