Cannes 2017: El final no tan feliz de Michael Haneke, Noah Baumbach y John Cameron Mitchell dan en el clavo y la fortaleza de "Fortunata"
Querido Teo:
Mucha expectación por ver lo nuevo de Michael Haneke cinco años después de “Amor” y pudiendo suponer su tercera Palma de Oro consecutiva. Finalmente, "Happy end" ha quedado muy por debajo de lo esperado en una jornada que, en cambio, sí que ha dado buenos titulares a Noah Baumbach y a John Cameron Mitchell así como a la cinta italiana “Fortunata” que hemos podido ver en Una cierta mirada.
“Happy end” nació después de que Michael Haneke ganara el Oscar con “Amor”, consiguiendo incluso una nominación al Oscar como mejor director, y que él mismo intentara quitarse algo de trascendencia tras las impactantes “La cinta blanca” y “Amor”, sendas Palmas de Oro, barajándose un proyecto sobre el movimiento del “flash mob”. Finalmente el tema por el que se decantó fue la radiografía de una familia burguesa que, en teoría, se veía afectado por un episodio relacionado con los refugiados. Quizás fue una buena premisa para vendérsela a Cannes, más allá del nombre del director austriaco que permitió que fuera la única película de la que se dio por hecho que iba a entrar a competición este año, pero el resultado es muy intrascendente con unos personajes hechos a cuatro trazos y con tendencias que van desde la insatisfacción general, el hedonismo y la falta de sacrificio, la incapacidad de tener una relación de pareja duradera y sana, los instintos suicidas o una juventud marcada por el alcohol, y en la que el tema de los refugiados no ocupa en la cinta ni un 1% del metraje desarrollándose en un Calais en el que la familia protagonista tiene una empresa. La cinta, eso sí, se ve con interés por la continua expectativa de lo que puede terminar explotando pero ello finalmente no se produce siendo lo mejor las escenas protagonizadas entre Jean-Louis Trintignant (que en un momento determinado nos hace replantearnos debido a una una anécdota que cuenta si en realidad estamos ante una secuela de “Amor”) y su nieta desembocando en un final “made in Haneke” con mirada heladora a la cámara (de nuevo) incluida. En todo caso, Haneke pincha en esta ocasión (todo el mundo tiene derecho a ello) y le queda un conjunto afeado en el que hay intenciones pero que son ideas deslavazadas sobre la clásica familia burguesa desconectada e infeliz que tantas veces ha diseccionado la cinematografía europea. Ni siquiera Isabelle Huppert puede hacer mucho con un personaje que hace con el piloto automático. Las ínfulas de tercera Palma de Oro se quedan más que alejadas.
Netflix ha vuelto a inaugurar la jornada y, al igual que “Okja”, ha salido convenciendo y con aplausos logrando la plataforma (más allá de toda polémica) presentar dos películas muy diferentes y saliendo airosa. Si en la primera se adentraba en el cine más comercial y de espectáculo, con sus referencias de aventura ochentera y toque emotivo, ahora toca la comedia “indie” tan explotada en las dos últimas décadas. Aun así, siempre se agradecen películas frescas, ingeniosas y bien contadas aunque se muevan en esos cánones; que es lo que ocurre con “The Meyerowitz stories” en la que Noah Baumbach se acerca más que nunca al universo de Wes Anderson (por cómo juega con una familia, sus interacciones y excentricidades con personajes tan tiernos como patéticos) y con la que prosigue con el buen tino que lleva su carrera últimamente con “Frances Ha”, “Mientras seamos jóvenes” y “Mistress America”. Una película honesta y accesible pero también una de sus propuestas más maduras y redondas apoyándose en un guión que cuenta la premisa del reencuentro familiar para celebrar el homenaje a la obra artística del patriarca y, sobre todo, en un reparto magnífico y bien conjuntado en el que sobresale entre todos ellos un sorprendente Adam Sandler que llena de patetismo y encanto su personaje acompañado de Ben Stiller, Dustin Hoffman, Emma Thompson, Elizabeth Marvel y jugosos cameos. Ovación para una película que lo ha hecho pasar muy bien en un visionado muy disfrutable, algo que como antídoto a la sesudez de Cannes siempre se agradece.
“How to talk to girls at parties” de John Cameron Mitchell se presenta fuera de concurso pero eso no ha impedido para que su pase estuviera hasta la bandera ante lo nuevo de este inclasificable realizador. Con guión de Neil Gaiman, el autor de “Los mundos de Coraline”, se presenta una cinta en la que tres adolescentes viven una aventura que va desde el cine indie de autodescubrimiento romántico y nostálgico como “Super 8” o “Yo, él y Raquel”, hasta cintas como “Eyes Wide Shut” o “Sing street” en homenaje al culto a la música punk de los 80 en el Reino Unido. Una bizarrada muy disfrutable y que va para clásico de culto ante su ritmo envidiable, frescura y humor en esta lucha de facciones de una especie de secta que vive compartimentada en el mismo edificio. Una disección de una época que, tirando de psicodelia, LSD y directamente ensoñación alucinógena, en ningún momento descarrila y llega a grandes momentos con unos actores en estado de gracia entre los que destacan los jóvenes Alex Sharp y Elle Fanning (posiblemente su mejor trabajo con una interpretación cuando tiene que cantar punk memorable) y una pletórica Nicole Kidman desmadrada con un look que recuerda al David Bowie de “Dentro del laberinto”. Toda una sorpresa ante el circo (en el sentido más negativo del término) que podría haber sido.
Una cierta mirada sigue descubriendo películas que se merecen un recorrido y no caer olvidadas por no estar en la sección oficial. Es el caso de “Fortunata”, lo nuevo de Sergio Castellitto que al igual que Marco Bellocchio el año pasado no ha podido representar a su país en la sección a concurso por segunda edición consecutiva. En esta ocasión se centra en la odisea de una madre coraje y su hija hacia la libertad de ser ellas mismas; siendo la Fortunata del título esa madre peluquera (algo choni pero también echada hacia adelante) que busca su autodeterminación lastrada por un matrimonio fallido, una hija pequeña que cada vez se hace más preguntas y una madre con Alzheimer. Una serie de canciones populares en momentos claves, el bagaje emocional que arrastra por la relación de personajes que crea y el trabajo de la actriz Jasmine Trinca (“La habitación del hijo”, “La mejor juventud”, “El caimán”, “Miel”) la convierten en un título a reivindicar.
Nacho Gonzalo