“Carros de fuego”, olimpismo académico y superación personal en volandas de Vangelis
Querido Teo:
Si hay una cinta que hizo por el olimpismo y cuyas imágenes asociamos a una música en concreto esa es sin duda "Carros de fuego", ganadora de 4 Oscar en 1982 entre ellos el de mejor película frente a “Rojos”, “En busca del arca perdida”, “En el estanque dorado” y “Atlantic City”. La cinta de Hugh Hudson se convirtió en uno de los fenómenos de la temporada en buena parte gracias a la música de Vangelis y a los valores que transmitía una cinta que encuadraba bien en ese cine academicista de marchamo británico y valores solidarios y colectivos que tan bien funcionaban ante el público de la época. “Carros de fuego” ha cumplido 40 años desde su estreno y nunca olvidaremos a esos hombres corriendo por la playa a cámara lenta a ritmo de sintetizador.
El principal impulsor de “Carros de fuego” fue el productor David Puttnam que se quedó fascinado con la historia de los atletas británicos Eric Liddell, corredor y pastor evangélico, y Harold Abrahams, judío que intentó superarse a sí mismo, siendo dos hombres marcados por sus creencias religiosas que participaron en los Juegos Olímpicos de París de 1924 y cuya historia bien merecía ser contada tanto en su faceta de rivales como de compañeros cuando tuvieron que representar a su país.
Puttnam venía de ser el renovador del cine del Reino Unido de finales de los 70 con películas como “Los duelistas” (1977) o “El expreso de medianoche” (1978) decidiéndose a narrar la épica de la preparación atlética más importante del mundo a través del empeño y el sacrificio de estos competidores.
El guión lo escribió Colin Welland y de la dirección se encargaría Hugh Hudson, que debutaba en el cine tras su carrera en el mundo de la publicidad. Para el reparto se reclutó a John Gielguld, Lindsay Anderson, Ian Holm y Brad Davis, además de suponer los debuts de Kenneth Branagh y Stephen Fry, pero faltaban los actores que encarnasen a los dos protagonistas, los cuales no tenían que ser muy conocidos para favorecer la empatía con el espectador.
Del casting terminaría saliendo Ian Charleson, escocés que estaba representando la obra “Piaf”, y que empezaba a adquirir cierta notoriedad por algunos de sus trabajos sobre los escenarios, también había trabajado en el cine a las órdenes de Derek Jarman en “Jubilee”. Puttnam vio que era perfecto para interpretar al misionero escocés Eric Liddell. Por otro lado el papel del británico de origen judío Harold Abrahams fue a las manos de Ben Cross, que también fue descubierto sobre los escenarios en el musical “Chicago” en donde interpretaba al abogado Billy Flynn.
“Carros de fuego” basó su éxito en recuperar el espíritu olímpico que parecía haberse perdido en las anteriores ediciones de los juegos debido a los escándalos y a la tensión política durante los 70 y 80 entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero si hay un elemento fundamental que explica todo el fenómeno que rodeó a la película fue la música del vanguardista griego Vangelis el cual fue elegido para sorpresas de muchos teniendo en cuenta que el estilo de la cinta parecía ser más propicio para un corte de composición más clásico.
La escena de los atletas en la playa es uno de los momentos más icónicos de la Historia del cine y eso se debe en su mayor parte a un tema principal que se ha convertido en emblemático para representar logros, proezas y esos momentos de épica saboreada con la ralentización de la imagen que hace más memorable lo que se narra. Sentimiento y emoción expresada como pocas veces en comunión de piano y sintetizador.
“Carros de fuego” se estrenó con éxito en Reino Unido en Abril de 1981 y posteriormente se presentó en el Festival de Cannes en donde se alzó con el premio al mejor actor de reparto para Ian Holm y el galardón del jurado ecuménico. También sería reconocida por el público del Festival de Toronto y en el mes de Septiembre se estrenó con buen funcionamiento de crítica y público en Estados Unidos, hecho que le aupó en una carrera de premios en la que comenzó ganando el Globo de Oro a la mejor película extranjera (debido a ser una producción británica) y terminó alzándose con 4 Oscar (película, guión original, música y vestuario) frente a “Rojos” de Warren Beatty que con 12 nominaciones (ganando dirección, actriz de reparto y fotografía) llegaba como la favorita de la noche.
La historia de unos jóvenes corredores con alas en sus pies que deja uno de los títulos sin los que es imposible entender un estilo cine inspirador que conecta con lo más profundo de uno y con todo lo que es capaz el hombre, no sólo superándose a sí mismo sino uniéndose en busca de un objetivo común encontrando ahí su principal fortaleza.
“Carros de fuego” se hizo con la medalla de los Oscar en su año pero, además, consiguió algo más importante, hacerse reconocible en la cultura popular y contribuyendo incluso a revitalizar una manera de encarar la vida y el deporte. El hecho de que fuera parodiada por Rowan Atkinson en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012 y que la música de Vangelis fuera el leitmotiv en la entrega de medallas sólo es la certificación del matrimonio formado en este caso por cine, música y deporte.
Nacho Gonzalo