Cine en serie: “Daños y perjuicios”, el juego de los espejos imposibles
Querido Teo:
Para mi "Daños y perjuicios" es una de esas series de las que no sabes muy bien si ponerlas en un altar o tirarlas directamente a la basura como se hace con los productos de consumo rápido que no llegan a aportarte grandes cosas. Tras ver sus tres primeras y únicas temporadas hasta la fecha, la sensación que me ha quedado en el recuerdo es el de haber disfrutado de un producto de calidad, bien producido e interpretado, pero también tan premeditadamente manipulador y tendencioso que uno no sabe muy bien si ha acabado siendo un telespectador perspicaz en busca de claves y pistas para descubrir antes que nadie los misterios que se esconden en sus tramas, o el de ser un simple peón/títere en manos de unos creadores demasiado dados a utilizar trucos de magia artificiosos e imposibles. Sea cual sea el caso siempre fue un espectáculo digno de ver, aunque también tengo que aclarar que no siempre estuvo a la altura de su grandeza inicial.
Para empezar, el hecho de ser una serie de abogados sin juicios frente a un jurado, ni salas de tribunal, ni largos discursos exculpatorios, ni “¡protesto señoría!” le dio un nuevo empujón a las series de este género que la convirtió de partida en un producto de lo más atractivo e innovador. La ambigüedad moral de los personajes (made in FX), con buenos, malos, y peores, todos ellos escondiéndose de nosotros y hasta de ellos mismos, tras unos cristales que proyectaban múltiples reflejos con diferentes intensidades y distorsiones, siempre fue la esencia de la serie, y sin duda su gran apuesta de futuro al empezar. Una esencia que muchas veces estuvo demasiado escondida, zarandeada, e incluso ninguneada por sus responsables, en pos de unas tramas culebrinescas cuyo único objetivo principal (especialmente en la segunda temporada) pareció ser el de darnos gato por liebre a toda costa, sin la posibilidad de adelantarnos a la solución. Y es que jugar al escondite con una venda en los ojos no es tan divertido ni tan estimulante como pudiera parecer.
Contar con un personaje como Patty Hewes, y una brillante actriz como Glenn Close para darle vida (y vidilla) a la serie, es contar con más de medio trabajo hecho (y sentencio que bien hecho). Su extraña némesis o complemento, la muchas veces errática e indiferente Ellen Parsons, no siempre está a la altura de su otra protagonista (más bien en contadas ocasiones) pero sí se convierte en un sólido pilar desde donde construir parte de las mejores tramas de la serie. Aunque parezca mentira, sin ella la estructura argumental de “Daños y perjuicios” no creo que funcionase igual, pero también estoy seguro de que con otro personaje (u otra actriz, no lo tengo del todo claro) más contundente, quizá la serie tendría un mayor equilibrio interpretativo y narrativo que le vendría de perlas en más de una ocasión en la que suele hacer aguas. Además, contar con grandes actores de renombre (venidos a menos, eso sí) para personajes secundarios de lujo es otro de sus grandes aciertos, aunque no siempre éstos estén de suerte, ya que muchas veces se ven incapaces de seguir el ritmo la trama, perdidos entre tanto salto narrativo y giro inesperado.
En cuanto a las temporadas en sí, decir que si la primera fue un estupendo drama legal de intrigas y luchas de poder llena de crítica y mordacidad, y la segunda un mero intento de reproducir la fórmula del éxito con más o menos acierto (personalmente disfruté bastante de todos y cada uno de sus errores menos del tramposo final de temporada), la tercera se queda irremediablemente a medio camino entre sus dos antecesoras, llevándose consigo las virtudes y defectos de ambas temporadas. Tanto el interesante pero infructuoso intento de volver a traer a la historia al personaje de Arthur Frobisher (una vez más estupendo Ted Danson), como el juego de espejos con la trama financiera “Medoff” no acaban de cuajar del todo, especialmente debido a la fastidiosa insistencia por despistarnos y/o sorprendernos constantemente con sus continuos giros de guión muchas veces mal situados y entorpecedores. Y es que siempre lo he dicho (o más bien pensado): Un poco más de contención narrativa y argumental no le vendría nada mal a esta serie. A veces menos es más.
Mi percepción general de “Daños y perjuicios” es que ésta ha sido, es, y (posiblemente) será un gran puzzle lleno de grietas, fascinante por momentos, aburrido en ocasiones, y evidentemente con algunas piezas defectuosas, cuyas muchas otras aunque no acaben de encajar del todo, resultarán interesantes por sí mismas, siempre y cuando estén al servicio de los personajes y no de una trama a cuya maquinaria se le ven demasiado los engranajes. En definitiva, no desaconsejo para nada su visionado, pero ya que estamos, y a estas alturas, si quieren ver una buena de abogados pónganse con "The good wife".
Watanabe
Bastante de acuerdo con tus impresiones. La primera temporada me parece una de las más redondas que ha dado la televisión. Cogida en sí misma, me parece más brillante que cualquiera de Lost. Eso sí, luego se va despeñando...
no conozco la serie, pero nunca comprendere la obsesion de hacer series eternas que hay en españa y estadosunidos.
muchas series empiezan genial, innovadoras (2 metros bajo tierra) y por alargarlas terminan recurriendo a los topicos y situaciones que ya hemos visto cientos de veces y hacen que sean previsibles y aburridas
en japon con muchisimos menos actores a los que recurrir se hacen muchisimas mas series de 10-12 capitulos y solo las MUY buenas tienen mas de una temporada de esa forma el abanico que tiene el espectador para elegir es muchisimo mayor y da pie a series de todo tipo de generos