Cannes 2016: El compromiso de boquilla de Sean Penn y la tensión y debate de un siempre efectivo Asghar Farhadi
Querido Teo:
Cannes va terminando y se han presentado dos de las últimas películas a concurso (sólo queda ver este sábado el “Elle” de Verhoeven). "The last face" de Sean Penn es uno de los grandes patinazos que deja esta competición cuestionando mucho los criterios de selección (llevando al extremo lo que comentábamos de Winding Refn, Assayas y Dardenne en anteriores artículos) mientras que Asghar Farhadi con “The salesman” ha confirmado que es uno de los nombres que siempre es garantía. También hemos visto “La larga noche de Francisco Sanctis” en Una cierta mirada y “Mimosas”, la ganadora de la Semana de la Crítica.
Comenzábamos la jornada con la tercera muestra de cine puramente usamericano que nos brindaba la sección oficial tras “Paterson” y “Loving”. “The last face” es el quinto trabajo como director de Sean Penn, una faceta en la que (aunque lo ha intentado) sólo con “Hacia rutas salvajes” se acercó ligeramente al crédito que tiene como actor. Desde luego su nueva cinta es un drama de cooperación en África tan paternalista e impostado como la relación entre sus médicos protagonistas, arrancando en un discurso que lleva a cabo el personaje de Charlize Theron que le hace recordar su romance con un apasionado médico con el que vivió un gran romance en un entorno de conflicto y siempre lastrados por la diferente visión que tenían de los mismos. El arranque empieza con la épica de unos textos dignos del mayor romance folletinesco de mediados del siglo pasado comparando su historia y sus fricciones con la hambruna y miserias de todo un continente como el africano. Aunque el arranque nos hace ver la inquietud de alguien con poderío ante la cámara, con esa apabullante orquesta en esa gala evento, nos lleva irremediablemente a un pastiche romántico del que hasta el propio Javier Bardem se ha desentendido en rueda de prensa al hablar de que la película “al final es lo que es” a pesar de que quedara atrapado inicialmente por un guión que ha derivado en momentos sonrojantes y cursis propios de cualquier película que protagonizaran juntos Angelina Jolie y Gerard Butler o Meg Ryan y Russell Crowe. Una cinta pretenciosa, vacía y que banaliza el problema de los refugiados con una pátina de superioridad moral que irrita y nos hace ajenos al conflicto por su compromiso de boquilla y con una de las peores interpretaciones de toda la carrera de los protagonistas. Y es que parece que esta película que orquestaron Charlize Theron y Sean Penn en pleno éxtasis romántico entre ambos ha terminado tan mal como su ruptura, hecho que no ha impedido que presentaran la película junto a otros miembros de la película como Adèle Exarchopoulos, Jean Reno y Jared Harris. Sorprende que Cannes haya tragado con ella a concurso teniendo en cuenta la alta exigencia que tiene el cine usamericano en estos ámbitos y es que, si de verdad la vieron a conciencia antes de seleccionarla, ya sabrían en su fuero interno que este truño nos lo teníamos que tragar.
Mucho mejor atinado Asghar Farhadi con “The salesman” y que llega a Cannes tras presentar “El pasado” en 2013 y en cierta manera ser arrebatado de Berlín donde ganó el premio al mejor director con “A propósito de Elly” en 2009 y el Oso de Oro con “Nader y Simin, una separación" en 2011. Farhadi cambia un poco el esquema de pareja separada de sus dos anteriores películas aunque vuelve a centrarse en ese contexto, el de un matrimonio que ante un hecho que les ocurre podrá salir fortalecido o claramente dañado. Estamos ante un ejercicio metateatral (el matrimonio forma parte de una compañía teatral que representa “Muerte de un viajante” de Arthur Miller) con tensión in crescendo y debate sobre ética, justicia, compasión y venganza ya que ante un determinado hecho que afecta a su mujer el marido termina generando a través de su forma de reaccionar un interesante debate al espectador, que logra superar el bache que tiene la película en su segundo acto, para explotar en unos soberbios últimos 45 minutos que son todo un homenaje al oficio de actor con un guión medido y absorbente con el que el intérprete puede lucirse en un duelo de altura. Un trabajo medido y efectivo, sin grandes alharacas, pero con hondura y poso. La cinta debería estar en el palmarés como prueba de que Farhadi siempre cumple sin renunciar a su estilo de autor pero con historias que se alejan de su cultura e idiosincrasia para convertirlas en universales y accesibles. Una cinta modesta y sin pretensiones pero con algunos momentos de gran cine y de elogio del oficio que han sido tan caros de ver en otras propuestas.
Una cierta mirada nos ha vuelto a presentar a una de las sorpresas de esta edición. Hablamos de “La larga noche de Francisco Sanctis” de Andrea Testa y Francisco Márquez, ópera prima que nos adentra con magnífico tesón, pulcritud, e impagable sentido del ritmo y del manejo de los tempos, en el miedo de un país en los años de la dictadura argentina. Todo a través de una misión que recibe un héroe cotidiano, un padre de familia en permanente ascenso laboral que nunca llega y que tiene la posibilidad de salvar a dos personas que esa misma noche serán detenidas por los militares. Un perfecto relato que deambula por las calles de la ciudad y que juega con los espacios cerrados en la mejor clave del cine negro USA pero llevándolo a los años de la dictadura argentina con una acertada puesta en escena y una elogiable interpretación de Diego Velázquez. Además, el momento Un beso y una flor de Nino Bravo es impagable e incluso en los alrededores del Palais ha sonado por megafonía.
Por su parte hemos recuperado “Mimosas” de Oliver Laxe que ganó el premio de la Semana de la Crítica y que ya tuvo cierto recorrido con “Todos vosotros sois capitanes” en 2010. Una propuesta en la que varios hombres emprenden un viaje para cumplir la última voluntad de un anciano; ser enterrado en un lugar determinado. Todo en un ambiente inhóspito, salvaje y desconocido. Una cinta de grandes tomas, diálogos que necesitan los subtítulos y ese ritmo plomizo y enervante que la convierte en un reto difícil sobre todo a estas alturas del certamen. No obstante, no olvidemos que hablamos de la ganadora de la sección más cultureta y propia del cine más gafapastil del Festival de Cannes así que es lo que toca.
Nacho Gonzalo