Cannes 2019: El top 10 de lo visto en el Festival
Querido Teo:
Es posible el Festival de Cannes 2019 no pase a la Historia por su calidad pero sí que podríamos recordarlo siempre por ser el que catapultó a Almodóvar al estatus que se merece en la Historia del certamen como receptor de la Palma de Oro, situación a la que llega como favorito en todos los medios. Y es que, al contrario que otros años, no ha habido una película incontestable y rotunda lo que deja una cosecha aceptable en nivel medio pero sin fenómenos ni obras imperecederas y sí algunas decisiones cuestionables en la sección oficial como es una película rumana sobre el silbo gomero (que bien podría ser el piloto de una serie televisiva policiaca del montón) o el ejercicio voyeurista y desquiciante de Abdellatif Kechiche. A eso le sumamos la decepción de “Bacurau” (teniendo en cuenta que su director venía de “Doña Clara (Aquarius)”) y cintas a las que que (siendo dignas) la sección oficial se les ha quedado demasiado grande como es el caso de “Frankie” de Ira Sachs o “Sibyl” de Justine Triet. Todo en una edición que ha estado marcada por el cine social, las historias protagonizadas por mujeres y, también curiosamente, la presencia del estamento policial en mucha de las tramas. Este es el top 10 de lo visto en esta edición del Festival de Cannes 2019.
Menciones especiales: “Los muertos no mueren” (Sección oficial), "El traidor" (Sección oficial), “Sorry we missed you” (Sección oficial), “Los miserables” (Sección oficial), “Evge (En terre de Crimée)” (Una cierta mirada), “Nina Wu” (Una cierta mirada), “La vida invisible de Eurídice Gusmão” (Una cierta mirada).
10º “Rocketman” de Dexter Fletcher
Proyecciones especiales. Ha sido uno de los visionados más gozosos con un biopic tan modélico, convencional y efectivo que, sin poder evitar comparaciones con la ya hipercitada a la hora de hablar de este título, “Bohemian Rhapsody”, maneja mejor el “in crescendo” emocional que tenía aquella y se nos presenta a un Elton John de infancia complicada (nacido como Reginald Kenneth Dwight) que en realidad lo que muestra es que lo que más ansía y menos ha tenido desde esos años es lo que ha movido el tema de sus canciones, el amor. Y es que la cinta tiene como gran acierto en retratar toda la personalidad de un artista complejo, inseguro, excéntrico e hiperbólico que tocó fondo rompiendo relaciones con sus mejores colaboradores y siendo un adicto al alcohol, las drogas y el sexo. Una vida de excesos desde la que parte la película cuando no se nos presenta más que a un “sonado” emplumado en un traje de lentejuelas y que tiene su principal vía para su salvación en reconocer su problema y en porqué ha llegado a ese punto. Con vigorosidad, ritmo y empaque la cinta sabe que tiene su principal baza en la magia de unas canciones inmortales, emocionantes y vibrantes, sobre unas letras profundas y llenas de fuerza y, antes de que podamos ver el resurgir de Elton John hasta su estatus de leyenda viva actual con un Taron Egerton sencillamente impecable y que va para fenómeno en taquilla.
9º “Sólo nos queda bailar” de Levan Akin
Quincena de Realizadores. Una elegante y profunda película gracias al viaje emocional de su protagonista, un sorprendente, enérgico y sensible Levan Gelbakhiani que arrolla con su carisma y debate interno como un bailarín de danza ancestral en un país de plenos contrastes como Georgia y que nada frente a la represión y la tradición desmontando como es vista la masculinidad en una sociedad que propugna no salirse del paradigma. Muy acertadas las similitudes de este personaje con el Jamie Bell de “Billy Elliot” y el Timothée Chalamet de “Call me by your name” por todo lo que tuvieron de revelación, frescura y motor emocional de sus películas así como con la reciente “Tierra de Dios” a la hora de la sensibilidad en narrar la relación en un entorno hostil como representante de esa ola de cine que narra relaciones LGTB con personalidad, respeto y hondura.
8º “Érase una vez en... Hollywood” de Quentin Tarantino
Sección oficial. “Érase una vez en… Hollywood” es un retrato oligofrénico lleno de ironía y mala leche de un Los Angeles en 1969 en una industria llena de vaivenes y centrada en tipos tan peculiares como necesitados de reconocimiento. Eso es lo que inunda los 165 minutos de duración en el que el guion es el problema de la cinta con un Tarantino mas evasivo que rotundo en el que las dos primeras horas apabulla con un gran numero de referencias musicales, sociales (la guerra de Vietnam o el auge de las sectas) y culturales (los fans del eurowestern disfrutaran todos sus guiños cinéfilos así como las de la serie B) siguiendo por separado a los tres personajes perdidos en su definición en pantalla. Es ahí cuando se encalla y no termina de enganchar con largos momentos como el día a día poco atractivo del personaje de DiCaprio en el rodaje un nuevo western (echando de menos a la añorada montadora del director, Sally Menke) pero la cinta justo en ese momento se eleva cuando Tarantino pone toda la carne en el asador sacando su lado mas gamberro y desmadrado en una locura de ultimo acto con excesos, fuego y el ritmo desatado volviendo a jugar con el recurso de la desmitificación que le permite hacer su cine, sus propias historias y la interpretación que quiere darle a las mismas jugando con el recurso de la causalidad del caprichoso destino en el que un acto inocente y puntual puede alterar cualquier otro giro de la Historia como ya hizo con el cine ardiendo de “Malditos bastardos” o con la aniquilación de los blancos supremacista por los negros esclavistas en “Django desencadenado”. Una comedia negra que precisamente con ese final logra demostrar su maestría mientras que cualquier otro hubiera terminado haciendo cualquier patochada que se hubiera cargado el conjunto intentando ir de novedoso y desenfadado.
7º “Parásitos” de Bong Joon-ho
Sección oficial. La cinta de de Bong Joon-ho es sitcom familiar convertido en ingenio crítico y desbordante retratando la diferencia de clases, y el pijerío de la casta en barrios residenciales y criados, en un inteligentísimo ejercicio en el que juega con la mezcla de géneros arrojando un conjunto permeable pero que siempre cae de pie ante la solidez del armazón creado por el director y el equipo de guionistas sobre una historia que engancha al espectador por lo bien narrada que está, siendo algo novedoso y muy original, el brillante trabajo de sus actores y por el impecable dominio de la cámara del director en el que todo se mueve al son de la cadencia de la orquesta que hace sonar el realizador por muy vertiginoso que ello sea. La rebelión de los pobres que llevan a cabo un plan para introducirse distintos miembros de una familia en una casa rica como asistenta, profesor particular y chófer de la familia conformando un sainete tétrico y claustrofóbico ante la polarización de ambos bandos entre el desprecio, el recelo y el desdén. Visualmente redonda, y con ciertos desbarres que se perdonan, estamos ante una de las cintas más estimulantes y fascinantes de la temporada, inclasificable y con tantas películas en una como las muñecas rusas, y que manejan muy bien el equilibrio entre el cine de autor más puro y elevado con el entretenimiento evasivo para el público.
6º “Dolor y gloria” de Pedro Almodóvar
Sección oficial. “Dolor y gloria” es el viaje introspectivo por las inseguridades, miedos y reflexiones de un artista en el momento cúspide de su carrera, el de un director de cine en su ocaso aquejado de problemas físicos, recuerdos del pasado y deseos truncados. Mucho tiene que ver esta cinta no sólo con la vida del propio Almodóvar sino en la mirada al espejo de las filias, fobias, pasiones, características y grandes momentos que ha dejado su cine. Un universo femenino siempre rico, aquí representando en la figura eterna de la madre, tan volcánica y sacrificada como fundamental, esas vecinas que definen ese eterno, los altibajos de la fama, los desenfrenos de otra época, la evaporación de amores como vagos recuerdos y, sobre todo, la soledad, la culpa y el paso del tiempo que fundamenta un Almodóvar maduro, sincero, sobrio, complejo emocionalmente y más consciente de que, en un determinado momento, uno es sabedor de que tiene más pasado que futuro. El director lleva a cabo su particular “8 y ½” representando en un personaje como Salvador Mallo, un alter-ego tanto física como espiritualmente que escapa de la imitación como creador en crisis pero que sí que recoge su esencia y tormentos para construir al personaje tanto a la hora de mostrar la inseguridad del artista, la necesidad de reconocimiento de los demás, la turbulenta relación con sus actores, o sentimientos como el primer amor, el deseo y la dependencia hacia otra persona, en el contexto del Madrid de los 80 marcado por la heroína que truncó el porvenir de tantos jóvenes de la época. Todo el mérito es del guión y de un Antonio Banderas que en ningún momento cae en la sobreactuación sino que, fruto de tantos años trabajando con Almodóvar con sus momentos tanto de dolor como de gloria, sabe reflejar su alma sin necesidad de aspavientos ni efectismos, sino aprovechándose de detalles casi inconscientes fruto de la confianza labrada y vivida durante ese tiempo, en uno de los trabajos más sólidos de la carrera del actor. Y es que, al contrario de lo que sufre un director que piensa que su época ya ha pasado y que como una reliquia de otro tiempo asiste con estupor a la restauración de una de sus obras, Almodóvar ya no es el febril director de los 80, desbordante y vistoso, sino que ha ganado en poso y en temas propios de Hitchcock, Bergman o Fellini, no perdiendo su genialidad y, más si cabe, con una expectación cada vez más grande siempre que estrena como gran acontecimiento para la industria española.
5º “Cima a la amistad” de Michael Angelo Covino
Una cierta mirada. Una ópera prima dirigida, escrita y protagonizada por el propio Covino en la que en forma de episodios propios de la sitcom clásica, sucesivos e interconectados, pero también siendo transgresora y con aire de documental voyeurista en su puesta en escena, se presenta como heredera del humor inteligente y canalla de tandems como The Monthy Python, Hugh Laurie y Rowan Atkinson o Ricky Gervais y Stephen Merchant. Una comedia que parte de la tontuna de buddy movie, con las escaladas del deporte de la bicicleta de la que son fans ambos protagonistas, para ser una delirante y acertada mirada a la amistad masculina del siglo XXI en la que, por lo caustico y delirante en su humor físico que sean algunas de sus situaciones, es una muy meritoria ópera prima no sólo por las decisiones formales en su fotografía, elipsis entre capítulos y recursos musicales sino por lo bien escrita, dialogada e interpretada que está. Mordaz, brillante y muy directa en el poso que quiere dejar a pesar de su aparente ligereza, como es el de las relaciones humanas que se van creando con el paso del tiempo entre rencillas, obligaciones, discusiones, parejas, separaciones o hijos en común. Un retrato de nuestro tiempo en el que la complicidad y la afinidad va más allá de cualquier lazo de sangre que pueda marcar la familia. Y es que quien tiene un amigo, por imperfecto y patoso que sea, tiene un tesoro. Todo un disfrute.
4º “Matthias & Maxime” de Xavier Dolan
Sección oficial. una historia de amistad y amores confusos nada excesiva en el que el característico estilo de Dolan vuelve a brillar de una manera más sutil que en otros trabajos sin necesidad de grandilocuencias y efectismos. Una sensible y tierna cinta que sigue demostrando el talento y sello del director a todos los niveles. El universo de las madres, los recursos musicales y un grupo de amigos vertebran la típica historia de desorientación treintañera pero de una manera muy efectiva, tierna y con puntos muy emotivos que parte de dos amigos que, a raíz de la grabación de una película casera para un trabajo universitario de la hermana de uno de ellos en el que tienen que darse un beso, desencadena entre ellos el caldo de cultivo de la verdadera naturaleza de su relación, de sus sentimientos y del deseo que marca su verdadera condición. En realidad eso es lo de menos ya que lo que la cinta vertebra de manera notable es ese sentimiento de confusión generacional universal que lleva a un grupo de amigos a saber que tiene que haber un momento más pronto que tarde en el que sienten la cabeza y, más allá de la evasión de su camaradería y las borracheras, ver que hacen con sus trabajos, sus vidas personales y sus aspiraciones de futuro implicando echar raíces en el lugar que te vio nacer o tener que coger la mochila en busca de nuevos retos e historias con una Canadá muy lejos de lo turístico marcada por la diferencia de clases, la ausencia de figuras paternas y choque generacional. Una cinta impregnada de tristeza sobre el derecho a equivocarse, a intentarlo y amar como se siente frente a las coartaciones de una vida aceptada desde la perspectiva de los demás o, simplemente, cómoda que mina nuestra capacidad y (en ocasiones necesidad) de explorar lo que hay ahí fuera.
3º “Retrato de una mujer en llamas” de Céline Sciamma
Sección oficial. La directora que sorprendió en 2011 con “Tomboy”, haciendo de la liberación sexual y femenina uno de los emblemas de su cine, explora de nuevo estos temas en un trabajo de época en el que en la Francia de 1770 una pintora recibe el encargo de hacer el retrato de boda de la hija de una noble de origen italiano y que viene de estar un tiempo en el convento para solventar una serie de dudas que siguen sobrevolando en su personalidad y en su modo de encarar su vida. De una manera que juega con los espacios cerrados del palacio ambas mujeres van acercando posiciones entre artista y retratada, generando una complicidad física avivada por el entorno asfixiante e hipócrita en el que conviven entre castas y apariencias con un deseo soterrado entre represión social, el mito de Eurídice y la importancia que juega en la cinta todo lo relacionado con los retratos casi como un modo de comunicación entre ambas mujeres. Una cinta sensual y arriesgada en forma y fondo, perfectamente rodada, con una secuencia como la del aborto abordada don tremenda personalidad, y que va de menos a más cociéndose a fuego lento hacia un potente climax que deriva en un primer plano de la protagonista encarnada por Adèle Haenel en el palco de la ópera que es carne de todo premio.
2º “Jeanne (Joan of Arc)” de Bruno Dumont
Sección oficial. Bruno Dumont es un nombre peculiar dentro del cine europeo combinando una manera muy personal de ver la Historia así como de tratar con cierta sátira temas sociales o incluso crímenes con una pátina de desinhibido humor negro. Tras competir en tres ocasiones por la Palma de Oro (“La humanidad” en 1999, “Flandres” en 2006 y “La alta sociedad” en 2016) ha presentado la continuación de “Jeannette, la infancia de Juana de Arco” (2017) que adoptaba un tono de comedia musical campestre a la hora de retratar las visiones de esta niña convertida más adelante en mito de la cultura francesa. Impecable, enciclopédica e intensa en su extenso verbo siendo un retrato de burocracia de las leyes de los hombres hechas por los que creen tener su razón universal sobre Dios y el mundo que les rodea. Un dardo lleno de ironía como tributo al personaje (que vuelve a encarnar una Lise Leplat Prudhomme que nunca pierde el tono) en una cinta que funciona con una gran sátira que espeluzna más que desbarra y en el que las deliberaciones en la iglesia tanto dialécticas como musicales elevan una cinta en la que Dumont encuentra y amplía a su parroquia conectando con la esencia del personaje lo que ha provocado más de una lagrima por parte de la prensa francesa que tiene en Dumont uno de sus directores emblemáticos a pesar de que todavía no haya llegado a jugar en las ligas grandes tras ganar ya 2 Gran Premio del Jurado en este mismo certamen.
1º “Vida oculta” de Terrence Malick
Sección oficial. “Vida oculta” tiene todo el cine del director en su película más rotunda, emocionante e impecable en fotografía, música y acabado formal. Para quedarse embelesado con una obra que es el mejor legado de Malick en su conexión permanente entre el cine y la divinidad, aquí centrándose en un objetor de conciencia, campesino padre de familia, que lleva a cabo su particular “via crucis” por no servir a la patria mientras los suyos, especialmente su mujer a cargo de las tres niñas pequeñas del matrimonio, tiene que sacar la granja y las tierras hacia adelante con la única ayuda de su fortaleza y la rabia de los que le privan de que su marido pueda estar con ella y sus hijas sólo por su valentía y sus ideales. Un contraste entre el viaje a los infiernos de unos y otros, tanto burocráticos por un lado como físicos y emocionales por otro, así como las contradicciones que emergen y sin ninguna posición de querer sentar doctrina o meter el dedo en el ojo del lagrimal, mientras un régimen cruel y deshumanizado es capaz de condenar y abandonar a su suerte incluso a los suyos, sólo por no seguir el demencial plan invasor y político del nazismo. ¿Se puede palpar el miedo, la miseria y la dignidad en tiempos tan nefastos como los de la II Guerra Mundial? Esta cinta demuestra que sí calando en los huesos con oficio, a fuego lento y sin aspavientos con una economía narrativa y de gestos encomiable para todo el poso que hay debajo de la superficie. Una película inabarcable, bellísima y monumental digna de estudio como ejemplo de que incluso el propio cine puede trascender y alcanzar una dimensión mayor con genios como Terrence Malick permitiéndose tratar temas tan complejos como el de la resistencia y la fe en tiempos de crisis, auges de radicalismos y deriva de los organismos políticos y religiosos rindiendo culto a esos héroes desconocidos ejemplos ante las incertidumbres del futuro y sin las loas que en su pasado merecieron.
Predicción Palmarés Cannes 2019
Palma de Oro a la mejor película: “Los miserables" de Ladj Ly
Gran Premio del Jurado: “Parásitos” de Bong Joon-ho
Premio del Jurado: "It must be heaven" de Elia Suleiman
Director: Marco Bellocchio (El traidor)
Actor: Antonio Banderas (Dolor y gloria)
Actriz: Adèle Haenel y Noémie Merlant (Retrato de una mujer en llamas)
Guión: Quentin Tarantino (Érase una vez en... Hollywood)
Nacho Gonzalo