Cannes 2016: Jim Jarmusch sobresale con un relato de pareja cotidiano, Marion Cotillard intensa al extremo y familia israelí
Querido Teo:
En la quinta jornada del Festival de Cannes hemos llevado a cabo una máxima que es pan de cada día a la hora de cuadrar los horarios de las proyecciones. ¿Tenemos claro que "The nice guys" de Russell Crowe y Ryan Gosling llegará a España en breve? Suficiente para sacrificarla a favor de alguna otra cinta que puede tener su distribución más difícil. No obstante, la película de Shane Black (que ha aportado el tono de jocosidad y testosterona de buddy movie destacando el ritmo de la historia y la química de Ryan Gosling y Russell Crowe) era una proyección especial fuera de concurso mandando más las dos películas a competición de la jornada (“Mal de pierres” de Nicole Garcia y “Paterson” de Jim Jarmusch) más una sorpresa con la que nos hemos encontrado en Una cierta mirada (“Beyond the mountains and hills”).
“Paterson” es el nuevo trabajo de Jim Jarmusch que ha llegado a Cannes presentando una película accesible y que se ha colocado rápidamente como una de las favoritas del certamen. Es la séptima participación a concurso del director pero hasta ahora sólo ostenta el Gran Premio del Jurado en 2005 con “Flores rotas”. Ahora podría tener posibilidades por la cinta de un autobusero que comparte nombre con el título de la película y también con la localidad de Nueva Jersey en la que reside. Adam Driver es un gran acierto de casting para un conductor con alma de poeta en esta exaltación de la cotidianidad y la rutina a través de una pareja sin dependencia tecnológica a la que vemos desarrollar su semana en su casa residencial acompañados por su perro Marvin mientras él desempaña su trabajo de la mejor manera, pasea al perro, se sincera en su bar de referencia y escribe poemas en sus ramalazos de creatividad, mientras que ella tiene el punto creativo que le lleva a fascinarse por el blanco y negro tanto en películas, las paredes de la casa o las cupcakes que prepara para un evento. Una exaltación de la inquietud artística en pareja, en la parte de él una más íntima y reflexiva, en la de ella más vistosa y buscando la aprobación. Una cinta con muy buenos mimbres, recursos cómicos frescos y efectivos, pero que lamentablemente se repiten demasiado construyendo una madeja lánguida y de sumisión en la relación de pareja (con comportamientos más de matrimonio que lleva casado media vida que de una unión joven con ganas de comerse el mundo). Es su cinta más austera, accesible, íntima y sincera y en el que plasma más su estilo y sus temas recurrentes sobre la condición humana. Un pequeño microcosmos que convierte a la cinta en un “happy place” con una pareja entrañable que transmite amor devoto y ternura entre ellos, secundarios con pequeñas subtramas e inquietudes personales que catalizan en el personaje de Paterson, un perro que actúa con tics casi humanos y casi como un hijo de la pareja y, sobre todo, esa sensación de pequeño lugar en el que la pasión poética de algunos de sus personajes puede llevar a construir un mundo mejor marcado por el respeto y la consideración, a pesar de que sea la rutina (para algunos “bendita” y para otros “frustrante”) la que puede amenazar el futuro de todos ellos. Desde luego encontrarnos a personajes gemelos de manera recurrente y la aparición de una niña y de un japonés con inquietudes poéticas en sus conversaciones con Driver (así como el apoyo constante de su mujer) reencuentran al protagonista con su verdadero talento aunque él parece resignado y convencido en seguir su vida, la que le ha tocado vivir, más que el coger la rienda de su talento que le llevaría a pelear por mayores cotas pero también le arrojaría a una imprevisibilidad que se erige como mal menor que no quiere asumir. Un elogio al héroe cotidiano que más que conformarse con ello acepta encontrar la felicidad en las pequeñas cosas más allá que en los cantos de sirena del talento innato pero que sigue siendo para él considerado como un bien más preciado como catalizador individual que como filón a explotar por la sociedad.
“Mal de pierres” es la presencia ya habitual de Marion Cotillard en la sección oficial del certamen, máxima que se cumple desde 2011 pero que todavía no le ha reportado premio a la actriz francesa más internacional pero también la que despierta más tirria entre sus compatriotas por su aura de intensa y poco natural. En el nuevo trabajo de Nicole Garcia es la protagonista de un drama romántico de época en el que da vida a Gabrielle, una mujer traumatizada por el hecho de no poder tener niños que vive un triángulo entre la pasión y la locura con su paciente marido y en cierta manera impuesto (Álex Brendemühl) y un apuesto teniente del que queda fascinada (Louis Garrel) cuando es recluida en un balneario para tratarse una enfermedad renal en lo que es una adaptación del texto de Milena Agus con truco incluido y que si bien sorprende hace que todas las motivaciones de esta mujer no logren transmitir nada al espectador en una cinta con aire rancio y caduco que Cotillard no logra levantar, con una interpretación perezosa y lánguida, siendo su segundo chasco interpretativo en Cannes tras su floja Lady Macbeth de la película de Justin Kurzel presentada el año pasado. Una “Madame Bovary” de marca blanca.
En Una cierta mirada la sorpresa de “Beyond the mountains and hills” que bien podría llevarse premio en el palmarés. Una cinta de Eran Kolirin, director de “La banda nos visita”, que ha dedicado la proyección de la cinta a la recientemente desaparecida Ronit Elkabetz, protagonista de aquella. El director israelí sorprende con un drama con algún punto de comedia en el que capitaliza a partir de una familia israelí las disfuncionalidades de la sociedad en las que ellos viven. Y es que el regreso a la vida civil del padre de familia, tras 27 años en el ejército, brinda al protagonista una nueva realidad difícil de asumir tanto para él como para su familia ya que es cuando se da cuenta de la necesaria atención que no ha dedicado a todos ellos lo que ha provocado que se introduzcan en terrenos pantanosos fruto de la desintegración familiar. Y es que la cinta logra representar en ellos los problemas del estado israelí como la amenaza terrorista así como problemas más cotidianos como romances fuera del matrimonio ante la crisis de la mediana edad o los turbulentos años de la adolescencia. Una familia como la de cualquiera, que no se merece la etiqueta de “desestructurada”, sino de fruto de la sociedad que les ha tocado vivir y de cierta tendencia al egocentrismo que involuntariamente nos hacen mirar a los problemas de cada uno y no de los que nos rodean. Una cinta que corre el peligro en desbarrar (parece que no les pueda pasar más cosas en un momento dado a los miembros de la familia) pero que se equilibra, aunque deje algunos frentes abiertos, dejando una buena sensación entre el drama ante el punto conciliador de los personajes, un destacado inicio que parte del homenaje que recibe el padre ante su “retiro” y un final en clave de liberación musical que también es la imagen viva del apoyo siempre constante y desinteresado de la familia. Sólo se le puede achacar que deje algunos cabos sueltos y que, en cambio, sea demasiado explicativo en aspectos que era más atractivo dejar abiertos como es el caso de un personaje sobre el que recae la duda de si es un activo terrorista.
Nacho Gonzalo