Cannes 2018: La patología asesina según Lars Von Trier y Vincent Lindon lidera reivindicación laboral
Querido Teo:
El Festival va poco a poco hacia su coda final aunque todavía quedan tres jornadas en competición antes de que el sábado se conozca el palmares. La 8ª jornada ha estado marcada por un Lars Von Trier que ha recibido en cierta manera el perdón del Festival de Cannes tras ser declarado “persona non grata” con sus declaraciones de 2011 en el que llevaba a cabo una defensa bastante desafortunada de Hitler como persona. Aun así, y aunque “La casa de Jack” ha sido una de las películas mas esperadas y con gala de película potente, la cinta se ha proyectado fuera de concurso para evitar que el director danés montara el numero. Además, la jornada ha tenido la proyección de “Han Solo: Una historia de Star Wars” como uno de los eventos estrella de esta edición y la participación de otras dos películas en la sección Una cierta mirada.
"La casa de Jack” no escatima en ser explícita y tener escenas sádicas pero más que explayarse en eso supone el descenso a los infiernos de una mente perturbada y asocial tirando incluso de filosofía y pensamiento de Dante o Goethe en 5 capítulos (o "incidentes") y un epilogo. Y es que incluso en el pase de gala de la noche anterior se hablo de que 100 personas abandonaron la sala indignadas por la vena macabra de la propuesta que no escatima en sangre, vísceras y ensañamiento a la hora de retratar esos crímenes que, por otro lado, no distan de las referencias al asesino de Jack el Destripador del que el personaje al que encarna Matt Dillon toma su nombre. El crimen presentado como perfeccionamiento del arte a través de un personaje narcisista y orgulloso de sus particulares obras; dirigiéndose en busca de la perfección y de su obra maestra criminal a pesar de que la policía le siga los pasos ante la alarma social que despierta. El asesino termina siendo un extremo alter-ego enfermizo, obsesivo y macabro del director en permanente conversación con un Verge al que dota de voz y presencia Bruno Ganz, una figura enigmática y filosófica que potencia la dualidad moral y artística del protagonista de la cinta llevándole incluso al mismísimo infierno. En cada capítulo de "La casa de Jack" se explaya en uno de los 60 crímenes de este sujeto casi como una sinfonía de una mente retorcida en forma de relatos cortos ambientándose en la década de los 60 y 70 y pasando por una autoestopista pudiente, una viuda de guerra, una madre y su hijo pequeño, una prostituta y una serie de ejecutivos en una ejecución masiva. El miedo, el riesgo y el exceso de confianza de cada una de sus víctimas se dan la mano en cada pieza con un Matt Dillon entregado con fiereza como un asesino en serie a lo Ted Bundy, con referencias musicales y estilísticas a genios de la música como David Bowie y Bob Dylan, respaldado por la labor entre terapéutica y mefistofélica de Bruno Ganz e intervenciones de actores como una Uma Thurman que mas diva que nunca eleva el primer capitulo de la historia como perfecta carta de presentación de lo que vamos a ver en una fotografía opresiva y perturbadora que nos recluye casi en la mente de un ser desatado en su perturbación en una huida hacia adelante con el ego por bandera, el TOC como resorte mental y el asesinato ensañador como arte dinamitando la moral del espectador. Los títulos de crédito del final no son más que la última risotada de un Von Trier que incluso se permite colar una escena de su propia "Melancolía" como plasmación de arte puro junto a otros simbolismos culturales. Al final ha habido más ovación que deserciones en una nueva genialidad del autor definitivo sobre las perversiones de la mente humana que, aunque ha sido acusado de hacer un ejercicio mas preocupado de crear polémica que de añadirle fondo, deja las señas de un autor imprescindible en permanente salto sin red hacia el averno como el propio viaje de su protagonista en el inolvidable epílogo de esta cinta con nada ocultas referencias a la pictórica "El purgatorio" de Delacroix en un ejercicio tan subyugante como vomitivo.
La competición ha seguido con “En guerra” de Stephané Brizé que busca repetir la jugada de hace tres anos con “La ley del mercado”, ganando el premio para su actor Vincent Lindon. Precisamente el actor de rostro impenetrable y rabia animal es lo principal a destacar de una cinta que cuenta como la fábrica de Perrin, con 1.100 empleados, conocida en la industria automovilística y afiliada al grupo alemán Schäfer, firmó un acuerdo para que sus trabajadores aceptaran un recorte salarial, con el fin de salvar a la compañía y prometiendo a cambio proteger sus puestos de trabajo durante al menos cinco años. En la actualidad, la compañía ha tomado la decisión de cerrar. Los trabajadores, liderados por Eric Laurent, se niegan a aceptarlo e intentan recuperar su trabajo. Y es que la cinta parece estar hecha (algo que nos parecería demasiado aunque no haya un gran numero de interpretaciones masculinas con posibilidades este año) para darle otro premio de interpretación a Lindon, verborreico y visceral como lider sindical en una cinta sobre la indignación obrera y la hipocresia empresarial con peligroso mensaje final que no compramos por mucha reivindicación que sea necesaria, defendiendo el ataque incluso violento a los empresarios por un lado (aplaudido en la sala de cine) y, por otro, el mensaje de erigirse uno como mártir, convirtiendo la causa en obsesion y en único aliciente de vida, para que un conflicto de este tipo deje las hostilidades a un lado para encontrar vías definitivas de solución.
Muy aplaudido para el sector mas sesudo y oriental la apuesta de Bi Gan en la sección Una cierta mirada, “Largo viaje hacia la noche”. En ella se adentra en una trama casi detectivesca cuando Luo Hongwu regresa a Kaili, su ciudad natal, después de haber escapado hace muchos años. Busca a la mujer que ama y que nunca logró borrar de su mente. Aunque la cinta exija un gran esfuerzo de paciencia para el espectador medio se ha reconocido su plasmación visual, con referencias a Wong Kar Wai y Andrei Tarkovski, sobre todo un magistral plano secuencia de 50 minutos.
Tambien en esta sección la mucho mas convencional pero muy efectiva “Euforia”, nuevo trabajo detrás de la cámara de Valeria Golino para el que ha contado con Riccardo Scamarcio y Valerio Mastandrea que supone el reencuentro de dos hermanos casi cuarentones por la enfermedad de uno de ellos con los contrastes y bagajes que presenta cada uno. Uno extrovertido y triunfador en su vida profesional, el otro cariacontecido y mas sobrio, pero ambos con necesidad de afecto tras haber quedado baqueteados por la vida en un momento en el que pueden reflexionar sobre ello ante la sombra de la enfermedad que hace que la realidad de que su vida sea una cuenta atrás cobre de verdad protagonismo. Resultona y muy agradable de ver entrando de lleno en ese cine italiano fresco y autentico que habla de sentimientos sin tapujos y con ese carácter mediterraneo que permite que éstos invadan a los personajes. A destacar el trabajo de Scamarcio, que sostiene la película como el hermano que se echa a su familia a las espaldas en este trance, y la breve interpretación de una siempre deslumbrante Jasmine Trinca que el ano pasado se llevo el premio interpretativo en la sección Una cierta mirada por “Fortunata”.
Nacho Gonzalo