Cannes 2015: Nanni Moretti se luce tanto en el drama como el humor, tributo a Amy Winehouse, cine negro efectivo y el tedio en Arabia de Miguel Gomes

Querido Teo:

El cine italiano saca pecho en esta edición de Cannes ya que a la espera de completar el tridente de proyecciones con la presencia de la nueva película de Paolo Sorrentino, tras las buenas sensaciones despertadas por el conjunto de fábulas palaciegas de Matteo Garrone, ahora ha llegado el turno de Nanni Moretti, un director megalómano y acusado de problemático en los rodajes, que andaba tiempo algo perdido. Ahora ha vuelto a hacer lo que mejor sabe, la ternura y el dolor en un drama familiar que aquí queda sazonado con unos lucidos momentos de humor que, descolocan en un primer momento, para luego dotar a la cinta de una indudable frescura que ha sido recibida como agua de Mayo por los ya ojerosos corresponsales asistentes. Tras adentrarse en la clase política de su país parodiando la tela de araña movida por Silvio Berlusconi, y psicoanalizar los miedos de un nuevo pontífice en "Habemus Papam", Moretti debería meterse perfectamente en el grupo de favoritos a Palma de Oro, en su caso sería la segunda tras “La habitación del hijo” en 2001, sumada al premio a mejor director que obtuvo en 1994 por “Querido diario”.

“Mia madre” se inicia con una revuelta sindical llevada a cabo por los trabajadores de una fábrica amenazada por la crisis, los recortes y el despido en su plantilla. Todo no es más que el rodaje de la nueva película de la directora que protagoniza la cinta, una cuarentona determinada separada que tiene que lidiar este proyecto (protagonizado por un actor petulante que viene de USA) mientras intenta recomponer su vida personal, está separada de su marido con el que tiene una hija, y cuida a su madre, profesora jubilada, ante los que parecen ser sus últimas semanas de vida y permanecer ingresada en un hospital debido a una neumonía. Lo que sorprende de la película es que juega en dos tonos muy distintos y logrando un perfecto equilibrio; el primero el dramático ante la enfermedad y la amenaza de la irreparable pérdida y el segundo ante el hecho de tener que estar a las riendas de un rodaje cada vez más complicado, entre otras cosas por los caprichos, olvidos y personalidad del citado actor que, además, encarna al patrón contra el que se rebelan los trabajadores de la fábrica. La cinta encierra una gran emotividad y maneja con soltura una gama de emociones que permite al espectador reír, llorar y entretenerse con una película que toca el alma y que recuerda al mejor Moretti revelándolo también como un ingenioso dialoguista en esas escenas que comparten la directora y el actor, especialmente en las escenas del rodaje de la película en el coche y en la cantina. Eso es obra también de un gran reparto sostenido por la estupenda Margherita Buy (gran candidata al premio a mejor actriz y que ya había trabajado con Moretti en pequeños papeles), Giulia Lazzarini, un brillante John Turturro en su registro cómico y el propio director dando vida al hermano de la protagonista demostrando cierta generosidad al reservarse el personaje menos lucido de todos, el hermano que deja su trabajo para no perder de vista a su madre,  y que deja un autoguiño al personaje de Turturro diciendo que al director siempre hay que darle la razón. En definitiva, una cinta que nos ha encantado y que pasa a ser uno de los mejores trabajos de Moretti, volviendo y perfeccionando los temas en los que mejor se desenvuelve.

A continuación tocaba ver el documental “Amy” sobre la artista y gran voz fallecida fruto de las adicciones a los 27 años y cayendo del cielo al que parecía destinada a permanecer muchas décadas. Estamos ante un proyecto biográfico que no aporta nada nuevo que no hayamos sido testigos siguiendo la actualidad o tengamos en la Wikipedia (su vida) o en Spotify (sus canciones). Y es que si “Senna” (anterior trabajo del director Asif Kapadia) nos descubría algunas facetas interesantes de la personalidad del piloto, aquí el peso del referente (y el tenerlo tan cercano) impide la sorpresa o la novedad. Todo, eso sí, basado en una cuidada selección de material archivo y en muchas declaraciones de los que la conocieron, todos en voz en off, lo que todavía engrandece más la sombra de la artista dejando bien claro que una personalidad de altibajos y la pérdida de su madre, además de las malas compañías en formato de novios, fueron las claves del declive. La familia retiró el apoyo al documental, según ellos ante la inexactitud de algunos hechos, pero este trabajo no echa culpas a nadie y, sin dejar de lado su lado tormentoso, sí que respalda el peso tan importante de Winehouse en la cultura musical de nuestro tiempo.

“Maryland” también llegaba fuera de concurso, la cinta de Alice Winocour es una muestra del cine negro contemporáneo heredero de referentes como “Drive”. Y es que esa violencia abrupta, ese ambiente enfermizo y esa pulsión sexual soterrada permite una presentación ante el espectador altamente adictiva. Y es que aunque la cinta no invente nada nuevo, en este caso un militar que cuando está fuera de servicio se encarga de trabajar como vigilante de seguridad/matón para un rico hombre de negocios libanés teniendo que acabar protegiendo a la mujer de éste, el conjunto funciona gracias a una atmósfera conseguida, un guión equilibrado y que dosifica la información (a veces hasta demasiado lo que nos hace a veces dudar realmente de las causas del peligro que se está corriendo), y un buen dúo actoral formada por esa cada vez más bestia parda venida de Bélgica, Matthias Schoenaerts, evidente híbrido entre Tom Hardy, Ryan Gosling y Dani Rovira, y Diane Kruger. Una película que ha cumplido y mantenido el interés, cosa que ya es mucho en un certamen de este tipo.

Una pena que no podamos decir lo mismo de la primera película del tríptico de “Arabian nights” que ha llevado a cabo Miguel Gomes. El director, heredero del espíritu que ha dejado vacante Oliveira, disecciona la clase social y política de su país cogiendo como percha las leyendas de "Las 1001 y una noches". El problema es que el conjunto es altamente tedioso, surrealista y cansino ya que se regodea en lugareños con el que el público alejado de la cultura portuguesa no tiene ninguna conexión. El esfuerzo que se pide al espectador es máximo teniendo en cuenta que al final es sólo la primera parte de un conjunto de tres películas que superan en total las seis horas. Lamentablemente el cansancio hace mella y el esfuerzo que nos pedía Gomes se ha saldado con desbandada en la sala, entre los que nos hemos encontrado como si no hubiera un mañana saliendo de una cinta que corría el riesgo de calarse en nuestro cerebelo como un martirio ya para el resto del Festival.

Estamos a la espera de poder ver mañana "Carol", la nueva cinta de Todd Haynes que ha pasado de tener unas primeras sensaciones muy negativas (los típicos cagaprisas festivaleros) a encumbrarse como una masterpiece. Mañana saldremos de dudas.

Nacho Gonzalo