Cannes 2017: La sensibilidad de Naomi Kawase, Laurent Cantet y la rebeldía de la palabra y complejo de Peter Pan
Querido Teo:
Sí, hemos pecado. Una película de la sección oficial se nos ha escapado de las manos por voluntad propia ante la apretada agenda de cintas que se agolpan en Cannes. “Rodin” de Jacques Doillon es una cinta sobre la figura del conocido escultor francés y su relación tanto con Camille Claudel como con otras mujeres en un torbellino de arte y pasión. Las críticas no nos han ayudado a recuperarla calificándola de lo más trasnochado y plomizo de este festival a pesar de contar con la garantía de un actor como Vincent Lindon. Sí que podemos hablar de “Radiance” de Naomi Kawase y de dos estimables películas en Una cierta mirada como son “Bienvenida a Montparnasse” y “El taller de escritura” dentro de la cuota francesa de este año.
Naomi Kawase ha emocionado con su sensibilidad y buen hacer en “Radiance”, cinta en la que se aleja de ese cine contemplativo, naturista y demasiado tedioso con el que llegó a su punto más álgido en “Aguas tranquilas” por la que compitió en 2014 a la Palma de Oro volviendo al año siguiente al certamen con “Una pastelería en Tokio”, una de sus películas más celebradas y que pudo verse en Una cierta mirada. En su nuevo trabajo explora más ese lirismo narrativo que sensitivo en la historia de amor de un fotógrafo con índice alto de ceguera y una joven algo perdida. Una película metafórica y sensible que sólo sufre quedarse en un envoltorio demasiado preciosista y bienintencionado explotando todas las armas lacrimógenas de un romance que tampoco es que sea algo especialmente llamativo en su plasmación en pantalla. Más lucidora que sustanciosa, aun así Kawase parece haber encontrado el tono en su filmografía para que no renunciar a su estilo no vaya reñido con poder llegar a un mayor espectro de público que se emocione con sus historias aunque al final llegue más a través de su forma que por su fondo. Con un nombre cada vez más asentado en el panorama festivalero, siendo su quinto intento por la Palma de Oro, no nos tendría que extrañar que la película fuera reconocida por el Jurado en alguna categoría importante.
Precisamente si fueron Kawase o Kore-eda los que dieron lustre el año pasado a la sección Una cierta mirada, este año son dos directores europeos consagrados como Sergio Castellitto y Laurent Cantet los que han asomado por esta sección. Una manera de engrandecer el segundo bloque de películas de Cannes en orden de importancia pero también de relegar cintas que por nivel y nombre bien merecerían haber competido a concurso y más en una edición en la que había que echar el resto como la que nos ocupa. Si “Fortunata” ya nos dio muy buena impresión, no ha sido menos para “El taller de escritura” de Cantet en la que vuelve a explorar el universo educativo como en “La clase” (una de las ganadoras de la Palma de Oro más rotundas de lo que llevamos de siglo) con un taller de escritura creativa en el que una profesora y unos alumnos se dan cita en un verano de debates, reflexiones y pasión por el valor de las palabras. La cinta se sostiene en la interpretación de una Marina Foïs que busca estimular permanentemente a sus alumnos y el cómo tiene que lidiar con la rebeldía de uno de ellos aunque precisamente eso, en ocasiones, lleve a la película a terrenos oscuros cobrando especial importancia la rémora psicológica de una sociedad francesa marcada por los últimos atentados terroristas así como el incesante crecimiento de fanatismos y extremismos políticos y religiosos en los que, al final, la violencia se presenta como el principal problema de la palabra y la argumentación.
Simpática aunque más caótica es “Bienvenida a Montparnasse” de Léonor Serraille en la que una joven treintañera busca su oportunidad en un París incesante de vida y estímulos al que vuelve tras un tiempo de ausencia. Una de esas películas que indaga en el permanente completo de Peter Pan de los treintañeros de hoy en día al estilo “Girls” o “Mientras seamos jóvenes” pasando por el matiz alocado de la Happy que interpretaba Sally Hawkins en la película de Mike Leigh. A pesar de tener algunas escenas muy divertidas e ingeniosas, explotadas por la energía de la actriz Laetitia Dosch, también explora temáticas más dramáticas que la alejan de ese “crowd pleaser” de manual que aspira a ser en algún momento. Toda una sorpresa por su tono y lo a gusto que se ve.
Y atención a la reunión de estrellas que ha juntado Cannes para celebrar con esta foto su 70º aniversario...
Nacho Gonzalo